Sturgill Simpson revoluciona el country en ‘A Sailor’s Guide to Earth’

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Sturgill Simpson revoluciona el country en ‘A Sailor’s Guide to Earth’

Sturgill Simpson, A Sailor's Guide to Earth

El artista de Kentucky graba un arriesgado álbum conceptual e introduce dosis de soul musculoso en sus canciones. De una u otra forma, en los últimos ciento y pico años, más o menos, la música comercial estadounidense se ha movido alrededor de dos grandes polos de atracción, en cierto sentido opuestos, y, en otros muchos, coincidentes, cuyas cada vez más frecuentes intersecciones, contactos y contaminaciones han servido siempre para teñir de vanguardia y arte con mayúsculas los caminos por los que suele discurrir el consumo de caramelos sonoros que realiza el gran público mundial.

Se trata, claro, de los universos sonoros relacionados con la llamada música negra, donde se integran el blues, el r&b y el rapp, por ejemplo, y la llamada música blanca, el blue grass y el country fundamentalmente. A pesar de los pesares y a estas alturas, todavía estamos hablando de mundo casi completamente separados desde casi cualquier perspectiva. Incluidas, por supuesto, el contexto ideológico y política en el que se desarrollan.

A pesar de su innegable belleza, en ambos estilos y en la mayoría de los casos, nos encontramos con fórmulas anquilosadas, estrictas y más bien convencionales que están presentes hasta la saciedad en los productos que lanzan al mercado las principales estrellas de ambos géneros. Con la particularidad de que el country, por lo general la banda sonora vigente en los ambientes populares más conservadores, esta bastante mal visto desde hace años por la intelectualidad crítica que marca las pautas.

Con contadas excepciones, por supuesto. Pero con el siglo XXI bien avanzado, era normal que, en algún momento, a uno y otro lado del muro que separa la música blanca de la negra, y que me perdonen los políticamente correctos por mi uso de estas palabras tan mal vistas, aparecieran artistas renovadores, contemporáneos y revolucionarios, cuyo trabajo sí va a suponer cambios sustanciales en el legado canónico establecido.

Ese es el papel que le toca jugar ahora, por ejemplo, a Kendrick Lamar, el nuevo modelo a imitar en el rap, cuyas revolucionarias proclamas, mezcladas con un uso inteligente y poco visto de los ‘samplers’, constituye ya casi un género en si mismo. Y también el que se ha ganado a pulso el artista de country más brillante que ha aparecido en los últimos veinte años. Un tipo duro de Kentucky que se presenta armado de una preciosa Martin de cuerdas de acero y que se llama Sturgill Simpson.

Apunten el nombre porque se lo van a tener que aprender. Y más aún tras la publicación de este ‘A Sailor’s Guide to Earth’, esta joya de la que nos ocupamos hoy que es el tercer disco grande de su carrera y que integra en sólo nueve canciones que se extienden a lo largo de unos escasos 38 minutos, algunos de los hallazgos sonoros más convincentes que hemos escuchado en los últimos años en los discos que se han publicado correspondientes a cualquier estilo.

Simpson ya había puesto el country patas arriba con su segundo álbum, titulado ‘Metamodern Sounds in Country Music’, producido por Dave Cobb, cuyo lenguaje franco y decidido a la hora de abordar temas espinosos, como la drogadicción o el desencanto político, calaron en las nuevas generaciones. Tanto, que estrellas ‘multivendedoras’ como Chris Stapleton o Jason Isbell, tuvieron que aprender la lección y acercarse en sus nuevos discos a la manera de decir las cosas de la que hace gala el novato Sturgill.

Pero Sturgill no se ha conformado con eso. Se ha hecho mayor, ha optado por producirse a si mismo para lograr el sonido que buscaba y ha querido añadir riesgo formal e innovaciones de fondo a su trabajo para que la revolución no se quedara sólo en los textos. Para que también fuera perceptible en las instrumentaciones o las estructuras de unas canciones tan libres que, en la mayor parte de los casos, prescinden por completo de los estribillos.

Hasta se atrevido a incluir en el album una versión de ‘In Bloom’, uno de los temas más populares de Nirvana, los reyes del ‘grunge’ de la década de los noventa, convenientemente pasada por la batidora del sonido Nashville más elegante. Al parecer esta era una de las canciones favoritas de Simpson cuando era adolescente y le parecía perfecta para cerrar el círculo de este disco conceptual, dedicado a su hijo recién nacido, y en el que evoca, desde el título, los años que pasó en la marina estadounidense.

Las críticas al ejército del imperio y su visión escéptica de toda la supuesta grandeza del poderío militar de los cruzados de la barras y las estrellas son otra característica bien visible en esta colección de temas y que le separa claramente del pelotón. Sturgill es, ya lo hemos dicho, un letrista irónico y bien preparado que no tiene miedo a desnudar sus sentimientos ante la concurrencia. Ni para hablar de los temas más escabrosos ni para bordar la cursilería si se tercia.

Y luego tenemos la receta básica utilizada aquí para reinventar el country más sudoroso que consiste en inyectar buenas dosis de soul al mejunje para que gane solidez y sabor. Aunque la fórmula no es nueva, ya la aplicaron luminarias como el mismísimo Elvis Presley, a Simpson le ha funcionado de maravilla en esta ocasión, gracias entre otras cosas al poderío de The Dap-Kings, esa poderosa sección de viento de moda, cuyo trabajo principal sigue siendo acompañar a la grandísima Sharon Jones.

Tampoco podemos olvidarnos a la hora de repartir méritos del trabajo de Laur Joamets, un guitarrista estonio, que conoce a la perfección las claves del sonido country y, por lo mismo, también se muestra capaz de expandir sus límites. La personalidad de sus fraseos y la contundencia rítmica de sus acompañamientos, más minimalistas que exuberantes, también están llamados a crear escuela y a ser imitados por las nuevas generaciones de amantes de las seis cuerdas de todo el planeta.

La verdad es que resulta difícil decantarse por una sola canción en este brillante conjunto. Sin embargo, de momento, mi tema favorito es ‘All Around You’, un baladón que tira hacia medio tiempo, de ambiente épico y suavemente azucarado, donde mandan los metales, remolonea el saxo y abundan las frases de guitarra memorables.Aunque también podía haber sido la dinámica ‘Keep It Between the Lines’, un trallazo rítmico en toda regla que no pasa desapercibido.

O cualquier otra ya digo. Lo difícil para Stugill será ahora repetir el grado de excelencia alcanzado aquí. Pero tengo que decir que se ha ganado con creces mi confianza. Eso sí, si ustedes son aficionados al country y lo que les gusta es el ‘sota, caballo y rey’ de toda la vida, harían mejor manteniéndose lejos de la música de este tipo. Es cierto que posa con sombreros de cowboy, botas de montar y toda la demás parafernalia habitual del género, pero ni habla de chicas, whisky y anocheceres campestres, ni abusa de la ‘steel-guitar’, más de lo estrictamente necesario. Así que se recomienda, como siempre, un consumo responsable. Las resacas pueden ser muy duras.

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