La Unión Europea afronta la mayor crisis desde su fundación

Especial 25 aniversario

La Unión Europea afronta la mayor crisis desde su fundación

Comisión Europea

Cómo se ha llegado hasta aquí tiene mucho que ver con aquellos años de alegría financiera con los que comenzó el siglo XXI y con el mundo de los derivados. La Unión Europea enfrenta la crisis política más grave desde su fundación. Los duros años de crisis económica y la respuesta de unos dirigentes comunitarios obsesionados con la disciplina presupuestaria han alejado a los ciudadanos del proyecto común, mientras avanzan nacionalismos y ultraderecha. Parafraseando a José Ortega y Gasset, para muchos ciudadanos, Europa ya no es la solución, es otro problema.
 
Cómo se ha llegado hasta aquí tiene mucho que ver con aquellos años de alegría financiera con los que comenzó el siglo XXI y con el mundo de los derivados, unos productos que se han movido siempre al margen de cualquier supervisión pública y sin los requisitos mínimos de trazabilidad y transparencia. Todo se basaba en el dudoso principio de que dividiendo el riesgo hasta el infinito acabaría desapareciendo. Lo que pasó fue justo lo contrario: al dividirse, el riesgo se multiplicó exponencialmente. Y colapsó Lehman Brothers en 2008.
 
Desde entonces, en Europa se ha producido una transformación prodigiosa, en virtud de la cual algunas grandes instituciones financieras privadas han perdido su condición de acreedores globales en favor de los estados, que se han convertido en los nuevos grandes prestamistas mundiales. Y todo ello, además, al margen de cualquier mecanismo de control público o parlamentario, cuando no directamente a espaldas de los hemiciclos nacionales.
 
La transustanciación de la deuda
 
Fue el milagro de la transustanciación de la deuda. Así definió Carlos Humanes, fundador de ElBoletin.com, a esta transformación de deuda privada en pública, este ‘milagro’ que ha provocado que, junto a la caída de los ingresos fiscales, los déficits de los estados y la deuda alcancen cifras difícilmente sostenibles.
 
Para hacer frente a esta situación, los dirigentes comunitarios apostaron por la austeridad, recortaron prestaciones sociales y privatizaron servicios públicos. Unas políticas que siguen sin impulsar el crecimiento y que han aumentado la desigualdad.
 
Muchos ciudadanos han visto en estas políticas un ataque frontal al sistema democrático. El poder financiero se impuso al político y este último faltó a las obligaciones contraídas con sus representados.
 
Han tenido que pasar años para que Bruselas empiece a poner en duda las supuestas excelencias de la austeridad, pero más que por motivos económicos, por los riesgos políticos asociados al auge de los nacionalismos y extremismos.
 
El mayor golpe del proyecto europeo
 
Precisamente, el mayor revés que ha sufrido el proyecto europeo desde su fundación es el denominado Brexit. Reino Unido emprendió hace cinco meses un camino lleno de incógnitas colosales, después de que sus ciudadanos aprobaran en referéndum abandonar la Unión Europea.
 
Nadie sabe realmente cómo se llevará a cabo este proceso, cuánto tiempo durará y qué implicaciones tendrá para las islas y el continente. La decisión británica ha dado inicio a un largo periodo de incertidumbre política y económica. Ni siquiera el Gobierno de Theresa May sabe cómo afrontarlo, según reveló recientemente The Times, que publicó un informe elaborado por el Ejecutivo que detallaba la “extrema” dificultad que extraña llevar a cabo el proceso de separación. Londres trabaja en más de 500 proyectos relacionados con la desconexión.
 
Los funcionarios del Gobierno se han visto ante tan ingente cantidad de trabajo que están teniendo severos problemas para cumplir el calendario impuesto. Por eso el informe destaca la necesidad de contratar a más 30.000 funcionarios adicionales, ya que con la cantidad actual de trabajadores del Estado no se puede afrontar la carga de trabajo, asegura el documento.
 
Tras el portazo de los británicos, la canciller alemana, Angela Merkel, ha advertido de que las negociaciones no serán fáciles y avisó a Londres de que si impide la libre circulación de personas no podrá beneficiarse de las ventajas del mercado común. El primer ministro francés, Manuel Valls, aseguró que se trataba de un “shock explosivo”, al tiempo que llamó a “reinventar otra Europa”. Mientras, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, pidió “celeridad” para dejar claro cuanto antes cómo va a funcionar desde ahora la Unión de los Veintisiete.
 
El Brexit ha dejado un enorme vacío en Europa, pero quizás aún es pronto para afirmar que este acontecimiento haya supuesto el principio del fin de la Unión. La prueba de fuego tendrá lugar el próximo año, cuando se celebren las elecciones presidenciales en Francia. El mazazo podría ser el definitivo si la extrema derecha de Marine Le Pen se hace con el poder en un país que constituye, junto a Alemania, la piedra angular del proyecto europeo.
 
Los gobiernos de Alemania y Francia no están dispuestos a dar concesiones al Reino Unido para evitar que estimulen el euroescepticismo, cuando falta poco para sus elecciones. La histórica decisión que tomaron en las urnas los británicos sacudió a Europa y ha dado aliento a los movimientos que desafían la política tradicional en todo el mundo.
 
Ascenso de la ultraderecha
 
Al calor de la antiinmigración y el euroescepticismo se ha producido un avance de los partidos de extrema derecha que se extiende ya por toda la UE, una extrema derecha populista y xenófoba que tiene en Francia, con el Frente Nacional, uno de sus paradigmas.
 
Aunque quizá el mejor ejemplo de que lo que está ocurriendo en Europa sea lo sucedido en Austria con el Partido de la Libertad (FPÖ) que en mayo perdió por la mínima las elecciones presidenciales, después de haber vencido en la primera vuelta, unos comicios que volverán celebrarse en diciembre, por irregularidades en el recuento de votos, y que tienen a toda Europa pendiente ya que las encuestas son favorables al candidato de FPÖ, Norbert Hofer, con lo que se abre la posibilidad de que por primera vez en la historia moderna de Austria un ultraderechista se convierta en presidente.
 
También es todo un signo de lo que está ocurriendo el hecho de que en Holanda el partido de extrema derecha PVV encabece todas las encuestas de intención de voto de cara a las elecciones generales que se celebrarán en ese país en marzo de 2017.
 
Alemania tampoco ha escapado del auge de la derecha más radical con el tirón de Alternativa para Alemania (AfD) que irrumpe con fuerza en el panorama político germano, igual que lo hizo en su día en Grecia Amanecer Dorado, o Lega Nord en Italia, mientras que en Reino Unido, el UKIP -partido nacionalista y euroescéptico por antonomasia dentro de la ultraderecha europea- mostró sus ‘credenciales’ con sus buenos resultados en las últimas municipales y autonómicas de Gran Bretaña.
 
Crisis humanitaria
 
Y es que no hay que olvidar que la UE vive lo que se considera la crisis humanitaria más grave tras las II Guerra Mundial. Desde la Primavera Árabe de 2011 y partir de la guerra de Siria, los miles de refugiados que huyen del conflicto sirio y del terrorismo de Dáesh, así como de los conflictos en Irak o Afganistán, han intensificado los flujos migratorios hacia una Europa que se ha visto desbordada y que como única respuesta ha decidido reforzar sus fronteras y encargar a países ajenos, como Turquía, que controle la entrada de migrantes.
 
El acuerdo con Turquía –de retornar a todos los nuevos inmigrantes irregulares que pasen de Turquía a las islas griegas, haciéndose cargo la UE de los costes- recibió numerosas críticas internacionales, incluidas las de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y alguna de sus agencias como el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), por entender que vulnera normas internacionales como la Convención de Ginebra para los Refugiados, además de numerosas normas de derecho europeo.
 
La crisis de los refugiados ha dañado, además, gravemente, la esencia misma del proyecto europeo basado en la unidad entre los países miembros. Se ha caído el mito de la solidaridad ya que se ha dejado solos a aquellos países que son de tránsito y destino principal de los refugiados, poniéndose de manifiesto que los gobiernos europeos parecen incapaces de lograr una respuesta política común a la avalancha migratoria.
 
Otra ‘victima’ de la incapacidad europea para hacer frente a esta crisis ha sido el Acuerdo de Schengen, que permite la libre circulación de personas y la eliminación de fronteras territoriales entre los miembros de la UE- y que estaba considerado como uno de los mayores logros del proceso de integración europeo, un acuerdo que se ha convertido en papel mojado ya que algunos países (Austria, Eslovenia, Croacia, por ejemplo) han restablecido los controles fronterizos.
 
Otra Europa
 
El futuro del Viejo Continente está rodeado de incertidumbre. Pero si como creen algunos, Europa es el problema, otra Europa es la solución. Si Robert Schumann proclamó en 1949 que había que “inventar Europa” tal vez haya ahora que reinventarla para alejar los fantasmas de su historia trágica y para que siga siendo ejemplo de hermandad y nunca más de enfrentamiento.

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