‘Puro vicio’, una película de Paul Thomas Anderson

La butaca

‘Puro vicio’, una película de Paul Thomas Anderson

Puro vicio

El reputado director Paul Thomas Anderson adapta la novela ‘Vicio propio’ de Thomas Pynchon en una cinta en la que importan más la atmósfera y los personajes que la trama. Paul Thomas Anderson, uno de los directores más admirados del panorama cinematográfico actual, se ha marcado en su última película el complejo desafío de trasladar a la pantalla el caótico universo del escritor Thomas Pynchon. No son pocos los que consideran que la ‘antiestructura’ propia de la narrativa del novelista estadounidense es incompatible con el lenguaje audiovisual, pero Anderson ha decidido hacer oídos sordos y lanzarse con su trabajo más arriesgado.

‘Puro vicio’, como se ha traducido el título de la cinta en España, es la adaptación a fotogramas de ‘Vicio propio’, la obra que Pynchon publicó en 2009. El literato y el cineasta, se sumergen en la costa californiana de principios de los años 70, donde comienza la decadencia del movimiento contracultural hippy en un EEUU bajo el mandato de Nixon y la sombra de Charles Manson.

La película tiene así un tono melancólico, en el que el protagonista se da cuenta de que el momento de esta corriente defensora del pacifismo y el ‘espíritu libre’ se está agotando. “Bajo los adoquines, la playa”. Tras los créditos, el realizador recuerda la famosa frase acuñada en los acontecimientos de Mayo del 68.

Ese protagonista es el peculiar detective privado Larry ‘Doc’ Sportello (Joaquin Phoenix). Una noche recibe la inesperada visita de su exnovia Shasta (Katherine Waterston), que le pide ayuda para encontrar a su nueva pareja, un conocido magnate inmobiliario. La joven cree que la mujer de este y su amante le han metido en un psiquiátrico para quitárselo de en medio, pues en un arranque de arrepentimiento pretendía devolverle a la sociedad toda su fortuna. Sportello se ve enredado entonces en una sucesión de situaciones delirantes junto a extraños personajes.

El hilo de la investigación se pierde entre largas conversaciones, escenas inconexas, ensoñaciones y una galería de estrafalarios personajes que entran y salen constantemente del trayecto que emprende el detective privado para resolver el caso: policías corruptos, un grupo de moteros nazis, un misterioso cartel de la droga, un extoxicómano atrapado e incluso un extraño sindicato de dentistas.

Así, la trama principal (si podemos decir que hay una trama) se convierte en un mero pretexto, lo que importa es lo que Doc Sportello se encuentra por el camino en este viaje lleno de ácido y marihuana. Anderson quiere hacernos vivir la historia desde la mente ‘fumada’ del protagonista, un ‘pasota’ que irremediablemente recuerda a El Nota de ‘El gran Lebowski’.

Sin duda, la falta de coherencia es pretendida: “Es tan complejo que lo más divertido es perderte en esta avalancha de información”, ha reconocido el director en alguna entrevista. Y es que la densidad del relato es tal que resulta imposible seguir el desarrollo de la investigación, lo que puede sacarnos completamente de la película.

Además de esta confusa narración, que responde a la literatura de Pynchon, a ‘Puro vicio’ puede achacársele falta de ritmo en algunos momentos y una voz en off que resulta demasiado intrusiva y aporta poco. Pero se trata de uno de los elementos más recurrentes del cine negro, un género que Paul Thomas Anderson innova con esta cinta.

La originalidad, el saber hacer y el sello propio de su filmografía le han encumbrado como uno de los directores más reputados de su generación. No es de extrañar, por tanto, que en su último trabajo veamos nombres como Josh Brolin, Owen Wilson, Benicio del Toro, Reese Witherspoon o Martin Short. Entre ellos, un fantástico Joaquin Phoenix.

Por otro lado, los mayores aciertos de ‘Puro vicio’ son la atmósfera psicodélica creada por el realizador y la banda sonora de Jonny Greenwood, con canciones de Neil Young, entre otros. La música es capaz de guiarnos en este caótico relato.

‘Puro vicio’ es más el cartel de la película -un grupo de pintorescos personajes sobre la ‘colocada’ cabeza del protagonista- que lo que muestra el tráiler -una rítmica comedia negra al uso. Abstenerse quien exija cohesión, estructura o una trama comprensible. Como dice el propio Paul Thomas Anderson, para disfrutar es necesario perderse en la densidad de la propuesta. Quizás se necesite un segundo visionado.

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