La conservación: las cualidades, a punto

El Rincón del Habano

La conservación: las cualidades, a punto

Una humedad que esté entre 65% y 70-75% y una temperatura de 16º a 18º grados centígrados crean el entorno ideal para que los cigarros den al fumador lo mejor de sí mismos. Recordemos que el sabor y el aroma son los primeros que se ven afectados si el cigarro no recibe la conservación adecuada.

Para garantizar la buena conservación de nuestros puros conviene adquirirlos en establecimientos que cuenten con una cava que goce de las mencionadas condiciones de humedad y temperatura, o que dispongan de un humidor bien acondicionado y bien atendido.

Para casa, lo más práctico es el humidificador, una caja hecha de madera de cedro, o con el interior forrado de cedro, con cierta estanqueidad y que lleve incorporado un sistema humectador que permite regular las condiciones internas de humedad (generalmente una bandeja con una esponja que hay que humedecer). Los humidificadores suelen incorporar un higrómetro que indica el grado de humedad, aunque no informa sobre la temperatura. Para mayor seguridad es recomendable un higrómetro/ termómetro digital portátil, mucho más preciso y fiable.

Alta tecnología al servicio de lo tradicional
El higrómetro convencional no siempre mide la humedad fielmente, ya que con los golpes, el movimiento o el tiempo, acaba por descompensarse. Pero ya existen en el mercado higrómetros que ofrecen sistemas digitales altamente fiables que garantizan al fumador la exacta medida de la humedad de sus cigarros. Y si tenemos puros secos, el humidor nos resultará imprescindible para poder recuperarlos casi completamente en poco tiempo.

Conviene “airear” el humidor con cierta frecuencia ya que, al igual que los armarios, pueden acumularse y mezclarse olores. Con dejar abierto el humidor una hora a la semana será suficiente.

Otro de los aspectos que hay que cuidar con atención es el de la temperatura. Los higrómetros no miden la temperatura y habitualmente las casas en España se encuentran a temperaturas que rondan o superan los 25º. Ese calor constituye el caldo de cultivo óptimo para incubar la bestia negra del tabaco: la laxioderma, una plaga que arruina los cigarros.

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