‘LP1’, un disco de FKA twigs

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‘LP1’, un disco de FKA twigs

Lp1

Tahliah Barnett fascina a la crítica especializada con el primer álbum de su vanguardista proyecto personal. Pendulum by FKA twigs on Grooveshark

¿Es posible arropar un puñado de suaves y sensuales melodías del ‘r&b’ de toda la vida con unos fondos instrumentales electrónicos y vanguardistas? ¿Se puede complicar todavía más el cóctel añadiéndole a la mezcla unas letras explícitas y duras? ¿Son compatibles los susurros de Beyonce con las texturas desquiciadas de Björk?

Como mínimo se puede intentar, desde luego. Como ha hecho FKA twigs, el nombre artístico con el que se presenta al público la cantante y bailarina británica Tahliah Barnett, en las canciones de su primer disco ‘grande’ ‘LP1’, que, de momento, ya ha convencido a los especialistas en música moderna de vanguardia y ha sido recibido, además, por la crítica especializada con una lluvia de estrellas y parabienes.

La propuesta es más que osada y tiene su riesgo. Más aún, al ser realizada por una artista que hasta ahora sólo había editado un disco de duración media, el también muy celebrado ‘EP2’. Y no parece ser una simple flor de un día. Esta entrega ha sido meditada, y diseñada al milímetro por una artista que, como mínimo, ha demostrado tener una agenda muy bien nutrida de contactos. Y muy buenos, desde luego.

Tanto es así, que en la elaboración de los diez temas que contiene ‘LP1’ han intervenido hasta seis productores, todos ellos de primera fila, que se han prestado al juego que se les ha propuesto, con tanta profesionalidad y, suponemos, ambición de hacer posible que FKA saliera ilesa del reto, que, a pesar de lo múltiple y dispar de las personalidades en juego, el conjunto suena sorprendentemente homogéneo.

En este álbum intervienen tipos como más o menos cercanos al universo electrónico y experimental de la artista como Arca, que ya se involucró en el Ep de presentación de Tahliah, Devonté Hynes, Sampha o Clams Casino. Y también un par de superestrellas de la mesa de mezclas. Uno más o menos en la línea habitual, el muy solicitado Emile Haynie que ha trabajado con Eminen, Lana del Rey o Kayne West, entre otros. Y otro, Paul Epworth, que, o eso pensábamos hasta ahora, trabaja más en una línea clásica, ligada al ‘mainstream’ puro y duro y está detrás de éxitos firmados por Adele, Coldplay o The Rapture, nada menos.

Y es, precisamente Epworth, quien ayuda a FKA en ‘Pendulum’, mi canción favorita del disco, por el momento. En ella, una desolada Tahliah se lamenta de lo ‘solitaria que se encuentra intentado ser suya’ y desgrana cada palabra con sensualidad desgarrada al esbozar una melodía llena de evocaciones a la que arropa un arreglo desasosegante y ácido que apenas da tregua al oyente.

Pero amigo, cuidadito. Esta FKA twigs, de vocecita dulce y aniñada, casi ensoñadora es una pantera en celo. Una pájara de cuidado. Y sin escrúpulos. O, por lo menos, lo es, el personaje que interpreta en este momento. Eso, al menos, podría desprenderse de las letras de muchas de las canciones que integran este álbum. Todas ellas, por cierto, calificadas como ‘explicitas’ en los grandes portales de ‘streaming’, tipo Spotify. Casi como si estuviéramos hablando de un disco de ‘punk’ salvaje e incendiario.

Y, a lo mejor, no es para menos. Ahí esta, sin ir más lejos, la tórrida protagonista, ¿será ella misma?, de ‘Two Weeks’, baladita sensualona que Tahliah entona en primera persona. En ella, con frases directa que dejan poco lugar para el equívoco, la muchacha asegura a una víctima propiciatoria que si pasa un par de semanas haciendo el amor con ella no va a volver a acordarse jamás de ‘ella’. Suponemos que la novia oficial del tipo en cuestión.

FKA, es además, una experta en estas cuestiones de imagen. Como ha demostrado en cada entrevista concedida desde que apareció este sorprendente disco, donde se niega por sistema a hablar de su vida personal. ¿Un truco para mantener el misterio sobre el personaje? Quizá sí. Quizá sólo sea ‘marketing’ avanzando. Pero el ardid funciona a la perfección, porque aumenta el interés de los medios por una música que, en cualquier caso, merece atención y que, sin embargo, no desvela su calidad hasta que se ha escuchado lo suficiente.

Lo mismo que los impactantes vídeos que ha realizado para acompañar cada una de las canciones que ha puesto en circulación. Películas sugerentes y originales, en las que esta artista ha volcado la experiencia acumulada en este aspecto gracias a su intervención como bailarina en muchas producciones de este tipo.

Una historia que relata, más o menos en ‘Video Girl’ otro de los grandes temas, incluidos en ‘Lp1’. Donde además, insiste en cultivar esa ambigüedad calculada de la que hablábamos antes, cuando, en parte reniega de esa fama impersonal que consiguen los participantes secundarios que pueblan los vídeos de las grandes estrellas musicales.

Hay más, por supuesto. Otras maravillas arrebatadoras como ‘Lights Out’, quizá la mejor melodía del álbum, en la que se escuchan ecos lejanos de aquel primer y excelente disco del infravalorado Terence Trent D’Arby, o ‘Numbers’ una relectura brillante de las fórmulas que solían emplear en la década de los noventa luminarias del estilo de Portishead, Tricky y el resto de los impulsores de aquel ‘trip-hop’ que tanto éxito tuvo en su momento.

Ahora falta lo más importante. Pero todo se andará. Toca seguir las actuaciones en directo de la artista, a quien algunos afortunados ya pudieron ver en el festival Primavera Sound de Barcelona, para ver si puede confirmar en los escenarios todo lo que ha sido capaz de realizar en el estudio de grabación. Y, por supuesto, sólo si lo consigue obtendrá el crédito suficiente para no caer en el olvido cuando aparezca la próxima maravilla ultramoderna que acapare los elogios de la crítica.

De momento, hay lo que hay. Este ‘Lp1’ que, como mínimo va a servir para que FKA twigs tenga su propia nota a pie de página en el capítulo que las enciclopedias dediquen a la música pop producida en la segunda década del Siglo XXI. Más de uno se conformaría con eso en un momento como este en que la competencia es brutal y el público esquivo. En fin, este es un álbum que merece la pena oír aunque exige algo de paciencia para ser disfrutado. De modo que si es de los que prefiere una buena ración de comida rápida, pase del asunto, porque no le va a gustar. Esto es un trago corto y hay que paladearlo. No le va a quitar la sed, pero le ofrecerá muchas sensaciones reconfortantes y placenteras. Hagan la prueba si se atreven.

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