El establishment económico internacional en campaña contra el Brexit

El establishment económico internacional en campaña contra el Brexit

Brexit

Las principales instituciones y líderes políticos globales han realizado en las últimas semanas predicciones apocalípticas que han sido cuestionadas por economistas independientes A falta de poco más de dos semanas para el referéndum del ‘Brexit’, en que los votantes británicos decidirán sobre su permanencia en la UE, las encuestas parecen haber superado un punto de inflexión. Un sondeo online de YouGov para ‘The Times’ realizado entre el 30 y el 31 de mayo señaló por primera vez que el número de partidarios de abandonar el mercado único había alcanzado al de los defensores de la permanecer en él.

Desde entonces, tres nuevas encuestas han reflejado que serían ya mayoría el número de convencidos de abandonar la UE. Así, nuevamente YouGov, en este caso para la cadena de televisión ‘ITV’ mostró que un 45% de los británicos optaría por esta opción frente al 41% partidario de permanecer.

Mientras que en otro sondeo realizado por? ‘TNS’, el apoyo al Brexit ascendía al 43%, por el 41% a favor de la permanencia; y una encuesta online de? ‘ICM’ ?daba una ventaja todavía mayor a los partidarios del ‘Brexit’: un 48% frente a un 43%. Y aunque las casas de apuestas siguen vaticinando que será la opción de la permanencia la que finalmente se imponga, como aseguraban todos los sondeos hasta hace tan solo una semana, la incertidumbre también ha comenzado a hacerse notar en los mercados financieros.

Como resultado de las últimas encuestas, la?libra esterlina ya ha caído a su mínimo de tres semanas frente a sus pares internacionales y, lo que es aún peor, ha despertado la inquietud en los mercados de que nuevas turbulencias pueden estar al llegar. Así, los analistas apuntan a que si según se acerca el día de la votación los sondeos continúan mostrando este crecimiento del voto partidario el ‘Brexit’ no sólo la libra continuaría cayendo sino que las consecuencias afectarían al sistema financiero global.

No resulta así de extrañar que, pese a que los profesores de sociología política del Trinity College de Oxford, Stephen Fisher y Alan Renwick, hayan señalado que las encuestas sobre referéndums en el Reino Unido tienden a mostrar más apoyo al cambio del que finalmente se produce, la inquietud sea cada vez mayor en los mercados.

Hasta 65.000 millones de libras han abandonado el Reino Unido o han sido convertidas a otras monedas entre Marzo y Abril, según las cifras publicadas por el Banco de Inglaterra tal y como ha señalado el responsable de información económica de ‘Sky News’, Ed Conway. Es decir, estamos ante la mayor huida de capitales desde la crisis financiera de 2009.

Y aunque no conviene caer en la simplicidad de afirmar que estas cifras se deban exclusivamente al referéndum, según el economista jefe de Henderson Global Investors, Simon Ward, en gran parte se deben a que los inversores están preocupados por la incertidumbre que podría desatarse sobre las perspectivas económicas del país ante una eventual salida de Gran Bretaña del mercado único. Más aún cuando esa narrativa se está viendo acentuada por las principales instituciones de análisis y políticas económicas.

Instituciones internacionales como el FMI, la OCDE, la OMC o el BCE que han pronosticado toda clase de catástrofes de confirmarse el voto de salida. Al igual que han hecho los principales líderes internacionales quienes a través de una declaración conjunta tras una reunión el G-7 señalaron que «la tendencia global hacia un mayor comercio e inversión llegaría a su fin si Reino Unido optase por el Brexit». Quizá, resulte también un dato significativo para valorar la transcendencia global de este referéndum, que entre los líderes globales tan solo se le atribuya una posición favorable al ‘Brexit’ al presidente ruso, Vladimir Putin, aunque oficialmente se haya manifestado neutral.

Por el contrario, voces como la de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, han sido bastante categóricas al señalar que, según el consenso económico de las instituciones oficiales, las consecuencias del ‘Brexit’ irían desde “bastante malas a muy, muy malas”. Así, la OCDE o el propio Tesoro británico han coincidido en definir como un hecho contrastado que Reino Unido sería permanentemente más pobre si optase por la salida de la UE porque su comercio con el mercado común disminuiría irreversiblemente.

Pero quizá ha sido el Banco de Inglaterra el que una aparente competición sorda por escalar los supuestos costes del ‘Brexit’ de cara a la opinión pública ha ido más allá al añadir que “los mercados financieros entrarían en pánico” y crearían una “devastación sin sentido”. Un tipo de declaraciones altisonantes que igualmente se han hecho notar en la esfera política interna del Reino Unido por ejemplo a través de su Canciller del Exchequer, George Osborne, quien señaló que el precio de las casas caería hasta un 18% en el supuesto de un voto a favor de abandonar la Unión.

Esta aparente sintonía entre el poder político y las instituciones internacionales y económicas, sin embargo no es tan abrumadora en el sector privado. Aunque aún así siguen siendo mayoría quienes consideran que el ‘Brexit’ tendría efectos negativos en las perspectivas económicas británicas y, por ejemplo, una encuesta del Financial Times a más de 100 economistas reveló que hasta tres cuartos de ellos manifestaban esa opinión.

Sin embargo sí que existe una mayor pluralidad de opciones que permite cuestionar la unanimidad de las manifestaciones oficiales. Esta es la tesis que apoyan voces tan destacadas como la del antiguo economista senior del FMI, Ashoka Mody quien afirma que los argumentos que defienden que Reino Unido sufriría un daño permanente de abandonar la UE no están respaldados por la evidencia.

Es más, Mody ha acusado a todos esos organismos oficiales y autoridades de «subvertir la causa de la democracia, al distorsionar los hechos presentando ilusiones numéricas como hechos». Así, frente a quienes afirman que el comercio disminuiría de forma permanente, este economista arguye que «el comercio se basa en redes sociales y de negocios en las que se ha invertido un enorme capital social», y que, por tanto, como «los estudios han demostrado repetidamente; las contrapartes estarían dispuestas a hacer ajustes en sus márgenes de beneficio para mantener relaciones comerciales que les aportan confianza y la fiabilidad». Por este motivo, considera que “todas las relaciones productivas comerciales, se mantendrían intactas”.

Con todo, según Mody, se estaría construyendo una interesada «narrativa del pánico» desde instituciones como el Banco de Inglaterra, lo que sería más grave aún dado que la función de este organismo habría de ser precisamente la contaría: la de asegurar la estabilidad. También porque, según este economista, se podría convertir en una profecía auto-cumplida ya que según señala, como han explicado premios Nobel como George Akerlo y Robert Shiller, la gente actúa de acuerdo a los relatos que interioriza. Una línea de argumentación a la que podrían apuntar datos como los de la huída de capitales o la caída de la libra.

Pero también elementos de juicio que parecen más sólidos que las proyecciones económicas. Así, según ha señalado el director general de la OMC, Roberto Azevedo, si Reino Unido abandonase la UE tendría que afrontar negociaciones con los otros 161 países de la organización ya que no podría trasladar los términos a los que actualmente se acoge como miembro del mercado común. Un proceso que involucraría renegociación de miles de tarifas, cuotas y subsidios a la hora de acceder a esos mercados, lo que, según Azevedo, tendría un coste de oportunidad miles de millones de libras.

Pero de nuevo según Mody, la realidad es que esa incertidumbre se traduciría en una menor demanda interna durante un periodo de tiempo indeterminado cuyos costes de ajuste serían tan ‘solo’ de entre la décima y quinta parte de ese 3% del PIB al que apuntan los peores augurios. Así, según señala, la OCDE, el Tesoro o el FMI habrían llegado a ese porcentaje después de asumir que la reducción del comercio tendría un efecto paralelo sobre la productividad. Una aseveración que, de nuevo, tampoco ve justificada en ninguna evidencia.

Y en esta misma línea se ha expresado en sus últimos artículos el propio Ed Conway quien ha criticado que tanto los partidarios de una postura como los de la contraria estén sobreactuando de manera descarada en sus predicciones. A su juicio, ciertamente más ponderado, ni Reino Unido se hundirá, ni afrontará «un futuro de abundancia y oportunidad» fuera del acervo comunitario.

Antes al contario, Conway considera que con independencia del resultado del referéndum, ante la globalización, el destino del país seguirá siendo el de compartir soberanía, bien sea por los procedimientos regulados por la legislación comunitaria y a través de sus instituciones; o bien «de forma más opaca» en el caso de optar por la salida de la UE. Un riesgo, que a su juicio, no merece la pena asumir, pero en el que señala como «realmente frustrante» la constante manipulación de los números realizada por ambos bandos que impide valorar ambas opciones con mayor objetividad.

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