Amnistía Internacional trae a Madrid el drama de las mujeres y niñas refugiadas

Refugiados

Amnistía Internacional trae a Madrid el drama de las mujeres y niñas refugiadas

Campo de refugiados

La ONG -junto a ACNUR y Save the Children- alerta de las agresiones físicas, explotación y acoso sexual que sufre este colectivo. Amnistía Internacional organiza esta tarde en Espacio Ecooo en Madrid la mesa redonda “Mujeres y niñas refugiadas: hagámoslas visibles”, un acto en el participan otras ONG como ACNUR y Save the Children y con el que se quiere trasladar a la opinión pública cómo afecta la falta de visibilidad que sufren los refugiados a un colectivo especialmente vulnerable: las mujeres y niñas.

En el acto se abordará ¿cuál es la situación de las mujeres y niñas refugiadas?, ¿qué riesgos específicos corren?, y se analizará si las autoridades lo están abordando de manera adecuada.

En la mesa redonda, que moderará Cristina Fernández (Coordinadora del Equipo de Mujeres de Amnistía Internacional participarán Eva Menéndez (Oficial de protección de ACNUR) que hablará de la problemática general de las mujeres refugiadas en el mundo y cómo se materializa en España; Michela Ranieri (Analista Jurídica de Derechos de la Infancia de Save the Children que analizará a situación a la que se enfrentan las niñas refugiadas y Virgina Álvarez (responsable del Área de Política interior de Amnistía Internacional, que dará cuenta del trabajo que esta ONG hace con este colectivo.

Agresiones físicas, explotación y acoso sexual

Amnistía Internacional lleva un tiempo denunciando “gobiernos y organismos de ayuda humanitaria no proporcionan ni siguiera las garantías básicas de protección a las mujeres refugiadas que viajan desde Siria e Irak” y explican en su web que según las investigaciones que han llevado a cabo “las mujeres y las niñas refugiadas sufren violencia, agresiones, explotación y acoso sexual en todas las etapas de su viaje, también en territorio europeo”.

La organización de defensa de los derechos humanos afirma que entrevistó en diciembre en el norte de Europa a 40 mujeres y niñas refugiadas que habían ido de Turquía a Grecia para después cruzar los Balcanes e informa que “todas ellas dijeron haberse sentido amenazadas e inseguras durante el viaje” señalando que “muchas denunciaron que, en casi todos los países por los que habían pasado, los traficantes, el personal de seguridad u otros refugiados las habían sometido a malos tratos físicos y explotación económica, las habían manoseado o las habían presionado para que tuvieran relaciones sexuales con ellos”.

También resalta que “las mujeres y las niñas que viajan solas y las que lo hacen sólo acompañadas por sus hijos se habían sentido especialmente amenazadas en las zonas de tránsito y los campamentos de Hungría, Croacia y Grecia, donde se habían visto obligadas a dormir junto a cientos de hombres refugiados”, subrayando que “algunas habían salido de las zonas designadas para pernoctar a la intemperie en la playa, porque allí se sentían más seguras”.

Los investigadores de Amnistía Internacional entrevistaron a siete mujeres embarazadas que hablaron de la falta de comida y de atención médica básica, y también denunciaron que habían sufrido empujones y aplastamientos en las fronteras y los puntos de tránsito del viaje.

Tirana Hassan, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional se queja de que “tras vivir los horrores de la guerra en Irak y Siria, estas mujeres lo han arriesgado todo con tal de conseguir seguridad para ellas y para sus hijos. Pero desde el mismo momento en que comienzan su viaje vuelven a verse expuestas a sufrir violencia y explotación, sin recibir apenas apoyo o protección”.

Hassan hace notar que “si esta crisis humanitaria se desarrollara en cualquier otro lugar del mundo, esperaríamos que se tomaran de inmediato medidas prácticas para proteger a los grupos que corren más peligro de sufrir abusos, como las mujeres que viajan solas y las familias monoparentales cuya cabeza de familia es una mujer” unas medidas que, como mínimo, incluirían aseos bien iluminados y separados para hombres y mujeres, así como zonas separadas y seguras para dormir.

Recordando que “estas mujeres y sus hijos han huido de algunas de las zonas más peligrosas del mundo, y es una vergüenza que sigan en peligro en suelo europeo”.

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