‘Escape From Evil’, un disco de Lower Dens

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‘Escape From Evil’, un disco de Lower Dens

Escape From Evil

La banda de Baltimore reivindica el pop de los ochenta en un disco emocionante que ha convencido a la crítica. La personalidad de Jana Hunter, la líder de Lower Dens, marca inevitablemente cada disco de un grupo que ha evolucionado muy deprisa, recorriendo un camino que le ha llevado desde la experimentación a algo parecido al pop con melodías en una trayectoria intensa e interesante que dura ya seis años.

No podía ser de otra manera, porque esa ‘chica-chico’, emparentada con otros grandes artistas de su misma especie como Anthony, por ejemplo, tiene las ideas muy claras desde el principio. Y parece que va buscando, canción a canción, una forma adecuada de comunicárselas al mundo exterior.

Y en este ‘Escape From Evil’ que hoy nos ocupa da la impresión de haber encontrado algo que empieza a parecerse mucho a lo que desea. Quizá en parte gracias a los servicios prestados en esta grabación por el productor Chris Coady un tipo que sabe lo que se hace como demuestran sus trabajos con Beach House, Future Islands o Tobias Jesso.

Todos unidos por una fina línea que enlaza el pop contemporáneo más soñador con las estructuras que triunfaron en décadas pasadas. Los setenta y los ochenta fundamentalmente. Así que aquí, Hunter y Coady se han aliado para hacer un disco muy ochentero, pero que no desentona en un momento en que las bandas más jóvenes parecen mirar al pasado como fórmula para construir el futuro.

Así que en el sonido actual de Lower Dens ustedes van a encontrar el rastro de muchos grupos de la década del tecno pop primigenio. Desde los Pet Shop Boys más luminosos a los Psychedelic Furs más oscuros. Pasando por bandas superventas hoy demasiado poco reivindicadas como The The o A Flock of Seagulls.

En el camino hasta este álbum, la banda ha sufrido algunos cambios de personal, aunque Jana cuenta aún con la ayuda del bajista original del grupo Geoff Graham. También se mantiene desde hace tiempo, aunque no es miembro fundador, el batería Nate Nelson. El guitarra solista, Walker Teret, lleva menos tiempo. Pero se ha implicado incluso en las tareas de producción.

También se ha notado la mano de otro par de magos de la mesa de mezclas que manejan con habilidad los formatos comerciales. Eso sí, siempre con mucha clase. Son Los muy admirados Ariel Rechtshaid, responsable de lo major de Sky Ferreira y Vampire Weekend y John Congleton, relacionado con St. Vincent y The Walkmen.

Una alineación de primer orden para conseguir el envoltorio musical más adecuado. Pero, como hemos dicho antes, la dimensión artística de Jana Hunter no se limita a lo puramente musical. Quiere comunicarse con el público y, para conseguirlo, trabaja con mucho cuidado los textos.

Así las cosas, las letras escuetas, concisas y contundentes, son uno de los grandes valores de este álbum. Transmiten sinceridad y desaliento a partes iguales. La desesperación de alguien que, por su condición de visionario y su deseo de ser libre se ve condenado a defender su soledad.

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Hay algunas llamadas recurrentes a un objeto de deseo, no necesariamente, material que se resiste a desintegrarse y tomar la senda, complicada y ardua que podría suponer conducirle hacia un lugar mejor que el que habita y en el que, además encontraría mejores compañías.

Pero el narrador de estos temas, muchos de los cuales adquieren la apariencia de gritos desesperados es también consciente de que los sueños, incluso cuando son hermosos, no se cumplen siempre. Y de que no todo el mundo tiene la fortaleza necesaria para abandonar esos `paraísos para mamones’ de los que hablan muchas de las canciones de este disco.

De hecho, así mismo se titula el primer tema, en inglés ‘Sucker´s Shangri-La’ que, de momento, es mi canción favorita del álbum. Y esa misma idea motor está presente en casi todos los demás. Lo que convierte a esta colección sonora, que se extiende a lo largo de 41 minutos, repartidos en 10 piezas en un canto a la individualidad y la rebeldía.

Con algunas excepciones, como la también notable ‘I Am The Earth’, en la que el narrador en primera persona es el mismísimo planeta Tierra que nos recuerda que él va a seguir girando cuando todos nosotros hayamos desaparecido.

Queda claro, por lo tanto, que Lower Dens no son la alegría de la fiesta, aunque hayan hecho un esfuerzo en este disco para resultar más comprensibles e, incluso, se pueda bailar, sin demasiado esfuerzo con ciertas canciones.

Y quizá no se trate de un grupo fácil de escuchar, en absoluto. Pero, al menos en lo que a mí respecta, el esfuerzo necesario para adentrarse en el viaje que proponen los Lower Dens ha merecido la pena. Por eso me permito el atrevimiento de recomendar este disco.

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