‘Coming Home’, un disco de Leon Bridges

El tocadiscos

‘Coming Home’, un disco de Leon Bridges

Leon Bridges

El joven artista texano se ha convertido en la última nueva estrella del ‘revival’ del soul que se inició hace una década con el triunfo de Amy Winehouse. Bueno pues ya está aquí. Ya hemos podido escuchar, el esperado primer disco del cantante y guitarrista texano, Leon Bridges, titulado ‘Coming Home, como la balada que le dio a conocer. Un álbum que nos ha llegado precedido de toda suerte de elogios, reconocimientos y advertencias previas.

Tal parecía que íbamos a ser testigos del nacimiento de una nueva y definitiva estrella que devolvería a la música ‘negra’ el aliento perdido entre los aullidos de Beyoncé y las peleas de gallos de los rapperos exraciales, que se han reconvertidos en empresarios de perfumería, ropa y complementos para ganarse la vida.

Y sí. Este Bridges tiene la lección bien aprendida, venera a los clásicos y sabe lo que tiene entre manos. Y también es cierto que su voz, esa gran voz, tiene un colorido y un timbre que rápidamente nos sitúa en la pista del mejor Sam Cooke o el Otis Reding más salvaje.

Es obvio que no son malas referencias. Sobre todo para moverse, en estos días por los circuitos comerciales europeos, ganarse la vida en festivales y aspirar a que una canción cualquiera pueda ser incluida en un multipromocionado anuncio publicitario destinado a ser repetido millones de veces en todas las pantallas disponibles.

Ya saben amigos, que en las islas británicas y el resto del imperio cultural que se mueve bajo el influjo de las señales y las tendencias que se emiten y perpetran en Londres, el llamado ‘neosoul’ sigue siendo una música de moda. Un estilo que se mantiene cerca de los parámetros de lo que procede entre la juventud y la mediana edad acomodada.

Cómo ha sucedido también habitualmente con otros géneros clásicos de la cultura popular estadounidense, desde la novela negra al blues rural, el soul también ha gozado de un predicamento y una afición fiel en el Viejo Continente, una vez superada su época de esplendor en el territorio que le dio nacer.

Y si en EEUU, los circuitos reservados a las actuaciones de esta música, suelen pertenecer a una especie de segunda división reservada a adeptos irredentos, en Europa se mantiene últimamente en la primera línea del reconocimiento de la crítica y el público. Sin que haya visos de que la tendencia se vaya a agotar por ahora.

Todo comenzó hace poco más o menos una década con el éxito de la tristemente desaparecida Amy Winehouse, que le dió un impulso decisivo a este estilo y permitió la llegada de otros artistas jóvenes que también lo trabajaron. Desde la muy fugaz Duffy, al celebrado Eli ‘Paperboy’ Reed.

Así las cosas, las canciones de este ‘Coming Home’ de Leon Bridges, mejoran bastante los temas más recientes de sus compañeros de movimiento. Aunque las letras recorren sin recato los lugares comunes habituales y casi todos los arreglos sean tan canónicos que en ellos no haya ni el más mínimo lugar para la sorpresa y el sobresalto.

Pero este tío sabe hacer melodías. Y esa característica no abunda entre los practicantes de un género, donde el histrionismo y la sobreactuación parecen serlo todo. Y llegan a tener, a veces, hasta más importancia que las melodías que entonan las voces cantantes del género.

Quizá por eso, mi canción favorita del disco, por el momento, sea ‘River’, el último tema de esta colección de diez, en el que la voz, esa gran voz, de Leon Bridges, construye un bello discurso melódico apoyándose apenas en un suave rasgueo de guitarra acústica y una pandereta y un potente coro.

En definitiva, un disco bonito, bien cantado y producido, con arreglos correctos y la instrumentación más adecuada para la ocasión. Un producto que se deja escuchar y, a veces, hasta perdura en la memoria. Lo malo es que ese recuerdo, de momento, tiene más que ver con la gran música que evoca, que con el producto en sí.

Quizá porque esos originales a los que nos hemos referido a lo largo de este texto, son demasiado excelsos y contundentes para ser superados con facilidad y al bueno de Leon aún no le han crecido del todo las garras. Lo que, por supuesto, no es ni malo ni bueno.

Y todo eso, desde luego, hasta resulta lógico y perfectamente comprensible en una primera entrega como esta, por supuesto. Pero también deja patente que a Bridges le queda todavía mucho trecho para codearse con los grandes. Eso sí. Tiene actitudes para conserguirlo.

Más información