‘No Cities To Love’, un disco de Sleater-Kinney

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‘No Cities To Love’, un disco de Sleater-Kinney

No Cities To Love, un disco de Sleater-Kinney

La banda de Washington graba uno de los mejores discos de su trayectoria tras mantenerse diez años lejos de los escenarios. Hace aproximadamente dos años, las tres componentes de Sleater-Kinney (las guitarristas y cantantes Corin Tucker y Carrie Brownstein y la batería Janet Weiss) tomaron la decisión de reunirse de nuevo, tras casi ocho años de separación profesional.

Un tiempo en el que, aparentemente, no habían aparcado su amistad y seguían viéndose con frecuencia. Pero estaban enfrascadas en proyectos personales y colectivos muy alejados del universo sonoro de su grupo original y no habían vuelto a meterse juntas en un local de ensayo a componer canciones y hacer ruido.

Porque ruido siempre habían hecho. Y mucho, tanto que hasta consiguieron que Greil Marcus, un prestigioso crítico de la revista Time, considerara que Sleater-Kinney era la mejor banda de punk-rock de EEUU.

Cierto que eran duras de verdad. Y elegantes. Además militaban en el flanco izquierdista de la peculiar geografía política del gran país norteamericano, lo que quedaba claro en sus letras, comprometidas y de combate. También alardeaban de un feminismo inteligente y radical que aún las hacía más adorables para cierto sector del público global.

Llegaron a ser un símbolo del movimiento conocido como ’Riot Grrrrls’ y una de las primeras referencias ciertas del ‘indie’ rock que llegaría con el cambio de siglo. Todo ello en diez años frenéticos que culminaron con ’The Wood’, su disco de 2005.

Un álbum magnífico en el que se atrevieron a explorar los ignotos caminos del ‘hard-rock’ de la mano de un productor muy de moda entonces. Nada menos que Dave Fridmann, el bajista de Mercury Rev.

Por eso y por el buen sabor que habían dejado entre los aficionados tras despedirse prácticamente muy poco después de haber llegado la cima, decidieron tomarse las cosas con calma. Hasta el punto de que este ‘No Cities To Love’, recién publicado, del que nos ocupamos hoy es el resultado de cerca de dos años de trabajo ‘clandestino’.

Y llega al mercado después de que la banda hubiera recordado a la concurrencia su existencia, y de paso lo que significó su música para la generación ‘postgrunge’, con la publicación de una caja de vinilos en edición limitada, con el título de ‘Start Together’ que contenía toda su discografía remasterizada.

Allí incluyeron como regalo un disco de siete pulgadas con la canción ‘Bury Our Friends’, su primer tema nuevo desde que se separaron en 2005. Un tema que también se encuentra en este último disco y que sirvió para abrir el apetito de su nutrido ejército de fans.

Un grupo cohesionado y numeroso que jamás llegó a olvidarlas por completo y que disfrutó minuto a minuto de los rumores que parecían indicar que la banda iba a resucitar con más nuevas canciones y, como mínimo, otra gira.

Hasta que por fin, en este mes de enero de 2015, los sueños húmedos de los seguidores y seguidoras de este trío de roqueras excepcionales se han convertido en realidad. Sleater-Kinney están aquí de nuevo, y sus diez flamantes canciones, apenas 32 minutos de música, han sido recibidas por la crítica con toda clase de parabienes.

La verdad es que se lo merecen. Probablemente la concisión que demuestran en este álbum sea el resultado de un control de calidad muy férreo. De un deseo consciente de no arruinar su leyenda con un capítulo adicional que resultara innecesario.

Para conseguirlo, han vuelto a confiar en John Goodmanson, el productor que les ayudó a definir su sonido clásico. Y que también ha hecho un buen trabajo aquí. En un álbum que, digámoslo directamente, va a marcar lo que queda de año y a ponérselo muy difícil a la competencia.

Está todo lo que uno podría esperar de ellas y alguna cosa más. Por ejemplo ese estribillo con vocación ‘pop’ que le da fuerza a ‘No Cities To Love’, la canción que da título al disco y mi favorita por el momento, que parece sintetizar en pocas notas los manuales completos escritos por los Kinks, los Jam o los Pretenders a lo largo de la historia.

Hay más donde elegir, la fuerza rítmica y reivindicativa de ’Price Tag’, canción elegida para abrir fuego, el suave desencanto que emana la letra de No Anthems’, cuyo ritmo ‘garajero’ supone una irónica reflexión sobre el propio pasado de la banda, la invitación a fraguar una revolución íntima y secreta que realizan en ‘A New Wave’ o esa contundente declaración de amor redescubierto que convierte en irresistible la melodía de ‘Hey Darling’.

En fin, que ahora que nuestras ‘roqueras’ favoritas han vuelto, nada mejor que hacerles sitio en nuestra discoteca. Y si no las conocían de antes acérquense a ellas sin miedo. Han crecido, han cumplido años y quizá sean un poco ‘más dulces’ que en los viejos tiempos. Pero eso, por lo menos desde mi punto de vista, sólo contribuye a aumentar su indiscutible encanto. Y miren por dónde, estoy convencido de que después de oír este disco ustedes van a pensar lo mismo que yo. Hagan la prueba.

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