Bruselas salva a los funcionarios británicos del “divorcio limpio” con Londres

Bruselas salva a los funcionarios británicos del “divorcio limpio” con Londres

Comisión Europea

Sin embargo, tras el referéndum del ‘Brexit’, las instituciones europeas promueven un proceso de ruptura que sea lo más rápido y disuasorio posible para terceros países El resultado favorable al Brexit en el referéndum británico del pasado jueves ha empezado a cobrarse sus primeras víctimas. Así, el comisario británico de Estabilidad Financiera, Servicios Financieros y Mercado de Capitales, Jonathan Hill, anunciaba ayer su dimisión como principal responsable de DG FISMA.

Una decisión que se hará efectiva el próximo 15 de julio cuando el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis asumirá dicha cartera, según ha anunciado el presidente de la Comisión Europea. Jean-Claude Juncker ha emitido así una señal de que los principales responsables de las instituciones europeas iban en serio cuando manifestaron su intención de proceder a negociar las condiciones de partida de los británicos “cuanto antes”.

O lo que es lo mismo, de que, consideran, «no tiene ningún sentido esperar hasta octubre» para hacerlo, tal y cómo sí desearía el premier británico, David Cameron quien el viernes anunció su dimisión ‘en diferido’ para dicho mes. De esta forma, según los planes del inglés, sería al nuevo Gobierno a quien correspondería activar el Artículo 50 que daría comienzo a las negociaciones para formalizar la separación. Sin embargo, no parece que esta hipótesis sea la más factible después de que también ayer, los ministros de Exteriores de los seis países fundadores de lo que es hoy la UE celebraran una reunión de emergencia en Berlín.

Allí, el ministro belga Didier Reynders, el de Luxemburgo Jean Asselborn, el alemán Frank-Walter Steinmeier, el italiano Paolo Gentiloni, el francés Jean-Marc Ayrault y el holandés Bert Koenders instaron a Londres a cumplir con el artículo 50 del tratado europeo tan pronto como sea posible en lugar de esperar estos meses para comenzar las negociaciones. Una manifestación similar a la del propio Juncker, así como de los presidentes del Consejo Europeo, Donald Tusk, y del Parlamento Europeo, Martin Schulz, en la misma mañana del viernes, cuando tras conocerse los resultados del referéndum, señalaron que esperaban “que el Gobierno del Reino Unido ejecute la decisión del pueblo británico tan pronto como sea posible, por muy doloroso que pueda ser el proceso”.

De hecho, Tusk, ya ha asignado la tarea de coordinar las negociaciones con Reino Unido sobre su salida de la Unión Europea a Didier Seeuws, quien fue jefe de Gabinete de Herman Van Rompuy, el predecesor de Tusk, hasta el 2014; mientras que las negociaciones legales específicas serán manejadas por la propia Comisión Europea. Oficialmente, estas prisas de la UE se deben al deseo de poner fin a la incertidumbre política que ya se ha hecho sentir en los mercados financieros en forma de inestabilidad.

Pero, en realidad, también lo hacen al deseo de hacer que la salida del Reino Unido de la UE no sea precisamente un camino de rosas. Así, el director del ‘think tank’ Carnegie Europe, Jan Techau, ha declarado en una entrevista en la CNN que los líderes de la UE tienen poderosos incentivos para hacer que esta ruptura sea “lo más dolorosa posible” y, con ello, evitar que otros países decidan optar por el mismo camino.

«Los líderes de los 27 miembros restantes tienen que asegurarse de que la situación no cree un precedente, de modo que el Reino Unido no se convierta en un modelo atractivo para otros», ha añadido Techau en esta línea. Y, aunque de forma mucho más diplomática, estas palabras han venido a ser ratificadas por el propio Juncker al diario Bild.

En una entrevista con el rotativo germano el presidente de la Comisión ha señalado que no descartaba que “los populistas no pierdan la oportunidad de crear un montón de ruido con sus posiciones anti europeas” e intentar así que se celebren más referéndums como del jueves en otros países que se replantearían también de esa forma su permanencia en la UE. Pero, del mismo modo, Juncker ha sido contundente al señalar que “las repercusiones del referéndum rápidamente dejarán claro que Reino Unido estaba mejor dentro de la UE tanto en términos económicos y sociales, como de política exterior”.

Además, el presidente del Ejecutivo comunitario recuerda en dicha entrevista otra idea que ya lanzó junto a Schulz y Tusk en su comunicado del viernes: tras el resultado del jueves, ya no hay renegociación posible. “Fuera significa fuera” y la prioridad, antes incluso de un nuevo acuerdo, es obtener “un divorcio limpio”, ha enfatizado el luxemburgués.

Sin embargo, llama la atención que Juncker ha querido establecer una línea divisoria entre quiénes sufrirán las consecuencias de esta decisión y quiénes no. En cierta forma, un indicativo de que las instituciones europeas están dispuestas a recompensar a aquellos a los que consideran leales, frente al castigo a ‘los disidentes’.

Así, este mismo viernes el presidente de la Comisión remitió un email al personal del ejecutivo comunitario en el que especificaba que se dirigía “especialmente a los colegas de nacionalidad británica”. El objetivo era el de tranquilizarles en sus perspectivas laborales al señalarles que, independientemente de su nacionalidad, “de acuerdo a las reglas de la UE, sois funcionarios de la Unión y trabajáis para Europa”.

De esta forma, los más de 1.100 funcionarios británicos que trabajan en la Comisión no perderían sus puestos laborales ya que, según las palabras de Juncker en el mencionado email, “abandonaron sus sombreros nacionales en la puerta al unirse a la institución y esa puerta no se cierra ahora”. Pese a que, por el contrario, el estatuto de los funcionarios europeos haría pensar en la necesidad de poner fin a esos trabajos dado que los británicos dejarían de cumplir con el requisito de ser nacionales de un Estado miembro, se demostraría una vez más que, gran parte de las regulaciones europeas dejan un margen significativo para las decisiones políticas.

Una línea corroborada por el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, al asegurar al personal británico de esa institución que “defenderá sus intereses”, pese a que los 73 representantes de Reino Unido en la Cámara comunitaria perderán sus asientos cuando se complete el proceso de separación. Y también por Jeppe Tranholm-Mikkelsen, secretario general del Consejo de la UE, quien señaló que considera a todos sus funcionarios como comunitarios, “independientemente de la nacionalidad bajo la que fueron contratados”.

No obstante, Tranholm-Mikkelsen ha añadido que no puede prejuzgar la posición del Consejo. Y es que, aunque la Comisión sea la encargada de negociar este divorcio entre Londres y Bruselas y su intención sea la de tener todo preparado ya para este lunes, quedan muchas incógnitas por despejarse y difícilmente se podrán cerrar todos los cabos en esta semana.

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