La inventora anti propiedad privada y feminista del Monopoly

Capitalismo

La inventora anti propiedad privada y feminista del Monopoly

La creadora del juego, Elisabeth Magie, era una firme defensora de las teorías sobre la desigualdad social como consecuencia de la acumulación de tierras.

Monopoly

Si la inventora del archiconocido Monopoly levantara la cabeza pediría ser detenida por popularizar los valores exactamente contrarios a los que pretendía dar cabida en su famoso juego. Es la narración que hace una semana recuperaba la revista digital Aeon sobre la historia de Elisabeth Magie: nacida en 1866, rebelde frente a las normas clasistas y machistas de su época, soltera hasta los 40 y abiertamente crítica con la posición subordinada de las mujeres en la sociedad.

Pero además de luchar contra la discriminación de género decidió enfrentarse al sistema capitalista de la propiedad mediante un juego de mesa. Defendiendo el lema de que “el derecho de todos los hombres a usar la tierra es tan claro como su mismo derecho a respirar el aire”, extraído de Progreso y Pobreza de Henry George, Magie patentó en 1904 lo que denominó como “el juego del propietario”.

Trasladó su “antimonopolismo” a un innovador tablero en forma de circuito que enfrentó a las reglas de “prosperidad” con las “monopolistas”: bajo las primeras, todos los jugadores ganaban cuando un participante adquiría una propiedad. Bajo las segundas, solo un participante se declaraba único ganador cuando lograba hacer al resto quebrar.

Su objetivo no era otro que facilitar “una demostración práctica del actual sistema de apropiación de tierras, con sus consecuencias más habituales”. A través de esa visión, se podría entender cómo distintos enfoques sobre la propiedad conducen a distintos escenarios sociales.

“Podría haberse llamado El juego de la vida”, llegó a explicar Magie, “ya que contiene todos los elementos del éxito y el fracaso en el mundo real, y el objetivo no es otro que el más común en la raza humana, es decir, la acumulación de riqueza”.

El juego se convirtió en un éxito entre los intelectuales de izquierda, en los campus universitarios y en la comunidad cuáquera. Fue un desempleado llamado Charles Darrow quien creó una adaptación del juego que vendió a los hermanos Parker como propia.

Una vez que los verdaderos orígenes del juego salieron a la luz, los Parker compraron la patente de Magie, pero relanzaron el juego centrado en el “monopolio” y facilitando al público solo uno de los dos sistemas de reglas: las que celebran el triunfo de uno sobre el resto.

El invento de Magie fue comercializado bajo el relato de que el inventor fue Darrow, y con el argumento de que su venta hizo millonario al impostor. Irónicamente, la historia falsa acabó sublimando los valores implícitos del Monopoly: perseguir la riqueza hasta aplastar a tus oponentes para ganar.

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