Tras la edición del 2014, el cantante afroamericano registró un incremento del 352% en las ventas de sus discos. El año pasado, Katy Perry se anotó una subida de ventas del 211%. La madrugada de este domingo al lunes a las 00:30 (hora española) se celebra uno de los eventos más espectaculares del mundo, la Super Bowl de EE.UU. Un encuentro deportivo que cada año sorprende a los millones de espectadores. Y una de los momentos más esperados es la popular actuación musical del descanso, que esta vez correrá a cargo de Coldplay que buscará aprovechar una oportunidad de oro. Algo que ya hizo hace dos años el cantante Bruno Mars cuando, tras su concierto de 15 minutos, logró registrar un incremento en sus ventas de discos del 352%, según contabilizó la firma Nielsen.
Porque aparte del enfrentamiento entre los Broncos de Denver y las Panteras de Carolina que alzará a uno de los dos equipos como campeón de uno de los deportes más seguidos en el gigante americano, el show también rodeará a todo lo que no esté relacionado con lo que suceda en el verde. Y en ese espectáculo, el descanso es uno de los centros de muchas de las miradas. Con un presupuesto estimado de 10 millones de dólares para ese tiempo, la Super Bowl, en su 50º edición, no escatimará en estrellas. Aunque el preludio prometerá con Lady Gaga que será la encargada de cantar el himno de EE.UU.
Porque Coldplay no estará sólo. Ya se ha avanzado la colaboración de Beyoncé y los rumores se han disparado ante una posible actuación de Rihanna y Bruno Mars, que repetiría tras el triunfo de hace dos años. Porque salir en el descanso de la Super Bowl es sinónimo de éxito. De hecho el año pasado, Katy Perry pudo comprobar la afirmación al reportar un aumento en las ventas de su álbum del 211%, según Nielsen. Unos datos que espera superar la banda británica.
Una Super Bowl que ya ha vendido entradas a un precio medio de 6.008 dólares, algo que supone una subida del 17% respecto a la final del año pasado. Aun así, los boletos más caros alcanzarán los más de 25.000 dólares. El baile de cifras no se detiene ahí: se espera que esta edición bata nuevos récords de telespectadores en comparación con el año pasado que supuso la final más vista de la historia con 114,4 millones de personas, una cuota de mercado del 47,5%.
