Awayland

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Villagers Nothing Arrived by Villagers on Grooveshark

Con 2014 recién iniciado y mientras los aficionados esperan la llegada de algunos discos que, teóricamente, deberían marcar las tendencias musicales que nos deparará el nuevo año, todavía es posible disfrutar, y mucho, de los grandes álbumes que se publicaron en 2013 y mantienen la vigencia y la frescura, a pesar del tiempo transcurrido. Como sucede, por ejemplo, con ‘Awayland’ de Villagers, la segunda entrega de las portentosas aventuras de esta banda irlandesa que lidera, y casi monopoliza Conor O’Brien, uno de esos autores que parecen haber crecido escuchando a Nick Drake desde la cuna, pero que se esfuerzan en actualizar el legado de este maestro de cantautores para que sea posible disfrutar de sus hallazgos en este convulso inicio del siglo XXI.

O’Brien y lo suyos, que llevan en el negocio desde 2008, ya sorprendieron gratamente a la concurrencia con su primer disparo. Aquel ‘Becoming a Jackal’se ganó el beneplácito de la crítica y obtuvo una buena repercusión entre el público más adicto a los deliciosos paisajes melódicos del mejor ‘indie folk’. De modo que había interés por saber si ‘Awayland’ sería otro paso en el buen camino o, por el contrario nos encontraríamos con un fiasco, como ha ocurrido en más de un caso con bandas más que prometedoras que, sin embargo, fueron incapaces de superar el siempre difícil reto que supone el segundo disco.

Dígamoslo ya: ‘Awayland’ pasa el exámen con sobresaliente y mejora en casi todos los terrenos a su antecesor. Prácticamente, desde ‘My Lighthouse’, la primera canción del disco, ya es posible darse cuenta de que nos vamos a encontrar con una colección de temas facturados por un autor en estado de gracia, que no necesita más elementos que un suave arpegio de guitarra y unos coros colocados en los lugares justos para arropar una melodía dulce y memorable que engancha desde el principio. Y de ahí a la eternidad, prácticamente, porque el interés no decae en ningún momento.

A sus 28 años, O’Brien parece seguir sumando influencias positivas y reforzando un estilo pleno de personalidad, pero que todavía está en proceso de formación, lo que le augura un más que interesante porvenir. Hay aquí, sin ir más lejos, algún aroma del mejor Curtis Mayfield que aporta interesantes pinceladas soul al conjunto. Y más de una reminiscencia de aquellos ‘Waterboys’ de los ochenta que apostaron por inyectar buenas dosis de folk vitamínico en el pop lánguido que hacía fortuna en las listas de la época. También nos encontramos con un inteligente uso de la electrónica en unos arreglos que, quizá gracias a eso, suenan rabiosamente contemporáneos.

Además en este ‘Awayland’ es posible apreciar algún avance en los textos, que tienen cada vez más importancia en las composiciones del líder de Villagers, y vuelan cada vez más alto. O´Brien se aleja de las temáticas más trilladas de su estilo y aporta unas cuantas historias propias divertidas y originales. Como la soñadora historia del protagonista de ‘Earthly Pleasures’ que llega a encontrarse con dios, tras pasar por la guerra civil brasileña del siglo XIX, en un frenético viaje que inició desnudo en el cuarto de baño mientras se lavaba los dientes.

Hay muchos otros tesoros escondidos en un disco que aportara más de un buen rato a quien se anime a descubrirlo. De momento, mi favorita es ‘Nothing Arrived’ que abre fuego con un potente ritmo de guitarra acústica y se beneficia de un dinámico riff de piano y un pegajoso estribillo. Aunque, como he dicho, la competencia es dura y ahí están para demostrarlo otras ‘joyitas’ de poco más de tres minutos como ‘Passing a Message’, ‘The Bell’ o ‘The Waves’. Pero como siempre conviene repetir en estas reseñas, quizá el amable lector encuentre más agradable y entretenida alguna que otra pieza ene esta colección de once melodías inolvidables que nos ofrece O’Brien.

Desde aquí recomendamos su escucha y les animamos a emprender el viaje. El resto es cosa suya. Pero recuerden, cuando se trata de oir música, conviene siempre hacerlo en las mejores condiciones posibles. Sobre todo si, como en este ‘Awayland’ los autores han cuidado al milímetro el sonido. Así que consigan que alguien les preste un buen plato o adquieran uno, para sumergirse con ‘Villagers’ en la sensación única y placentera que genera una aguja de diamante cuando se desliza por los surcos de una apetecible rodaja de vinilo.

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