Orlando Ortega da a España la primera medalla olímpica en atletismo desde 2004

Rio 2016

Orlando Ortega da a España la primera medalla olímpica en atletismo desde 2004

Orlando Ortega

«Prometí que me iba a dejar la piel y que lo iba a dar todo por España y, aunque el oro no salió, eso es lo que he hecho. Estoy muy orgulloso». La primera medalla olímpica en 12 años para el atletismo español vino hoy de la mano de un corredor de origen cubano, Orlando Ortega, que tras lograr la plata en los 110 metros vallas de los Juegos de Río, agradeció la oportunidad a su nuevo país.
 
«Prometí que me iba a dejar la piel y que lo iba a dar todo por España y, aunque el oro no salió, eso es lo que he hecho. Estoy muy orgulloso», afirmó Ortega, con la bandera de España aún a sus hombros, casi dos horas después de hacerse con su primera medalla olímpica.
 
Ortega cruzó la meta del Estadio Olímpico de la ciudad brasileña en 13,17 segundos, justo por detrás del jamaicano Omar McLeod, oro con 13,05, y antes que el francés francés Dimitri Bascou, bronce con 13,24.
 
España, que no conquistaba una medalla en el atletismo olímpico desde Atenas 2004 -donde logró tres, dos en la pista y otra, posteriormente, en los despachos-, sumó así su séptima presea en lo que va de Juegos, cuatro oros, una plata y dos bronces.
 
«Logré dejar el nombre de España y el mío bien alto, y estoy muy orgulloso de mí, de mi padre y toda la gente que me ha ayudado a conseguirlo», afirmó el medallista español de 25 años.
 
Efectivamente, con su plata, y en una carrera en la que fue de menos a más, con una brillante remontada en los últimos metros, Ortega colmó con las grandes esperanzas que la delegación olímpica española había depositado en él, el «encargado», junto a la saltadora Ruth Beitia -pendiente aún de debut- y al marchador Miguel Ángel López, de cosechar los metales del atletismo español en Río 2016.
 
Además, tras el fracaso de López, que no pudo pasar del undécimo lugar en los 20 kilómetros marcha, y las decepciones acumuladas en otros deportes, donde España esperaba subirse al podio y no lo logró, la presión se había redoblado sobre el vallista, que afrontaba sus primeros Juegos Olímpicos con el uniforme rojo, tras obtener la nacionalidad en agosto de 2015.
 
«Sabía que la final iba a ser muy difícil, muy dura. Tuve una arrancada pésima, como siempre, pero después de la quinta valla fui remontando poco a poco porque la segunda parte es lo mejor que tengo», resumió Ortega su actuación en la disputadísima final.
 
«Estos tres años, desde que llegué a España, han sido muy duros. He tenido mucha presión y ha sido muy difícil tener a la familia tan lejos», confesó el plusmarquista español de los 110 vallas. «Pero esta medalla me deja muy feliz», prosiguió Ortega, tras dedicarle el éxito a su abuela, su madre y a toda su familia en Cuba.
 
En Londres 2012, el ahora medallista español aún vestía el azul, blanco y rojo de su país natal. Y también fue finalista. Pero, en su primera cita olímpica, no pasó del sexto lugar.
 
Cuatro años después, Ortega llegó a Río 2016 con su nuevo pasaporte y objetivos más ambiciosos: el podio. Ésa fue una de las razones esgrimidas por el vallista para desertar de Cuba: la falta de medios para aspirar a cotas mayores.
 
Lo hizo en 2013, después de una sanción de la Federación caribeña, que lo mantuvo entrenándose solo, sin apenas condiciones, por haberse saltado una competición.
 
Aunque Ortega la recurrió y volvió a competir con Cuba en el Mundial de 2013, la decisión de abandonar la isla ya estaba tomada.
 
España le ofreció un idioma común, una cultura similar, un club con el que competir -el CAVA- y, sobre todo, la posibilidad de medirse asiduamente a los mejores en las reuniones que se celebran por toda Europa.
 
Con la nueva nacionalidad ya reconocida, dos años más tarde, Ortega enseguida se convirtió en el plusmarquista español de los 110 vallas, con los 12,94 segundos que logró en la reunión de Mónaco.
 
«España me enseñó a no rendirme y a pensar que los sueños son posibles, incluso empezando de cero», aseguró el agradecido Ortega.
 
Hoy, cuando cruzó la meta, miró la pantalla del Engenhao y se vio segundo, el hispano-cubano siguió corriendo en busca de la bandera de su nuevo país. En el camino, le ofrecieron la de Cuba. La vio, giró la cabeza y la rechazó. Y buscó la roja y amarilla hasta que la encontró. Con ella a hombros, ondeándola, dio la vuelta al Estadio Olímpico para saborear la gloria y devolver al atletismo español el gusto de un podio en los Juegos.

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