Las instituciones europeas no pagan ni un euro a la mitad de sus empleados en prácticas

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Las instituciones europeas no pagan ni un euro a la mitad de sus empleados en prácticas

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Más de 8.000 jóvenes forman parte de la “burbuja de la UE”, de los cuales 4.000 aproximadamente no ganan ni un euro por realizar su trabajo. Cada vez resulta más normal encontrarse prácticas laborales sin ninguna remuneración. Esta lacra que perjudica no sólo a los novatos, sino también a los experimentados, se ha asentado en el seno de la Unión Europea. Lo denuncia la ONG Brussels Intern (B!NGO), que afirma que la mitad de las prácticas laborales que ofrecen las instituciones europeas no conllevan remuneración alguna para el ‘practicante’. La ONG califica estas prácticas como “empleos sin pagar” y se avergüenza de que las sociedades que se autocalifican como modernas las realicen.
 
Según datos de ONG Brussels Intern (B!NGO), más de 8.000 jóvenes forman parte de la “burbuja de la UE”, de los cuales 4.000 aproximadamente no ganan ni un euro por realizar su trabajo. En paralelo, esas mismas Instituciones ofrecen prácticas altamente prestigiosas con salarios que merodean los 1.000 euros. Sin embargo, son muy pocas plazas (600) para la competencia tan alta – más de 25.000 solicitudes – que hay.
 
Aquellos que pretendan acceder en su formación a las instituciones europeas y no hayan sido ‘agraciados’ con prácticas remuneradas tienen la opción de realizar prácticas con algún miembro del Parlamento Europeo sin pagar, ni ser pagado. El Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, confesó el pasado mes sentirse sorprendido por la existencia de esas prácticas sin remunerar cuando “la UE ofrece 22.000 euros a cada miembro para que pague a sus trabajadores y estudiantes. Es increíble”.
 
Diversos informes apuntan que estos ‘trabajos sin remunerar’ se expanden a lo largo y ancho de la Unión Europea. Por ejemplo, en el Servicio de Acción Exterior Europeo se han detectado más de 400 prácticas de esta modalidad, y en la Comisión Europea otras 200.
 
Los favorables a estas prácticas argumentan que éstas ofrecen beneficios a los ‘practicantes’: Una oportunidad para acceder a las instituciones, conocer y aprender del trabajo de sus profesionales, obtener habilidades y experiencias o acceder a la bolsa de empleo. Las gracias, al menos, no indican que tengan que darlas.

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