¿Jubilarnos a los 82 años? Si no hay reformas ocurrirá en una década

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¿Jubilarnos a los 82 años? Si no hay reformas ocurrirá en una década

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A pesar de la urgencia de reformas Afi considera que “la Seguridad Social no va a quebrar jamás” pero que de no llegar cambios “las pagas extras se van a agotar”. El sistema público de pensiones pide una reforma a gritos. El director asociado de Afi, José Antonio Herce, considera que sin cambios en la actual fórmula retributiva, por parámetros demográficos, la jubilación deberá posponerse hasta los 82 años en una década, lo que supondría consumir prácticamente toda la actual esperanza de vida.
 
Herce ha sentenciado de manera tajante que “mantener la edad de jubilación es un suicidio”. En este sentido, en el marco de la XIII Jornada Financiera de la Mutualidad de la Abogacía, ha explicado que la llamada ‘gran edad’ ha ido retrasándose en las últimas décadas mientras que el momento de retirarse de los puestos de trabajo se ha mantenido invariable. Además, la pirámide poblacional española, cada vez más envejecida hace inviable que este esquema se sostenga mientras la esperanza de vida se prolonga y la natalidad se reduce.
 
En este sentido, el doctor en Economía señala que los criterios actuales para fijar la edad de jubilación no responden ya tampoco a ninguna pauta para facilitar el relevo generacional en el ámbito laboral. Además, ha defendido que ha trabajos de responsabilidad que requieren de experiencia y trayectoria y que no todos los puestos han de ser transferibles de trabajadores con más trayectoria a otros más jóvenes.
 
A pesar de que Herce ha reconocido que el cálculo de edad de jubilación es aproximado y basado en previsiones económicas y demográficas, que pueden no resultar tan exactas como se pretende, ha enumerado los retos a los que se enfrenta el sistema público de pensiones. En primer lugar, el demográfico, al que se suman uno de corto plazo que está en la sostenibilidad, derivado en buena parte del primero. Más a medio plazo, el de la suficiencia. Y ya a largo plazo, el de la cobertura.
 
No obstante, la alarma en cuanto a la sostenibilidad del sistema, el experto considera que “la Seguridad Social siempre estará en condiciones de pagar las pensiones”. Para reforzar su mensaje, ha apostillado que “no va a quebrar jamás”. Después, ha apostillado que “otra cuestión es que probablemente no serán las pensiones que esperábamos”.
 
Por lo que se refiere a los tipos nominales, ha señalado que “mientras que no cambien” el desembolso del Estado en retribuciones por jubilación no debería superar en ningún caso el 10% del PIB. Una ratio que supondría que el reparto en el que se fundamenta el sistema español caería progresivamente al existir un número creciente de pensionistas mientras que el ciclo económico no es alcista por definición.
 
Así, considera que como poco mientras no se tomen medidas en el asunto, “las pagas extras se van a agotar”. En este punto, Herce ha abogado en su ponencia en el marco de la Jornada Financiera de la Mutualidad de la Abogacía por pasar del actual sistema distributivo a modelos individualizados donde se recogiera el tipo de cargas fiscales para calcular la retribución, pues hoy por hoy solo se contemplan la edad, el tiempo cotizado y la base sobre la que se ha cotizado en cada momento.
 
Frente a estas polémicas, el economista ha valorado positivamente la posibilidad recientemente señalada por el Gobierno de compatibilizar el cobro de pensiones con el mantenimiento de un trabajo activo. Asimismo, ha valorado de “muy buenas” las pensiones públicas españolas porque hasta el momento vienen siendo capaces de reponer un 80% del salario que se pierde en el momento de la jubilación. Por otra parte, el problema demográfico afecta también a los aseguradores privados, a los que ha recomendado estudiar fórmulas para “ser capaces de entender, gestionar y mitigar que el riesgo de longevidad se acumule en sus balances”.
 
De cara al futuro más a largo plazo, Herce señala una amenaza más para el sistema de pensiones: la irrupción de los robots en el ámbito laboral. En este punto, que ya es una realidad en muchas industrias, considera que la solución pasaría por fijar cotizaciones para estas máquinas siguiendo el modelo francés. No obstante, estima que el problema más serio emergería cuando estos fueran más que los trabajadores y por tanto ya no fuera tan fácil imponer tasas a las compañías que los empleasen en su cadena productiva. Un reto que el economista califica en la actualidad como de “ciencia-ficción” pero que recomienda no dejar de vigilar.

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