Cristina Cifuentes quiere dejar a Móstoles sin música

Detrás de la Cortina

Cristina Cifuentes quiere dejar a Móstoles sin música

La Comunidad vuelve a recortar la asignación del Conservatorio Rodolfo Halfter

Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid

Los números no mienten. Tampoco los que indican el desprecio por la cultura de que hacen gala los políticos del PP. O por lo menos, los altos cargos relacionados con este partido que ostentan algunas responsabilidades institucionales relacionadas con este sector. La pena es que algunos pensábamos, erróneamente, que existían personalidades más sensibles que otras en la gran formación conservadora que actualmente gobierna España. Pero estábamos equivocados. Parece que los populares de la Comunidad de Madrid solo se interesaron por la música, por ejemplo, cuando presuntamente, podían adjudicarse supuestas comisiones por la contratación de artistas que se realizaba a través de empresas que podrían haber estado relacionadas con redes corruptas. Como aquella compañía llamada Waiter Music que aparece en algunas informaciones relacionadas con la trama Púnica.

Uno, ya digo, podría esperar que alguien como Cristina Cifuentes, la posible ‘poli buena’ del partido, tuviera otra forma de ver ciertas cosas. Pero de eso nada. Ni ella ni sus cómplices necesarios de Ciudadanos, el partido que le permite con su apoyo parlamentario que sea la presidenta de ‘todos los madrileños’, resultan ser demasiado distintos de todos aquellos políticos de triste recuerdo que les han precedido. Por lo menos, en lo tocante a asuntos especialmente delicados como el posible futuro del Conservatorio Rodolfo Halfter, una institución de grado medio, con treinta años de antigüedad que es, además, el único centro oficial público en el que puede acceder a estudios oficiales de música todos los habitantes de la zona sur de Madrid.

Estos mismos prendas que se hacen fotos y más fotos con personajes, caritativos y bien intencionados como el tenor Juan Diego Flórez, para manifestar su apoyo a la red de escuelas de música que ha montado en algunas zonas pobres de Latinoamérica, no tienen problema alguno en mantener un pulso financiero con el Ayuntamiento mostoleño, que puede llevarse puesto a ese maravilloso conservatorio que, es sin duda una referencia para toda España. Muchos y muchas van al Real, a las galas patrocinadas por alguna empresa del Ibex 35 para celebrar este tipo de iniciativas en las que la música puede convertirse en una salida para los jóvenes de las zonas deprimidas del mundo. Pero no deben ser muy melómanos, en realidad. Porque, cuando las galas no les permiten ir trajeados o con vestidos de noche suelen brillar por su ausencia.

Eso debió pasar el miércoles 5 de abril. Porque no hubo ni un solo representante de la Comunidad en el Auditorio Nacional para unirse a la celebración del XXX Aniversario del Rodolfo Halfter, una efeméride que quizá no les parezca importante. De hecho, no había previsto ningún presupuesto para que pudiera celebrarse, pero se celebró, aunque fuera el equipo docente de la institución quien se encargara de dar el paso, comprometerse a pagar los 8.000 euros que cuesta alquilar esta magnífica sala y conseguir que estuviera abarrotada también. Y no precisamente por la habitual concurrencia enjoyada. Más bien por un montón de ‘mostoleños’ entusiastas que no están dispuestos a que la pugna política cicatera, del grupo de ‘tobilleros’ y especialistas en el regate sucio que ha elegido Cifuentes para que se ocupe de esta cuestión.

Por cierto que la presidenta podría haber aparecido por allí. Le enviaron una entrada y le guardaron un sitio. Pero no debió atreverse a aparecer por si alguien le pedía explicaciones. Por si cualquiera le preguntaba el motivo por el que la Comunidad de Madrid ha recortado un su asignación al conservatorio en un 68% en los últimos siete años, hasta dejarla en sólo 600.000 euros. Un dinero que saben insuficiente para mantener la máquina en marcha con la calidad que tiene ahora. Una calidad de la que, por cierto, pudimos disfrutar todos aquellos que si optamos por acudir al concierto. Un magnífico espectáculo en el que intervinieron alumnos de todas las edades y en el que quedó bastante clara la utilidad de este centro docente y lo importante y necesario que resulta que se asegure su continuidad.

Lo cierto es que el Rodolfo Halfter fue en un principio un magno proyecto de apoyo a la Cultura con el que el PP quiso demostrar su compromiso con el sur de Madrid. Pero, como ha señalado en alguna intervención parlamentaria algún político de la oposición, los populares se van cuando desaparecen los focos y dejan la carga sobre los hombros de ayuntamientos como el de Móstoles que no disponen de potencia financiera suficiente para costear la fiesta. Un guateque que, a lo mejor, tampoco es exclusivamente suyo, porque como hemos explicado antes, los alumnos provienen de muchas localidades de la zona. Sin contar con que la propia Comunidad adquirió el compromiso escrito de dotar a este centro de los fondos que fueran necesarios para su mantenimiento. Un compromiso que no ha cumplido en los últimos tiempos.

La falta de presupuesto ha provocado ya la interrupción de clases ante la imposibilidad de poner la calefacción, o el deterioro imparable de los instrumentos que se usan para las clases, muchos de los cuáles no han podido repararse. Y un amplio listado de horrores que la propia Cristina Cifuentes conoce perfectamente. Aunque quizá le pase lo mismo que lo que, al parecer, le pasaba a su antecesora Esperanza Aguirre, con determinados temas especialmente espinosos. Que no se enteraba de nada porque no era ella quien tenía que preocuparse por lo que hacían las personas a las que había nombrado en el ejercicio de los cargos para los que les había designado.

¿Hemos de pensar que el recorte de 100.000 euros recién aplicado en la asignación del Rodolfo Halfter es sólo cosa del señor Rafael van Grieken, el consejero de Educación? Un hombre que justifica la rebaja con una explicación aún peor que el propio hecho en sí. Dice que los mostoleños son unos privilegiados porque también hay otros pueblos con conservatorios ‘municipales’ a los que no se da dinero. Con independencia de la probable media verdad que puede suponer esta afirmación, al menos según algunas versiones, derivada de la costumbre de PP de comparar peras con manzanas para pervertir la objetividad de las cifras (véase el ‘show’ de los últimos presupuestos), quizá Grieken también debiera dar explicar los motivos que tiene la comunidad para no ayudar financieramente a estos otros centros. Con los que, por cierto, y que se sepa, no habrían contraído ningún compromiso por escrito.

Esto es lo que tenemos en la Comunidad de Madrid. Ya ven. O quizá lo que nos merecemos, al fin y al cabo. Unos responsables de Educación que sólo se preocupan de la cultura para salir en la foto. Y que siguen considerando a toda la comunidad artística y educativa una suerte de terreno abonado para la contestación política. Lo mismo, por supuesto, que otros profesionales como los sanitarios. Si se dicen que los políticos del PP no le han perdonado al cine la famoso gala del ‘No a la Guerra’ y las fotos que se hicieron para apoyar a José Luis Rodríguez Zapatero en sus contiendas electorales contra Mariano Rajoy, tal vez haya que empezar a pensar también que en lo que corresponde de manera específica a los populares de la Comunidad de Madrid, la bestia negra sea otra.

Para ellos, el enemigo parecen ser esas ‘mareas’ que se han conjurado para salvar la enseñanza y la sanidad públicas de las manos depredadoras de tanto privatizador interesado en llenarse los bolsillos. En fin, a lo mejor no está todo perdido. Lo mismo Cristina Cifuentes hasta escucha música clásica. Lo que es cierto es que sí lo hace lo hará en la intimidad. En ese mismo espacio en que el gran José María Aznar, garante de los principios inmutables del partido, hablaba catalán. Ya se sabe que hay experiencias íntimas que no se deben compartir con las masas. Y mucho menos si esas masas son un montón de ciudadanos y ciudadanas de Mostóles metidos en el Auditorio Nacional, con la idea peregrina de salvar ese Conservatorio del que se sienten orgullosos.

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