‘Irrational Man’, una película de Woody Allen

La butaca

‘Irrational Man’, una película de Woody Allen

Irrational Man

El director neoyorquino vuelve a tratar temas como el azar, la moral y la obsesión en su última película, una comedia entretenida y cautivadora pese a que en ella se echan de menos diálogos más mordaces. El azar, la moral o la obsesión con el asesinato perfecto son temas recurrentes en la filmografía de Woody Allen. Reflexionó sobre ellos en ‘Delitos y faltas’ y ‘Match Point’ y vuelve a hacerlo ahora en ‘Irrational Man’, su última película, en la que el genio neoyorquino revisita de nuevo el argumento de la novela ‘Crimen y castigo’.

En la cinta, Allen repite con Emma Stone y se estrena con uno de los mejores actores del panorama actual, Joaquin Phoenix. Éste interpreta a Abe Lucas, un profesor de filosofía en plena crisis existencial que se traslada a la universidad de una pequeña ciudad de la Costa Este, donde su mejor alumna, Jill Pollard (Stone), acaba convirtiéndose en una amiga especial.

Abe se pasa el día pegado a una petaca y es incapaz de acabar el libro que lleva tiempo escribiendo, su inspiración se ha ido junto a sus ganas de vivir. Pero la actitud del profesor cambia a raíz de una conversación escuchada de forma fortuita en un restaurante, el relato de una historia que le lleva a marcarse un nuevo propósito: perpetrar un terrible crimen con el fin de ayudar a una mujer a la que no conoce de nada.

Así, mientras en las otras dos cintas los protagonistas cometían un acto atroz para salvar su matrimonio o su posición, en ‘Irrational Man’, Abe no lo hace por provecho propio, al menos en un principio, sino como acto de ‘justicia divina’: está convencido de que con ello hará el mundo un poco mejor; y por eso, no se aprecia en él ningún atisbo de arrepentimiento. “Para cambiar el mundo no basta con deseos y discursos, hay que actuar”, se justifica así mismo el profesor. Porque la filosofía, la teoría, no puede siempre aplicarse a las complejidades del mundo real.

La adrenalina generada por consumar el crimen y por volver a sentir que toma la iniciativa para acabar con las injusticias, como cuando era activista, es lo que le hace despertar de su letargo, de su desesperanza. Le insufla energía para poder despedirse del lingotazo, la falta de inspiración y los problemas de impotencia. Sus ojos comienzan a brillar, los textos fluyen y la visión negra y pesimista de la existencia se desvanece. Se engancha de nuevo a la vida y a la libertad, y está dispuesto a hacer lo que sea para que no le priven de ellas, de forma que su comportamiento pasa de un ‘altruismo’ irracional a una conducta completamente egoísta (también irracional, como recalca el título de la cinta).

La historia comienza sin mucha garra, con una presentación de personajes ligera, que recurre a situaciones forzadas y a un discurso filosófico menos inspirado de lo que se esperaría de una eminencia en la materia como es Abe Lucas. Sin embargo, el giro ‘hitchcockiano’ del film hace que la película pegue un salto y suba de nivel con un análisis reflexivo más profundo, un ritmo más fluido y una narración mucho más entretenida.

Woody Allen maneja con ingenio el suspense y su fusión con el humor negro. Y deja de nuevo patente su gran capacidad para reflejar dilemas y contradicciones morales, así como para encajar ‘el absurdo’ en sus narraciones. Como resultado, una comedia amena, ágil y cautivadora, aunque es cierto que se echan de menos diálogos más mordaces, que podría pedírsele una mayor complejidad y que la voz en ‘off’ sobra en algunos momentos.

También la puesta en escena es más sencilla y corriente que en trabajos anteriores del director, aunque no por ello menos cuidada; mientras que para la fotografía, Allen vuelve a confiar en el iraní Darius Khondji, con el que ya trabajó en varias de sus películas más recientes como ‘Midnight in Paris’ o ‘Magia a la luz de la luna’. El iraní ha sabido captar la belleza del entorno.

Por su parte, Joaquin Phoenix, soberbio últimamente en ‘The Master’, ‘Her’ o ‘Inherent Vice’, vuelve a brillar. Muestra magníficamente el cambio que sufre el personaje. Emma Stone está mejor que en la anterior película del director, pero, pese a su correcto trabajo, de nuevo queda ensombrecida por su ‘partenaire’, quizás porque sus papeles están entre los personajes femeninos menos interesantes de la filmografía de Allen.

¿Sigue el director neoyorquino ‘de vacaciones’ o ha recuperado la magia? Es el debate que se genera todos los años con cada nueva película del cineasta. No está en plena forma, pero ‘Irrational Man’ es una de sus cintas más entretenidas de los últimos años.

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