La transformación de la banca: Del ‘caso Banesto’ a la desaparición de las cajas

Economía

La transformación de la banca: Del ‘caso Banesto’ a la desaparición de las cajas

La reciente reestructuración de las cajas de ahorros y su conversión en bancos supone un fin de ciclo para el sector financiero español, que hace más de veinte años comenzó un proceso de concentración que ha dado lugar a que entre apenas tres o cuatro entidades se aglutinen la práctica totalidad de los activos. A lo largo de estos años, Banco Santander, BBVA, Banco Popular y las más recientes CaixaBank y Bankia se han convertido en los principales actores de un proceso que aún dista mucho de haber acabado y que podría traer nuevas sorpresas en el futuro.

Uno de los principales hitos del sector, sin el que no se entendería el actual mapa financiero español, es la intervención de Banesto y la condena a su presidente, Mario Conde, que se había convertido en un auténtico icono para la juventud española a finales de los 80 y principios de los 90. Sin embargo, el sueño se acaba pronto.

La existencia de un agujero patrimonial de 3.636 millones de euros (605.000 millones de pesetas) lleva el 28 de diciembre de 1993 al Banco de España a intervenir Banesto y destituir a Mario Conde, y todo su consejo de administración, después de que el supervisor decida no dar por buena una proyectada ampliación de capital respaldada por el banco norteamericano JP Morgan, última tabla de salvación de Conde. En sólo un año Banesto había pasado de unos beneficios de más de 30.000 millones de pesetas en 1992 a registrar unas pérdidas de 6.000 millones entre enero y septiembre de 1993.

Tras la intervención, un equipo de gestores procedentes del BBV, encabezado por el hoy consejero delegado de Banco Santander, Alfredo Sáenz, asumió inicialmente el control del banco y se encargó de ejecutar un plan de saneamiento, que costó a las arcas del Estado unos 200.000 millones de pesetas (1.202 millones de euros), según los cálculos del entonces gobernador del Banco de España, el recientemente fallecido Luis Ángel Rojo.

Apenas cuatro meses después de su intervención, el 25 de abril de 1994, el Santander se adjudicó Banesto, al ganar la subasta organizada por el Banco de España en una puja en la que también participó BBV, que sólo unos años después absorbería Argentaria. Mario Conde había entrado en Banesto en octubre de 1987, logrando un puesto de vicepresidente ejecutivo. No tardó mucho en ocupar la presidencia, en un momento difícil para la entidad como fue el lanzamiento de una OPA del Banco de Bilbao.

En aquellos momentos, el banco tenía un desfase contable de 100.000 millones de pesetas y Conde se convirtió en el personaje de moda del sector financiero. Apenas unos años después, sin embargo, su gestión concluiría con un agujero patrimonial seis veces mayor. El 31 de marzo de 2001 la Audiencia Nacional falló contra Conde y le condenó a 10 años y dos meses por los delitos de estafa y apropiación indebida, obligándoles a devolver 7.200 millones de pesetas a Banesto. Las defensas recurrieron al Supremo, y Conde evitó la cárcel con una fianza de 500 millones de pesetas. Sin embargo, el 29 de julio de 2002 el Tribunal Supremo aumentó las penas, y Conde fue condenado a 20 años de cárcel, que cumpliría inicialmente en la prisión de Alcalá Meco.

Lo cierto es que la adquisición de Banesto supuso para Santander su confirmación como uno de los principales actores del sector financiero español, papel que se reforzaría cinco años más tarde en la fusión con el Banco Central Hispano, que a su vez había urgido de la integración entre el Central y el Hispanoamericano en 1991. El Santander Central Hispano (BSCH) se convirtió en el líder del sector bancario español.

Otro de los hitos para el sector financiero español fue la desaparición de la banca pública, que a principios de la década de los 90 aún concedía un 15% de los créditos en España, pero ya entonces estaba abocada a su desaparición. Desde el principio de la democracia, tanto conservadores y socialistas habían estado de acuerdo en su privatización, al entender que el sistema financiero privado era capaz de atender toda la demanda de crédito de la sociedad española. En cualquier caso, se mantuvo un ICO residual para intervenir en casos excepcionales.

En 1991 se había creado la Corporación Bancaria de España, que operaba bajo el nombre de Argentaria, un holding bancario público, que pretendía alentar el proceso de concentración bancaria de cara a la libre competencia de la UE. El encargado de dirigir la Corporación fue Francisco Luzón.

Desde un primer momento, Luzón no ocultó la intención de una privatización. De hecho, uno de sus primeros movimientos fue la petición de ingreso en la Asociación Española de Banca (AEB), la patronal que reúne a los bancos privados españoles. El sucesor de Luzón en Argentaria, Francisco González, fue el que culminó el proceso de privatización cuando propició en septiembre de 1998 la fusión por absorción de las unidades que formaban el grupo, una vez concluida la privatización total del mismo. El culmen del proceso fue la fusión que dio origen al actual BBVA que preside el propio González en la actualidad.

El fin de las cajas

Durante todo este tiempo, el único actor que se mantuvo al margen del baile de fusiones fue el Banco Popular. De hecho, hasta 2011 la entidad presidida hoy en día por Ángel Ron no ha dado su brazo a torcer en su histórica estrategia de crecimiento orgánico con el anuncio este mismo año de la fusión con el gallego Banco Pastor.

La reorganización de la banca pasó de largo para las cajas de ahorros, que no comenzaron su propio proceso de consolidación hasta hace apenas unos años, tras el detonante que supuso la crisis financiera originada en 2007. Aunque el sector financiero español no había invertido en esta clase de productos debido a la estricta supervisión del Banco de España, no fue ajena a las turbulencias. En este escenario se hizo casi obligado crear unas cajas más grandes que pudiesen obtener financiación. Otro punto clave fue la profesionalización de los consejos y las cúpulas directivas de las cajas, controladas desde hacía años por los poderes públicos, y plagados de representantes políticos.

Las reticencias De este modo, hasta el momento, el último paso para la reorganización del sector está siendo la reestructuración de las cajas de ahorros, reconvertidas finalmente en bancos. La reestructuración de las cajas, legado de Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente del Banco de España, se ha realizado en un tiempo récord, apenas dos años desde que el supervisor se vio obligado a intervenir Caja Castilla La Mancha por su delicada situación patrimonial, aunque con múltiples altibajos.

La intervención de esa entidad, que apenas representaba un 1% del sector financiero español, supuso el pistoletazo de salida para el proceso, que tomó aún más velocidad cuando en 2010 el Banco de España se vio obligado también a intervenir la andaluza Cajasur, en medio de una crisis que aún hoy no da síntomas de terminar.

En un primer momento, el Gobierno se inclinó simplemente por sanear las entidades y promover sus fusiones . A ese fin, se creó el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), destinado a costear con dinero público el proceso de integración de las entidades.

El fondo, dotado inicialmente con 9.000 millones de euros, ampliables a 99.000 si fuera necesario, concedía préstamos a través de la compra de participaciones preferentes de las entidades, que debían devolverse a unos tipos de interés del 7,75% el primer año, incrementándose en los posteriores.

Sin embargo, las reticencias políticas, especialmente de las comunidades autónomas que controlaban de facto las cajas, propició que las integraciones no se hiciesen al modo tradicional, sino que se optase por el ‘novedoso’ sistema de los sistemas institucionales de protección (SIP), que aunque agrupaban el negocio financiero, permitían mantener la naturaleza jurídica de las entidades, que conservaban además sus órganos de dirección.

Pronto se vio que este ‘apaño’ resultaba insuficiente según se endurecía la crisis. Así, el Gobierno y el Banco de España dieron un paso más allá, al elevar los requisitos de solvencia para el sector financiero español. El llamado Decreto de Recapitalización obligaba a los bancos a alcanzar un ratio de capital de máxima calidad del 8%, frente al 10% para las cajas de ahorros. Para facilitar el proceso, se cambió el FROB para que sus ayudas se tradujesen en acciones con derechos políticos.

El decreto supuso en la práctica la desaparición de las cajas de ahorros tal y como había existido en los últimos años. Los grupos que se habían creado durante la primera ola de la reestructuración, se convirtieron en bancos y en algunos casos comenzaron a cotizar en Bolsa.

Bankia se convirtió en el paradigma del sector. La entidad, surgida de un SIP inicial entre Caja Madrid, Bancaja, y otras cinco cajas de menor tamaño, salió a Bolsa en julio de 2011 bajo la presidencia de Rodrigo Rato, que había llegado a Caja Madrid en 2009. La Caixa, primera caja de ahorros de España, también creó un banco (CaixaBank) a pesar de haberse mantenido al margen de las fusiones, si se excluye la compra de la pequeña Caixa Girona.

El otro grupo de cajas cotizado es Banca Cívica, liderado por Caja Navarra y CajaSol. Pero no todos los grupos han tenido tanta suerte.

Intervenciones del Banco de España

Banco Español de Crédito (Banesto), intervenido en 1993 con un coste de saneamiento de 1.168 millones de euros.

Caja de Ahorros de Jerez, intervenida en 1994 con un coste de 15 millones de euros.

Banco Credipás, intervenido en 1996 con un coste de saneamiento de 9,3 millones de euros.

Eurobank del Mediterráneo, intervenido en 2003 con un coste de saneamiento de 79,7

Caja Castilla La Mancha (CCM) intervenida en 2009 después de no lograr llevar a buen puerto una fusión con Unicaja. En la nota del Banco de España se aseguraba que la caja tenía un patrimonio neto positivo y era «una entidad solvente».

Cajasur, intervenida en 2010, al igual que en el caso de CCM, después de que las negociaciones para una fusión con Unicaja no prosperaran.

Aresbank. En marzo de 2011 el Ministerio de Economía anunciaba la sustitución del consejo del Banco Árabe Español (Aresbank), del que el Banco Central de Libia controla un 99,86%.

Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), intervenida el 23 de julio de 2011 por el Banco de España, que le inyecta 2.800 millones de euros.

– El 30 de septiembre de 2011, el Banco de España decide nacionalizar Novacaixagalicia, CatalunyaCaixa y Unnim después de que los tres grupos de cajas no lograsen cumplir los nuevos requisitos de solvencia aprobados por el Gobierno.

Más información