‘Buscando a Dory’ una película de Andrew Stanton y Angus MacLane

La butaca

‘Buscando a Dory’ una película de Andrew Stanton y Angus MacLane

Buscando a Dory

Más de una década después de ‘Buscando a Nemo’, Pixar recupera a Dory, su personaje secundario más carismático, en una nueva odisea submarina que recuerda mucho a la película del perdido pez payaso. Hace ya 13 años que Pixar estrenó ‘Buscando a Nemo’, una de sus películas más exitosas. La gran acogida de la cinta respondía a su magnífica representación del mundo submarino y a su acierto a la hora de combinar la aventura y el humor, pero sobre todo, al detallado diseño de los personajes, entre los que destacaba el mejor secundario creado por del estudio: Dory. No es de extrañar, por tanto, que la firma de animación haya decidido trasladar al entrañable pez con pérdidas de memoria a corto plazo al centro de la historia en la secuela del film acuático.

Andrew Stanton, padre de la primera película y también de ‘Bichos’ y ‘Wall-E’ –además de uno de los guionistas de la saga ‘Toy Story’– se pone de nuevo a los mandos en ‘Buscando a Dory’, en esta ocasión acompañado de Angus MacLane, animador de Pixar y director de varios cortometrajes del estudio.

De nuevo, Stanton juega con acierto con las características que definen la personalidad de los personajes. Los olvidos de Dory, su optimismo, su confianza y sus recuerdos repentinos marcan el desarrollo de la historia y ofrecen tanto los momentos más divertidos como los más entrañables. Es uno de esos instantes en los que la protagonista recupera la memoria lo que dará comienzo a la nueva odisea: durante una excursión para ver cómo las rayas migran de vuelta a casa, recuerda que tiene una familia y decide emprender un viaje de regreso al hogar para reencontrarse con sus padres.

Así, ‘Buscando a Dory’ sigue el mismo esquema que ‘Buscando a Nemo’, por lo que en el espectador se genera la misma sensación de ‘deja vu’ que vive el propio pez cirujano. Se trata de un viaje frente a las adversidades en busca de familiares queridos, mientras van apareciendo en escena nuevos personajes con carisma que ayudan a superar los obstáculos.

El secundario más notable, el que desempeña el papel que hacía Dory en la primera cinta –aunque no tan inolvidable como el desmemoriado pez–, es un pulpo llamado Hank, animado con gran maestría. Cada uno de sus tentáculos se mueve de forma fluida y natural, mientras el rostro transmite sus emociones valiéndose tan sólo de los ojos. Sus peculiaridades se funden también con el desarrollo de la trama, pues la capacidad de camuflaje del molusco será determinante para salir al paso en varias situaciones. Aunque Dory se encuentra con otros personajes que despiertan carcajadas, como unos simpáticos leones marinos.

La principal diferencia entre las dos cintas es que la última transcurre durante la gran parte del tiempo en un acuario a modo de parque temático. Supone el mayor riesgo que asume el film y la decisión le da más amplitud y oxígeno, pero el entorno tiene menos encanto que las profundidades oceánicas que dominaban en ‘Buscando a Nemo’. Por otro lado, se revela algo más melancólica que su predecesora, un tono perfectamente fusionado, una vez más, con la comicidad y la acción.

‘Buscando a Dory’ se parece mucho a la cinta de 2003, misma estructura y técnicas de persuasión, por lo que genera menos sorpresa, pero a pesar de ello tiene muchas virtudes que la hacen disfrutable.

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