¿Qué anticipa la elección del alcalde de Londres sobre el referéndum del ‘Brexit’?

¿Qué anticipa la elección del alcalde de Londres sobre el referéndum del ‘Brexit’?

Sadiq Khan, alcalde de Londres

La victoria de Sadiq Khan supone un respaldo a los partidarios de permanecer en la UE, pero también una prueba más de que esta se dirimirá en clave identitaria. La victoria del candidato laborista, Sadiq Khan, en las elecciones a la Alcaldía de Londres con más de 1,3 millones de votos le han convertido en el cargo político con el mayor mandato directo de la historia del Reino Unido. De hecho, en Europa, sólo el presidente de Francia y el de Portugal han sido elegidos con el respaldo directo de un mayor número de electores.

De esta forma, una vez contabilizados los votos preferenciales, Khan logró nada menos que un 57% del total, frente al 43% de su principal rival, el candidato conservador, Zac Goldsmith. Pero quizá el aspecto más interesante de tan impresionante victoria es que está lejos de poder ser analizada en términos convencionales como, por ejemplo, bajo el eje izquierda-derecha.

Como se ha repetido hasta la saciedad en estos días, uno de los elementos centrales de esta elección ha girado en torno al hecho de que Khan profese la religión musulmana. Un factor que fue utilizado por su rival para intentar explotar los prejuicios religiosos y asociar al laborista con la versión más extremista y fundamentalista del Islam; e incluso con el terrorismo.

Esta aspecto ya habría bastado por sí mismo para dotar a esta elección de un fuerte carácter ‘identitario’. Pero no fue el único que demostró que las líneas divisorias que definen toda confrontación política están cambiando, ya que la candidatura de Golsmith también presentaba elementos que la alejaban igualmente de definirse bajo un prisma más convencional, siendo el más claro de ellos, su carácter de defensor del medio ambiente. El candidato conservador, convirtió así en gran eje de su campaña, la promesa de una «revolución por el aire limpio»; contrariamente a lo que, ‘a priori’, cabría esperar de alguien de su signo ideológico.

De esta forma, las candidaturas de Khan y Goldsmith coincidían esencialmente en las materias que tradicionalmente han dividido a los partidos por los que se presentaban y ambos podrían ser definidos como candidatos «liberales», en el sentido europeo del término. Es decir, como ha señalado The Economist, tanto el laborista como el ‘torie, están «a favor de reformas pro-mercado, son entusiastas de ‘la City’, y se oponen a las subidas de impuestos»; del mismo modo que se muestran a favor de salvaguardar las libertades civiles y conciben la inmigración como un fenómeno beneficioso.

Estaríamos así ante un fenómeno cuyo ejemplo más destacado y reciente lo tenemos en la práctica nominación de Donald Trump como candidato republicano a la presidencia de EE.UU. Se trata de la constatación cada vez más evidente en las sucesivas contiendas electorales del mundo occidental de que éstas no se dirimen tanto en base a un cálculo esencialmente racional de los electores por el cual optarían por unas políticas frente a otras; como por cuestiones relacionadas con la identidad cultural de los votantes. O, como señala Nate Silver, por la identificación con la «tribu» con la que uno se define políticamente por oposición a otras.

Efectivamente, ha sido precisamente esta clave cultural la que ha otorgado resonancia global a la victoria de Khan, que es destacada por haber convertido a éste en el primer alcalde musulmán de una gran ciudad occidental, antes que por las políticas que defiende o por los planes que, supuestamente, llevará a cabo a partir de ahora. Como ha señalado, The New Statesman, su resultado se analiza y define así en clave de «rechazo a los extremistas de todo tipo, desde Donald Trump a Abu Bakr Al-Bahdadi, que seguran que las religiones no pueden coexistir pacíficamente».

Una clave que, cómo decíamos, está lejos de ser un fenómeno aislado ya que, sin necesidad de ir más lejos de las elecciones del pasado jueves en el Reino Unido, igualmente está siendo utilizada para explicar la victoria del también laborista Marvin Rees en la contienda por la alcaldía de Bristol. En este caso, el simbolismo ‘identitario’ reside en que se trata del primer alcalde de ascendencia africana o caribeña elegido por mandato directo en Europa.

Nuevamente, antes que en clave programática, la victoria de Rees ha sido destaca por tratarse de la del hijo de una madre inglesa y un padre jamaicano en una ciudad que antaño fue centro de comercio de esclavos. Es decir, una vez más, estamos ante la victoria de la identidad cosmopolita y de la integración frente a la ‘esencialista’. El modelo opuesto al de Trump.

No resulta así de extrañar, que siguiendo esta misma línea, hayan sido ya varios los analistas que se han apresurado a aventurar una relación entre estos resultados y una eventual derrota de la postura del ‘Brexit’, la salida de Gran Bretaña de la UE, en el referéndum que tendrá lugar el 23 de junio. Entre ellos, quizá la voz más destacada ha sido la de Alastair Campbell, quien fue el gran ‘spin doctor’ del antiguo primer ministro británico Tony Blair.

Y una vez más, según las tesis de Campbell, la clave de dicha relación estaría en aspectos ‘emocionales’ y de construcción de identidad antes que en motivos más claramente racionales o en posiciones de fondo. Así, los ‘argumentos’ que, tras las elecciones del pasado jueves, reforzarían la tesis de la permanencia de Gran Bretaña en la UE serían la «autoridad» acumulada por Khan gracias a su victoria. O el carácter «positivo» y «progresista» vinculado al relato de su candidatura, frente al de la lucha descarnada por suceder a Cameron con el que se podría identificar a la posición ‘pro-Brexit’ de quienes son los principales defensores de esa postura, como la ministra de Interior, Theresa May, o Boris Johnson, precisamente hasta ahora alcalde de Londres; quienes solo buscarían una forma de diferenciarse de sus rivales internos por la sucesión, como el secretario del Tesoro británico, George Osborne.

Un relato que se ve respalado por hechos tangibles como el de la propia victoria de Khan frente a Goldsmith al tratarse de la de un candidato que apoyaba la permanencia del Reino Unido en la UE, frente a otro que deseaba abandonarla. Pero también porque esa victoria, interpretada en clave de la del concepto de ‘integración’ sobre el de ‘aislacionismo’, se ha traducido en una serie de resultados a lo largo de toda Gran Bretaña que siguen esa tendencia.

No parece así casual que a lo largo de toda Inglaterra los partidos a favor de permanecer en la UE hayan obtenido hasta el 65% de los representantes electos en las diferentes alcaldías del país. Pero aún menos que dichos partidos se hayan hecho con más del 60% de los votos en Gales y más del 70% en Escocia.

Además, el UKIP, que probablemente haya hecho de la salida del Reino Unido de la UE su principal seña de identidad, se ha quedado muy lejos en sus resultados de tan siquiera acercarse al 27% que alcanzó en las elecciones europeas de 2014. Y, una vez más, el ejemplo paradigmático de su declinar ha sido el de las elecciones de Londres donde tan sólo consiguió llegar en quinto lugar, por detrás de los LiberalDemócratas y de los Verdes, partidos claramente pro-europeos.

No conviene olvidar, sin embargo, que estas han sido unas elecciones locales, siempre sujetas a particularidades. Por ello, los resultados del referéndum que tendrá lugar en siete semanas y dos días, podrían variar; pero las elecciones del pasado jueves han parecido dejar claro que la postura que finalmente consiga imponerse no será gracias a argumentos como, por ejemplo, el de las supuestas ventajas para la City de permanecer en la UE, o para los salarios de los trabajadores británicos menos cualificados de abandonarla.

Antes al contrario, la batalla será por asociar la identidad de cada bando con conceptos como «esperanza» o «unidad» frente a los de «miedo» o «división». Una disputa que ya ha comenzado.

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