Ruth Beitia se proclama campeona olímpica y da a España su séptimo oro

Rio 2016

Ruth Beitia se proclama campeona olímpica y da a España su séptimo oro

Ruth Beitia

Antes que ella, sólo Fermín Cacho, en 1.500 metros, y Daniel Plaza, en 20 kilómetros marcha, habían logrado vencer en el atletismo olímpico, ambos en Barcelona 1992. La española Ruth Beitia cumplió hoy su sueño de decir adiós a los Juegos con una medalla al proclamarse nueva campeona olímpica en la final de salto de altura de Río 2016.
 
En sus cuartos Juegos Olímpicos, los últimos también a sus 37 años, Beitia subió a lo más alto del podio con un salto de 1,97 metros, por delante de la búlgara Mirela Demireva, plata, y de la croata Blanka Vlasic, bronce, ambas con la misma altura que la española, pero peor concurso.
 
La veterana saltadora se despidió así por la puerta grande, sumando el séptimo oro para España -para un total de 14 metales a falta de la jornada del cierre- y convirtiéndose en la primera mujer campeona olímpica del atletismo de su país.
 
Antes que ella, sólo Fermín Cacho, en 1.500 metros, y Daniel Plaza, en 20 kilómetros marcha, habían logrado vencer en el atletismo olímpico, ambos en Barcelona 1992.
 
«¡Esto es increíble! Vine a por una medalla y me llevo el oro», afirmó Beitia, aún incrédula, dos horas después de haber conquistado un metal dorado que superó las expectativas.
 
«Como tuiteé ayer (viernes), a veces los sueños se hacen realidad y el mío se ha cumplido hoy», añadió la exultante campeona.
 
Señalada por todas las quinielas como una de las claras opciones de medalla del equipo español después de proclamarse campeona de Europa por tercera vez consecutiva, Beitia fue incluso más allá de los pronósticos, que no siempre le otorgaban el primer cajón del podio.
 
Beitia, que irradió confianza y felicidad durante sus días en Río, se clasificó como primera y sin nulos para la final. Hoy saltó del mismo modo en la noche decisiva, su última oportunidad para lograr una medalla a cuyas puertas se había quedado en Londres con su cuarto puesto.
 
«La vida me regaló una segunda oportunidad y el momento para que se cumpla mi sueño es el sábado; si no, no habrá más», había confesado la campeona española tras lograr el pase.
 
«La segunda oportunidad ha sido la oportunidad de demostrar todo el trabajo hecho durante 26 años con mi entrenador Ramón Torralbo, al que pertenece la mitad de la medalla», dijo hoy, con su oro ya colgando al cuello.
 
Y es que, tras el sinsabor de Londres, Beitia pensó en una retirada que, de hecho, anunció, y luego reconsideró para protagonizar la etapa más brillante de su carrera.
 
Desde que decidió que tal vez se había precipitado en su adiós a la competición y regresó a ella para proclamarse hoy nueva campeona olímpica, Beitia conquistó seis de las 14 medallas que posee en los grandes certámenes: dos oros europeos, otro en el Mundial de pista cubierta, un bronce en el Mundial de 2013, y otro y una plata en Mundiales de pista cubierta.
 
Hoy, en el Estadio Olímpico de Río de Janeiro, y pese a estamparse en sus tres intentos sobre los dos metros, la campeona de Europa conquistó su primera medalla olímpica con un expediente impoluto sobre las anteriores alturas, también sobre el 1,97, donde sus rivales protagonizaron ya algún nulo.
 
Mientras sus contrincantes iban tirando el listón ya en alguna de las primeras alturas, la campeona española superó el 1,88, el 1,93 y el 1,97 con una hoja inmaculada.
 
Ninguna de las otras finalistas llegó a los dos metros con el expediente tan limpio como ella, ni siquiera la estadounidense Chaunte Lowe, otra de las grandes favoritas al oro, que necesitó de su tercer intento para salvar el 1,97.
 
Llegadas a los dos metros, la barrera que la propia Beitia había pronosticado que habría que superar para subirse al podio, la tricampeona europea falló sus dos primeros intentos. Y, tras hacer lo mismo con el tercero, con la medalla ya asegurada, tuvo que esperar a ver lo que hacían sus rivales para saber el color.
 
Demireva ya había registrado sus tres nulos antes que ella. Vlasik lo hizo después. La plata, al menos, era suya. Pero llegó el oro, porque Lowe también derribó.
 
«Cuando derribó Demireva, pensé: ‘se cumplió el sueño, soy medallista. Cuando lo hizo Vlasic, fue el subidón, la plata. Y cuando falló Chaunte, que cerraba y podía dar la explosión, fue increíble. Supongo que la suerte estaba de mi parte o no sé», recapituló Beitia el desenlace de la prueba que la convirtió en campeona olímpica.
 
En cuanto se supo como tal, la española corrió a abrazar a Torralbo, su «otra mitad». Luego, dio la vuelta al Engenhao ondeando la bandera española, antes de subirse a un podio en el que pudo contener las lágrimas entre gestos de incredulidad.

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