“Desde el Imperio Romano, los grandes imperios caen si las fronteras no están bien protegidas”, señala el primer ministro holandés, Mark Rutte. La Unión Europea corre el riesgo de cometer el mismo error que el Imperio Romano si no recupera el control de sus fronteras y detiene la “afluencia masiva” de los refugiados de Oriente Medio y Asia central. Así lo considera al menos el primer ministro holandés, Mark Rutte, cuyo Gobierno asumirá la presidencia de la UE en enero.
“Como todos sabemos, desde el Imperio Romano, los grandes imperios caen si las fronteras no están bien protegidas”, señaló Rutte en una entrevista con un grupo de periódicos internacionales que recoge el Financial Times. El primer ministro holandés considera que los países del sur de la UE todavía tienen que aplicar las políticas acordadas para detener el flujo de inmigrantes, que ha superado las 850.000 personas en lo que va de año.
Rutte apuntó directamente a Grecia, que podría tener que aumentar su “capacidad de acogida” en otras 100.000 personas a pesar de que ya ha recibido unos 700.000. Por el momento, Atenas se ha comprometido a recibir cerca de la mitad de eso, insistiendo en que no quiere convertirse en un campo de refugiados gigante.
Cientos de miles de refugiados han viajado desde Grecia e Italia a otros países europeos – principalmente Alemania y Suecia – creando enormes tensiones políticas y administrativas a través de la unión.
En Francia, convulsionada todavía por los recientes ataques terroristas, el líder de los republicanos, Nicolas Sarkozy, ha virado más hacia la derecha su discurso con la vista puesta también en la amenaza del Frente Nacional de Marine Le Pen en las próximas elecciones. El expresidente de la República señaló en un reciente discurso en Alsacia que el multiculturalismo es lo que ha hecho a las democracias occidentales vulnerables a los extremistas islámicos.
Para enfrentarse a esta situación, aboga por retornar a lo que denomina la “Francia eterna”. “Francia no es un supermercado, es un todo”, señaló Sarkozy, que cree que el Gobierno no debe limitarse a otorgar mayores poderes a la policía o endurecer los controles fronterizos, sino también a luchar contra el “conformismo cultural” y restaurar la disciplina en las escuelas.
