‘They Want My Soul’, un disco de Spoon

El tocadiscos

‘They Want My Soul’, un disco de Spoon

They Want My Soul

La banda de Austin regresa a lo grande tras un largo periodo de descanso de cuatro años. Do You by Spoon on Grooveshark

Por fin han vuelto. Aunque se han tomado su tiempo para hacerlo, desde luego. Pero ya están otra vez aquí los Spoon y traen bajo el brazo ‘They Want My Soul’, su octavo disco. Un álbum que llega nada menos que cuatro años después de que la banda de Austin alcanzara el éxito masivo con ‘Transference’, su álbum de 2010. Y justo en ese momento, tras haber llegado a la cima, decidieron que necesitaban parar, recuperarse del vértigo y replantearse su carrera. Y, digámoslo cuanto antes, la verdad es que la espera ha sido larga, pero ha merecido la pena.

Hay hasta quien asegura que el título de este trabajo, que en castellano significa, «ellos quieren mi alma», es un guiño para los aficionados. Una especie de explicación retardada de los motivos por los que decidieron separarse temporalmente para eludir unas supuestamente insoportables presiones de la industria a las que no estaban acostumbrados. Por supuesto, quienes tienen esa visión, como los críticos de Pitchfork, la biblia indie; tienen también la respuesta al presunto dilema planteado; por mucho que los mercaderes del pop intentaran seducir a Spoon, no lo habrían conseguido en ningún caso.

Según esta versión, estos músicos texanos habrían preferido seguir siendo fieles a sus raíces y a su esencia de grupo minoritario, casi de culto. Una posición, incluso ideológica, que ya dejaron patente al elegir Spoon como nombre. La palabra que sirvió, como ya se sabe, de título a una de las canciones más celebradas de Can, uno de los grupos fundadores del viejo rock alemán de los setenta, pioneros en la mezcla de las guitarras duras, la psicodelia, el minimalismo y la electrónica de vanguardia. Y, por supuesto, una banda de culto por antonomaxia, sólo al alcance de minorías exquisitas. Entonces y ahora.

Obviamente, en este tiempo de teórico descanso, los componentes de la banda no han estado parados, ni mucho menos. El cantante y compositor principal Britt Daniel, por ejemplo, se ha dedicado a la experimentación con Divine Fist, donde, además ejercía de bajista ocasional. Un grupo que formó junto al guitarrista y compositor Dan Boeckner, líder de Wolf Parade, y en el que también militaban el batería San Brown y el teclista y guitarrista Alex Fischel, que acaba de convertirse en miembro oficial de Spoon justo para grabar ‘They Want My Soul’.

Y lo cierto es que, con independencia de que la música de este supergrupo moderno, aparcado ahora, guste más o menos, se trata de un tipo de trabajo de riesgo por el que Daniel siempre ha demostrado cierta querencia, a pesar de que los resultados hayan sido desiguales, en mi opinión, en este caso concreto. Interesantes, pero no redondos. Sin embargo, a tenor de las canciones que Daniel ha compuesto para ‘They Want My Soul’, uno tiene la sensación de que el cambio de aires ha sentado muy bien.

Lo mismo que a las dos incorporaciones que el grupo hizo ya en pleno siglo XXI. El bajista Rob Pope, que volvió a grabar e irse de gira con The Get Up Kids, su banda de siempre, y el guitarrista y teclista Eric Harvey, que presentó su primer álbum en solitario durante estas largas vacaciones. Y también, claro, a Jim Eno, el batería y único miembro del grupo junto a Daniel que se mantiene en Spoon desde sus inicios, allá por la década de los noventa del pasado siglo.

Eno se ha dedicado a producir a otras bandas, con exitos más que notables como The Relatives o Tennis. Pero, a pesar de su larga experiencia en este terreno, o quizá precisamente por eso, para el nuevo disco de Spoon tanto él como su socio Daniel han preferido contar por primera vez con trabajadores externos y han fichado para la ocasión a dos profesionales acreditados de la mesa de mezclas: el ‘mercenario’ Joe Chiccarelli, que hasta ha llegado a trabajar con Frank Zappa y la española Russian Red, y el mago de la nueva psicodelia Dave Friedman, famoso por sus colaboraciones con los Flaming Lips y MGMT, entre otros.

Con todos estos mimbres y en medio de una expectación sin precedentes Spoon han elaborado su disco de regreso en el que, según los fans más fieles a la banda, mantiene parte de su esencia clásica, pero consiguen expandir los límites de su estilo de siempre, hasta el punto de que para muchos ‘They Want My Soul’ puede llegar a ser el mejor álbum que han grabado hasta la fecha. Y, en mi caso concreto, tal vez porque nunca he sido un seguidor acérrimo del grupo, he de admitir que este nuevo álbum me resulta mucho más interesante que algunas de sus referencias anteriores, con las que no siempre llegue a conectar.

Pero, en este caso, la fascinación ha sido rápida. Prácticamente desde los primeros compase que ocupa una combinación clásica de de golpes de caja en los tiempos débiles y guitarras secas. La contundente fórmula con que se abre ‘Rent I Pay’, la canción inicial. Un tema que me trae recuerdos inmediatos del estilo de Paul Kossoff, el malogrado guitarrista de Free y responsable en la década de los setenta de ‘riffs’ históricos como el de ‘All Right Now’.

Hay otras canciones en las que los riffs de guitarra de corte setentero comparten protagonismo con los sintetizadores y las bases electrónicas con resultados muy positivos y que también traen a la memoria algunas poderosas músicas del pasado y a bandas como los T. Rex del inolvidable Marc Bolan, aunque afortunadamente, no estamos hablando de una copia nota por nota de estos originales ni nada que se le parezca. Más bien es una influencia que se deja oír de vez en cuando.

En este grupo de temas está mi canción favorita por el momento, ‘Knock, Knock, Knock’, conducida por un bajo extraordinario quizá un tanto oculto en la mezcla y que se beneficia, además de uno de esos estribillos con gancho que tan bien sabe fabricar Daniel y de unos coros casi extraídos de un viaje por el espacio exterior que le dan un toque de gran originalidad.

Aunque si hablamos de estribillos pegadizos, sin duda, ‘Do You’, uno de los singles del disco, se lleva la palma. Es uno de esos medios tiempos pop devastadores, que con tanta fortuna ensayaron en los ochenta los primeros Pretenders de la sin par Crissie Hynde, donde las notas curiosas y estrambóticas que aportan un sólo tarareado y unos coros que parecen fabricados por una versión marciana de los Beach Boys acercan el conjunto a los estándares musicales vigentes en el siglo XXI.

Pero, prácticamente, estamos ante uno de esos escasos álbumes en los que no resulta imposible encontrar una sola canción de relleno. Sólo son diez temas, nueve originales de Daniel, con alguna ayuda en un par de ellos, y una curiosa versión de ‘I just don´t understand’ una canción de los escritores de country Kent Westberry y Marijohn Wilkin, que popularizó Ann-Margret en 1961.

Una oferta sonora que se extiende durante unos 37 minutos de música poderosa, donde también podríamos destacar algunas otras canciones como ‘New York Kiss’, ‘Rainy Taxi’ e ‘Inside Out’, está última con un mayor protagonismo de los sintetizadores que el resto, pero bien integrada en el conjunto. Pero, seguro que usted, amable lector, encuentra otros argumentos, y quizá otros motivos, para disfrutar de este disco. Un álbum con el que Spoon demuestra que tras 20 años de carrera, y algún que otro traspiés, todavía se pueden tener muchas cosas que decir si se esta por la labor. Más que recomendable, desde luego.

Más información