‘Sea When Absent’, un disco de A Sunny Day in Glasgow

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‘Sea When Absent’, un disco de A Sunny Day in Glasgow

A Sunny Day in Glasgow

La banda multinacional liderada por Ben Daniels presenta un nuevo disco de pop psicodélico y sonidos atmosféricos. Tras un silencio de casi cuatro años, que disparó las especulaciones sobre su posible desaparición, A Sunny Day in Glasgow (ASDG), la banda multinacional y deslocalizada que lidera el guitarrista y compositor Ben Daniels ha regresado a la actualidad con la publicación de ‘Sea When Absent’, su cuarto disco, disipando todas las dudas que existían sobre la continuidad de la banda.

Más aún, la esperada reaparición de la banda de Daniels se ha visto reforzada por una gira veraniega que ha servido para volver a unir sobre los escenario a un grupo que no se prodiga mucho en directo y que, según cuentas las crónicas, elaboró la mayor parte de su nuevo álbum compartiendo archivos por correo electrónico. Al fin y al cabo, esta es quizá la única forma de trabajar en común posible para un equipo atípico, cuyos componentes residen en puntos del globo terráqueo tan alejados entre sí como Filadelfia, Nueva York y Sidney.

Y, tal vez, para que esa dispersión inicial, no quedará reflejada en el resultado final del trabajo, Daniels, en su condición de fundador y único miembro permanente, ha recurrido a los oficios de Jeff Zeigler, un acreditado profesional de la producción que tiene en su currículum a luminarias actuales como Kurt Vile o War on Drugs, artistas de rockeros de raíz setentera, aparentemente alejados del estilo ‘noventero’ de ASDG, anclado en un lugar ignoto entre el ‘shoegaze’, la psicodelía y marcado por los efectos sonoros, el ‘noise’ y las guitarras distorsionadas.

¿Un productor melódico para una banda obsesionada con las texturas? Pues sí. Y, además funciona. Aunque todo tiene su explicación y buena parte del mérito de este éxito artístico debe atribuirse a la participación destacada en ‘Sea When Absent’ de Jen Goma y Annie Fredrickson, las dos cantantes femeninas de la banda, capaces de entrelazar sus voces en una deliciosa orgía vocal interminable. Ellas, aportan el ‘toque’ de distinción necesario para que las canciones de este álbum, que sí, son canciones en toda la extensión de la palabra que se le supone a las piezas de pop, entren con mayor facilidad en el territorio de lo memorable.

Y, claro, también conviene conceder algo de crédito a los otros tres miembros del sexteto, que también han intervenido en la elaboración de este disco y, por supuesto, han dejado poderosos rastros de su personalidad musical en él. Son, nada menos que Adam Herndorn, responsable de unas baterías que se mueven con soltura entre los súbitos cambios de ritmo habituales en el álbum; Ryan Newmyer, el tipo de bajista que se requiere en una banda poco preocupada por las pistas de baile, pero muy interesada en las cadencias y los medios tiempos y Josh Heakim, ese gran instrumentista que hace de todo y todo lo hace bien.

De modo que Daniels parece haber encontrado, por fin, una formación más o menos estable para su proyecto, lo que le permite ceder algo de protagonismo en la composición de las canciones y, de rebote, convierte los textos de este disco, quizá por primera vez en la historia de este grupo en un elemento a tener en cuenta. Lo que explica también, junto a la forma habitual de trabajar de Ziegler, que las melodías se conviertan en la mayor parte de las ocasiones en las protagonistas del disco.

Y quizá tenga que ver bastante, además, con las reiteradas referencias al trabajo de ‘Cocteau Twins’, aquel fantástico grupo de los ochenta, en las críticas que se han escrito sobre este álbum, donde también suelen nombrarse bandas actuales como los Dirty Projectorso, evidentemente a los omnipresentes My Bloody Valentine que siempre aparecen en cualquier texto que refiera a una música en la que, aunque sólo sea colateralmente como en este caso, pueda detectarse algún rastro de aquel estilo denominado ‘showgaze’, en cuya invención participaron de forma fundamental.

Sin embargo, al menos en mi opinión, esas influencias, junto a otras también evidentes como la de los mismísimos Beach Boys son más el punto de partida, el territorio que se disponen a abandonar y del que empiezan a salir, que el destino final de un viaje, en el que mientras más distancia toman de estos semilleros iniciales, más se acercan, como es lógico, a definir esa personalidad propia, cuya configuración definitiva es, y debe ser, el verdadero objetivo de cualquier artista.

Y, probablemente, sea en este álbum, siete años después de su debut, cuando ASDG, empieza a volar bien alto sin necesidad de usar las mismas alas que ya utilizaron otros. Por lo mismo, también es posible que algunos de los fans iniciales del grupo, los que reverenciaron su trabajo en ‘Scribble Mural Comic Journal’, ‘Autum, Again’, o, sobre todo, Ashes Grammar, su celebrado disco de 2009, no estén demasiado satisfechos con el ángulo, digamos más comercial, que parecen haber adoptado para esta nueva entrega.

No es mi caso, evidentemente. Más bien podría decirse que esa sería justo la sensación contraria a la que yo tengo al enfrentarme a este disco. Como quizá demuestre que ‘Crushin´’, una de las piezas más ‘clásicas’ del álbum sea mi canción favorita de ‘Sea When Absent’, por el momento, gracias al bonito juego de las armonías vocales que nos ofrecen las dos cantantes y a la sensibilidad melódica general del tema.

Hay, claro, otras opciones posibles y muchas posibilidades de encariñarse con una canción entre las once que contiene el disco. Desde la primera, ‘Bye Bye Big Ocean’, con sus potentes guitarras distorsionadas de inicio y su mención a España en el melancólico texto, a la última ‘Golden Waves’, quizá uno de lo temas más ‘invernales’ y laberínticos de un disco en el que la multitud de capas instrumentales y de pasajes diferenciados en los arreglos se convierte, por habitual, en una especie de sello característico del conjunto.

Complejidad llena de matices y riqueza sonora que también está presente en ‘In Love with Useless’, uno de los ‘singles’ elegido por la banda para la promoción radiofónica del álbum, o en ‘Oh, I am Wrecker’ que, sin embargo, se desliza justo hacia el otro extremo y se convierte, según yo lo veo, en la canción más ‘comercial’ del disco, o más cercana a lo que podría significar el concepto en un contexto como este.

Así que podría decirse que este ‘Sea When Absent’ es un disco ideal para afrontar el fin del verano. Un coctel de sensaciones sonoras, lleno de melodías suaves y luminosas que se mecen, no siempre plácidamente, sobre texturas intrincadas y, en ocasiones, tormentosas que nos devuelven la furia, y los ruidos, de los tiempos de esplendor del ‘showgaze’ y aquellos My Bloody Valentine, de los que hablábamos antes, quienes, curiosamente, ha vuelto no hace demasiado después de un largo silencio.

Pero, como demuestra este álbum, ASDG parecen dispuestos a tener un recorrido mucho más amplio que el que correspondería a una pandilla de ‘revivalistas’ obsesionados con la música, más o menos gloriosa, que les acompañó en la infancia. Y, tal vez, estemos ante un esbozo de lo que puede depararnos el incierto futuro de la música pop, en el que, al menos a tenor de los mejores discos publicados en lo que va de año, lo único seguro es que las canciones, las grandes canciones, seguirán determinando la calidad y la perdurabilidad final de los aspirantes a hacer historia.

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