Gerard Mortier, director del Teatro Real nunca ha sido una figura cómoda para este Gobierno, pero desde que el proceso de su sucesión, previsto para 2016, se aceleró por culpa del cáncer que se le ha diagnosticado su enfrentamiento con el ministro de Cultura José Ignacio Wert ha subido de grado.
Polémicas a parte, Mortier ha conseguido situar al Real en la primera división de los teatros de Opera mundiales, por eso resulta importante que su sucesor en el cargo tenga su aval. Por lo menos si se quiere seguir adelante con los proyectos en marcha y la programación prevista para las próximas dos temporadas.
Pero Wert, o el Gobierno, no quieren que el próximo director del Teatro Real sea un hombre de Mortier, alguien de su entorno propietario de la cartera de contactos que le permite realizar los montajes que realiza. Así que ha dejado claro a Gregorio Marañón que el sucesor del actual director del Real ‘tiene que ser español’.
Mortier cree que en España no hay tradición suficiente para generar a un director solvente en esta área. Y, en cualquier caso, siente que no se respeta la parte no ‘escrita de su contrato’ en la que se le concedía la posibilidad de intervenir en su sucesión.
Así que propone un concurso abierto, en el que los aspirantes al puesto presenten sus proyectos, sus posibilidades de llevarlos a cabo y su curriculums. Luz y taquígrafos. Justo lo que Wert no quiere.
Para que el desafío quede claro, Mortier ha dicho todo esto en una entrevista exclusiva a ‘El País’, en la que también queda claro que el tratamiento que sigue para acabar con el cáncer no le impide, por ahora, seguir en la pelea.
Y el recado no puede ser más evidente. Si no le dejan elegir sucesor se marcha antes de 2016 y deja en el aire la programación de los próximos años. Y quizá mucho más, porque sin el aval de Mortier, según aseguran algunos aficionados madrileños, el Real se convertiría en un vulgar Teatro de provincias.
