Kate Jackson se apunta al buen pop intemporal en ‘British Road Movies’

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Kate Jackson se apunta al buen pop intemporal en ‘British Road Movies’

Kate Jackson, British Road Movies

La cantante británica regresa a los escenarios, apadrinada por Bernard Butler, el exguitarrista de Suede Ultimamente, gracias a las posibilidades que otorga la tecnología, cada vez es más habitual encontrarse con discos como este ‘British Road Movies’ de Kate Jackson del que nos ocupamos hoy. Albumes, completos, bien arreglados e instrumentados y que han sido ‘grabados’ por un equipo más que reducido que se basta y sobra para que el producto final suene como tiene que sonar con un gran ahorro de costes y menos quebraderos de cabeza de los que proporciona trabajar con una banda más extensa.
 
En este caso concreto, todo aquello que podemos escuchar es obra de sólo tres personas. La propia Kate, claro, que compone y canta, el veterano guitarrista Bernard Butler, que se encarga de todos los instrumentos, menos la batería y la percusión, y Mako Sakamoto, uno de sus colaboradores habituales, que le pega duro a los tambores, baquetas en mano, para completar el conjunto.
 
Se trata, además, de un disco largamente esperado por la afición, por los degustadores del buen pop británico intemporal de toda la vida, porque empezó a grabarse hace ya unos cuantos años. Justo a finales de 2008, cuando tras un desgraciado accidente de su líder Dorian Cox, The Long Blondes, la banda en la que Jackson se dio a conocer, optó por finalizar su carrera para desesperación de su creciente base de fans.
 
Y, aunque Kate no era quizá el elemento principal de aquella banda tan añorada, por lo menos desde el punto de vista artístico o ideológico, si podía parecerlo en muchas ocasiones, porque ocupaba el centro del escenario, siempre perfecta en su papel de cantante principal, y con una presencia perfecta para evolucionar bajo los focos y captar la atención del respetable.
 

 
En aquel momento difícil en el que era necesario pensar en nuevos caminos musicales, a Kate se le ocurrió ya buscar el apoyo de Butler para diseñar el repertorio que le permitiera subirse a los escenarios al frente de su propio proyecto. Alguien con quien componer canciones al 50%, pensar en los arreglos y la esencia del conjunto para iniciar un periplo renovado.
 
Y, al parecer tenía claro que Bernard era el cómplice que buscaba. Ella había sido una verdadera ‘fan fatal’ de Suede, la histórica banda de pop británico que revitalizó el género a finales del siglo pasado con su primera formación, de la que el guitarrista formaba parte y gracias a esa admiración que le profesaba, también estaba convencida de que iban a ser capaces de hacer grandes cosas juntos.
 
 
 
Por la época incluso escribieron unas cuantas canciones a medias, algunas de las cuáles, como la estupenda ‘Lie to me’ han recuperado ahora. Pero, los trabajos, que no llegaron a tener un ritmo constante en ningún momento, se interrumpieron poco después, cuando Jackson tomó la decisión de abandonar temporalmente la música e irse a Roma para dedicarse casi en exclusiva a la pintura. Algo que hizo durante unos cuantos años, según parece. O por lo menos, según se cuenta en sus últimas biografías promocionales.
 
En ello estuvo, por lo visto, hasta que, en 2015, le entró la nostalgia y tomó la decisión de volver a Reino Unido y retomar su carrera de proyecto de estrella del pop. Un proyecto para el que se hizo necesario reanudar las sesiones con Butler y dar fin a aquel disco que no había llegado a completarse, como primer paso, para después reunir una banda y probar suerte sobre las tablas como capitana y máxima responsable de su propio destino musical.
 
En estos días, Jackson se encuentra inmersa en una larga gira de presentación de este disco, acompañada por The Wrong Moves una rocosa banda, cuyos componentes cumplen más que bien con el cometido que se les ha asignado. Y, de momento, tanto las críticas, como los testimonios de testigos presenciales de alguno de estos conciertos son más que favorables.
 
Al parecer, los mimbres están ahí y habría motivos para esperar una potente producción de ‘cestos’ a la medida en el futuro. Pero, falta un poco de rodaje, quizá o esa tranquilidad que aporta la acumulación de horas de vuelo. Y quizá también la solidez con la que cuenta quien dispone de un repertorio amplio y redondo. Una de esas colecciones de canciones blindada que son consustanciales al pop rock de altura.
 
Lamentablemente, Jackson todavía no dispone de este as en la manga. ‘British Road Movies’ es un buen disco, con melodías interesantes, momentos muy notables, y un marchamo clásico perfectamente perceptible que pone en valor los conocimientos sobre el género acumulados por Butler, uno de sus últimos primeros espadas. Pero no acaba de ser completamente redondo.
 
Es verdad, que Jackson hace unas letras bien ‘bonitas’ y que tiene bastante intuición para las melodías y cierta capacidad de crear buenos ambientes narrativos que animan a la confidencia. Y, sin embargo, recurre todavía demasiado a los ‘patrones’ mil veces experimentados y demasiado poco a sí misma y sus propias experiencias. O eso me parece a mí, claro, que creo haber detectado demasiados clichés en esta colección de diez canciones que se extienden a lo largo de 36 minutos de música.
 
Y no. No es que me importe escuchar una música tan bien acabada como esta, en la que además son bien perceptibles influencias tan interesantes como las de los temas más setenteros del David Bowie más claramente ‘british’, la mejor Chrissie Hynde de The Pretenders o, por supuesto, esos estribillos guitarreros que salen ya de fábrica con la misma presencia que los viejos y añorados hits de Suede.
 
De modo que la cosa se pone muy interesante cuando, como sucede en ‘16 Years’, mi canción favorita del disco, por el momento, Kate se lanza sin red a contar en primera persona una experiencia que parece extraída de su propia vida. O que, por lo menos, está salpimentada con las evocaciones personales de experiencias tan cercanas que parecen tomadas de la realidad y nos permiten adentrarnos en territorios sentimentales desconocidos.
 
Pero uno debe esperar más de una artista con tantas posibilidades como las que parece tener Kate Jackson, por lo que este primer esfuerzo queda todavía lejos de merecer el sobresaliente. Vamos a dejarlo, de momento, en un notable alto, que tampoco está mal. Y eso sí, la falta de ese par de detalles que le hubieran proporcionado una calificación más alta no impide que este álbum sea uno de los discos más entretenidos de los que hemos disfrutado en lo que va de año. Que quede claro.

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