Los Pocos, humor contra el desastre

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Los Pocos, humor contra el desastre

Los Pocos

El dúo madrileño formado por Kiko Tovar y Pepe Macías presenta en sociedad su nuevo espectáculo en la sala Galileo. Creánme. Aunque las apariencias indiquen lo contrario, no todos los cantautores son tipos tan serios como los que describió Luis Eduardo Aute en aquel magnífico ‘Autotango’. Ni jóvenes ‘perrroflautas’. Ni tampoco treintañeros curtiditos atacados por el virus del amor adolescente perenne. También los hay capaces de reírse hasta de si mismos. Como Los Pocos, por ejemplo.
 
El dúo integrado por Kiko Tovar y Pepe Macías forma parte de una tradición que tiene raíces profundas y antecedentes ilustres. Hubo y habrá cantautores que usan el humor y la ironía para poner de manifiesto las paradojas cotidianas y las contradicciones que amargan la vida de los seres pensantes, conscientes o inconscientes.
 
Una línea de trabajo, guadianesca, que resurge de vez en cuando y que ha dado genios inolvidables y más bien minoritarios como Javier Krahe o bandas que llegaron a acariciar el éxito masivo como Académica Palanca, aquel trío ingenioso y brillante que integraron Javier Batanero, Miguel Vigil y Antonio Sánchez.
 
Tovar y Macías no son dos recién llegados. Kiko fue el niño prodigio de la generación de cantautores que triunfó en los ‘noventa’ y de la que también formaron parte, entre otros Ismael Serrano o Pedro Guerra. Y Pepe se ha curtido en los platós televisivos, ha escrito libros y acaba de descubrir las maravillas de trabajar como bajista en una banda de pop.
 
Su alianza, además, no se ha forjado en ningún laboratorio discográfico. Los Pocos se han forjado a fuego lento en los pequeños escenarios del circuito madrileño como el mítico Libertad 8 o en las perfomances underground organizadas por el activista Andrés Sudón y sus incansables compañeros de Radio Persona.
 
Y ahora, están listos para dar el salto y a punto de despegar. La ‘botadura’ de este barco cargado de canciones tendrá lugar el próximo 14 de febrero en la sala Galileo de Madrid. Allí, los anfitriones nos prometen que viviremos, “una experiencia única porque nadie querrá repetir”. A lo mejor les apetece probar.
 
 

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