‘Sound And Color’, un disco de Alabama Shakes

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‘Sound And Color’, un disco de Alabama Shakes

Alabama Shakes

La banda de Athens inyecta nuevas dosis de rock contemporáneo al viejo ‘soul’ de los de los setenta en su nuevo álbum. Cuando nadie esperaba algo parecido, y a las pocas semanas de su publicación, ‘Sound and Color’, el nuevo disco de Alabama Shakes, del que nos ocupamos hoy, se ha plantado por sorpresa el puesto número uno de la listas de ventas de EEUU y ha presentado seriamente su candidatura a convertirse en un nuevo fenómeno global. Uno de esos casos extraños en que el éxito comercial y la calidad musical van de la mano.

Y un motivo de alegría para quienes, como yo, todavía no nos hemos repuesto de la impresión que nos causó escuchar por primera vez a tipos recios como Otis Reding o Wilson Pickett, o a divas inmortales como Aretha Franklin o Bettye LaVette. En definitiva, la flor y nata de aquel ramillete de músicos excepcionales que dieron vida al soul en los años sesenta del pasado siglo.

Los ‘Shakes’, y su cantante y compositora Brittany Howard enmarcaban su trabajo en esta tradición. Aunque también mantenían un pie en el blues rock clásico, por la vertiente más sureña, que le hacía más contundentes y ‘peligrosos’ que la media, dotándoles también de una personalidad distinta a la media, para bien y para mal. Claramente, en mi caso estas influencias rockeras suponían un atractivo añadido.

Pero, la verdad no me esperaban que fueran ellos quienes tomarán el relevo en las alturas. Quienes se convirtieran en los sucesores de la gran Amy Whinehouse, cuyo impulso ‘revivalista’ y éxito internacional fue fundamental para la recuperación de este estilo hace ahora una década. De esta música cruda, rítmica, pasional y expresiva que había cedido terreno durante años frente a los avances de otras músicas de raíz negra, aparentemente más comerciales como el hip-hop del gusto de la industria textil o el r&b bajo en calorías.

La desgraciada vida de la joven Whinehouse, fallecida prematuramente, impidió que la maravillosa Amy se convirtiera en la gran reina del género para el siglo XXI que hubiera merecido ser. Pero a su rebufo surgieron otros excelentes artistas como Eli ‘Paperboy’ Reed o tuvieron una segunda oportunidad grandes divas maduritas como Sharon Jones, con lo que, de alguna manera, el soul ha podido continuar en candelero tras el estallido. Y también los ‘Shakes’, claro que hace tres años ya habían llamado la atención de la concurrencia con ‘Boys and Girls’, su álbum de debut.

Pero les faltaba, y le faltaba al generó en esta segunda década del siglo XXI, un disco comercial, un número uno mundial que confirmarse lo conseguido por aquel inmenso ‘Back to Black’ de Whinehouse. Es cierto, que entremedias, habíamos tenido a Adele, una excelente cantante, cuya música, de algún modo, tiene cierta relación con el universo sonoro. Pero no era exactamente lo mismo.

Así que antes de proseguir, volveré a congratularme por la capacidad ‘multivendedora’ que parece poseer ‘Sound an Vision’. Un disco que, además, muestra con claridad el deseo de evolucionar que tiene la banda y, hasta cierto punto, su capacidad de correr riesgos y modernizar su sonido, abandonando el clasicismo del que hicieron gala en su trabajo de debut.

Los ‘Shakes’ son un grupo cohesionado con gran solvencia instrumental y muchas horas de escenario. Howard canta bien y toca la guitarra rítmica con soltura. Y lo mismo se puede decir de sus compañeros de aventura, el bajista Zac Cockrell, el guitarrista Heath Fogg, el batería Steve Johnson y el pianista Ben Tanner. Gente solvente que sabe lo que tiene entre manos. Y que, sobrados de virtuosismo y técnica, prefieren, sin embargo, poner su pericia instrumental al servicio del conjunto. Algo siempre muy de agradecer, por otra parte.

Y se les ve trabajadores, con ganas de avanzar, con una preocupación auténtica por no repetir mil y una veces el mismo cliché que les honra. Así que habrá que esperar que el éxito no se les suba a la cabeza. O no demasiado. Porque ‘Sound And Color’ es un paso adelante, una consolidación de su estilo y un disco más que bueno. Pero todavía no es, ni de lejos, la obra maestra que fijará con letras de oro el paso de esta banda por la historia de la música moderna.

La buena noticia es que son jóvenes y no parecen querer quedarse anclados en el pasado. Hay muchas cosas interesantes en este disco. Algo de funk a lo Prince, un punto de furia rockera que nos recuerda a Led Zeppelin, David Bowie y los Rolling Stones, cuerdas elegantes y un sonido lujoso que hará las delicias de cualquier buena cadena de alta fidelidad y demuestra que el mp3 debe irse por donde vino par siempre y que los teléfonos móviles, por muy inteligentes que sean, no son el dispositivo más conveniente para escuchar música.

Y también unas cuantas buenas canciones y un trabajo de producción exquisito, con ajustados arreglos de cuerda de Rob Moose y un equilibrio entre la ligereza y la densidad que da empaque a unos arreglos y unas instrumentaciones más que adecuados para la ocasión. Lo mismo que el impecable sonido que han conseguido gracias a los buenos oficios de Blake Mills, el coproductor del disco.

Entonces, ¿qué le falta, en mi opinión, a estos 47 minutos de intenso soul moderno para constituir una auténtica obra histórica? Quizá sólo unos cuantos temas redondos más y un punto, o dos, de vida en esa voz académica de Howard, que todavía esta por hacerse. Se aprecian también demasiado todavía entre el sonido ‘añejo’ que manejan a la perfección y ese aliento melódico más pop y suave que incluyen algunas canciones recientes. Pero todo se andará, supongo.

Porque, cuidado, aquí hay bombas de tiempo que destrozan el alma del calibre de ‘This Feeling’, mi canción favorita del álbum por el momento, que se beneficia de un excelente trabajo de guitarras. Y muchas otras cosas, baladas de soul cálido como ‘Gimme All Your Love’, delicias de pop juguetón a lo Jackson Five como ‘Guess Who’ o rock trepidante, verbenero y vacilón como ‘The Greatest’. Y algún que otro tesoro más, en esta colección de once canciones que ni empalaga, por exceso de azúcar, ni marea, ni repite.

Si amigos, aunque que quizá no estemos hablando de uno de los mejores discos de todos los tiempos, ‘Sound And Color’ es un buen álbum, no desmerecerá en vuestra discoteca y si sois ‘gente mayor’, como el que suscribe, os permitirá presumir de ‘modernillos’ sin que se os pongan los pelos como escarpias. Además, ¡Que demonios!, reconforta ver en los puestos de honor de las listas de ventas, descargas, impactos, clicks, o como se digan ahora estas cosas, un trabajo como este. Lo suficientemente digno como para no dar vergüenza ajena. ¡Ahí es nada!

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