Rojo Cancionero, los juglares de la lucha contra los recortes

El interludio

Rojo Cancionero, los juglares de la lucha contra los recortes

Rojo Cancionero

Salvador Amor y Gabi Ortega escriben la banda sonora de las movilizaciones de las mareas ciudadanas. Es imposible, está claro. Así no vamos a poder grabar las voces de Salvador Amor y Gabi Ortega, los componentes de Rojo Cancionero y Banderas Rotas, el dúo al que hemos venido a entrevistar. Las condiciones del entorno no son, precisamente, las más adecuadas. El volumen de la música ambiental nos impide trabajar. Buenas canciones, eso sí, por mucho que ahora nos molesten. Son los temas de ‘La Voce del Padrone’, un excelente disco de pop elegante grabado por el cantautor italiano Franco Battiato en 1981.

En este mismo momento, además, es ‘Centro de Gravità Permanente’, mi favorita, la que atruena en los altavoces de la caseta del Ateneo Republicano de Vallecas. El lugar hacia el que me dirijo para pedir, por favor, a los encargados del garito que bajen un poco el volumen de la música durante un rato. Más o menos, hasta que terminemos de ‘rodar’ el video que acompañará a este reportaje.

La barraca hacia la que camino es una de las muchas que hay instaladas en este descampado de la calle Arroyo del Olivar, que antes fue un Recinto Ferial. El lugar donde van a celebrarse, dentro de un par de horas, las actuaciones finales de las fiestas de ‘La Karmela’, quizá el evento anual con más tradición entre los colectivos de izquierdas y el movimiento vecinal de este barrio madrileño castizo y combativo.

La joya de la corona del ‘cinturón rojo’ de la capital de España. Un distrito, por cierto, en el que todavía ningún partido de derechas ha ganado unas elecciones. Y no parece que eso vaya a cambiar, por el momento.

Rojo, un disco de Rojo Cancionero

Pero estos fieros activistas republicanos curtidos en cientos de manifestaciones, que han mantenido viva la lucha reivindicativa durante años, también saben ser amables cuando les parece oportuno. Sobre todo si se trata de echar una mano a los colegas de Rojo Cancionero. La banda cuya actuación será hoy la atracción central del cierre de esta verbena revolucionaria. Un concierto que se iniciará con el recital de otra figura histórica de la canción protesta, el cantaor Manuel Gerena.

Claro que bajarán la música, me dicen los chicos y chicas del Ateneo. Salvador y Gabi son de ‘los suyos’. Unos activistas más. Artistas comprometidos con las luchas en marcha con los que resulta fácil encontrarse en una manifestación, o en los grupos de voluntarios que se echan a la calle para impedir un desahucio. Lo suyo no es una pose. Ni una opción artística con, más o menos, recorrido comercial en estos tiempos. Rojo Cancionero cantan lo que cantan porque han hecho una apuesta vital e ideológica por la revitalización de la cultura popular y quieren llevarla a los lugares en los que más se necesita.

La conexión entre Rojo Cancionero y el Ateneo Republicano de Vallecas es, además, muy sólida. Como ya he explicado, estos activistas han apoyado al grupo desde sus inicios y están dispuestos a colaborar con el objetivo de que la música y el esfuerzo de Gabi y Salvador lleguen al mayor número posible de personas. De hecho, el dúo grabó ‘Rojo Directo’, el segundo de los cuatro discos que han editado hasta ahora, durante un memorable concierto que tuvo lugar en la sede de esa asociación.

Ley de Silencio

Por eso, en este barrio saben que ambos han tenido que esforzarse mucho para darse a conocer. Entre otras cosas, porque practican un estilo musical que resulta incómodo para los medios de comunicación masivos. Tanto que, en general, estos prefieren darle la espalda e ignorarlo. Como siempre sucede, incluso en las democracias, con las voces más críticas.

Así es. El discurso oficial lleva más de 30 años marginando a muchos cantantes y artistas, en muchos casos excelentes, por el contenido político de sus creaciones. Se les califica, sin mayores argumentos, de ‘panfletarios’ y pésimos instrumentistas que apenas saben juntar unas letras o poner cuatro acordes en la guitarra. Sin embargo, esa ‘omertà’, esa ley del silencio creada para sumir en la irrelevancia a las bandas como Rojo Cancionero ha dejado de funcionar tan bien como solía. O, al menos, ya no es una barrera completamente infranqueable.

De hecho, ese esquema diseñado con un 50% de indiferencia y otro de descalificación sistemática, no ha impedido que Salvador, Gabi y algunos otros artistas comprometidos que creen en la vigencia y la validez de su trabajo, puedan ganarse la vida con su música y hayan conseguido, contra todo pronóstico, aumentar sustancialmente el número de sus seguidores durante los últimos años. Gracias, también, a las redes de apoyo y a los colectivos populares, como el Ateneo Republicano de Vallecas, que les han acogido e impulsado.

Rojo, un disco de Rojo Cancionero

Pero, ¿de verdad puede sobrevivir y funcionar un grupo en estos día, situándose al margen de los medios de comunicación? ¿Se puede ser ‘popular’ y dar recitales y conciertos con buena afluencia de público, sin salir en la tele, sin sonar en la radio, sin ser mencionado nunca por la prensa? Rojo Cancionero son la demostración empírica de que sí. De que es posible. Y, sin embargo, no tienen demasiado claro cómo han sido capaces de conseguirlo?

-«No tenemos ni idea de cuál es el secreto -confiesa Gabi-. Nosotros hemos ido andando nuestro camino y resolviendo como podíamos los problemas que hemos ido encontrando. Tampoco es que tuviésemos una hoja de ruta muy clara, cuando empezamos con esto».

Pero, tanto él como su compañero Salvador admiten que sin Internet y el apoyo de su público incondicional no hubieran podido conseguir absolutamente nada. A pesar de sus condicionantes, y aunque saben que pueden convertirse en un arma de doble filo, las redes sociales han sido un elemento fundamental en los últimos años para la difusión y el crecimiento de las nuevas propuestas culturales de corte reivindicativo, como la que defiende Rojo Cancionero.

-«Las redes sociales son indispensables hoy para funcionar -explica Salvador-. Y más en nuestro caso, con el poco acceso que tenemos a las radios, a las televisiones y a los medios de comunicación. De hecho, es el único lugar en el que podemos promocionarnos y anunciar humildemente nuestros conciertos. Es una herramienta que nos permite llegar a mucha gente».

Sin embargo, los Rojo Cancionero no creen que este mundo de posibilidades que han abierto las nuevas tecnologías formara parte del plan inicial de los impulsores de esta ‘revolución’. Más bien al contrario, probablemente. Lo que pasa, en opinión de Salvador, es que el asunto «se les ha ido un ‘pelín’ de las manos y ahora, en este punto, no pueden controlarlo del todo. O no tanto como quisieran. Y nosotros nos aprovechamos de eso». Aunque el cantante no tiene nada claro que esta situación favorable vaya a durar siempre. «Ya le pondrán precio», afirma pesimista.

Bola de Nieve

Pero, de momento, la bola de nieve crece, el ‘boca a oreja’ funciona y Rojo Cancionero sigue adelante. Quizá porque la música de este dúo, vigorosa, sensible y tocada con convicción y pericia instrumental, es una de las bandas sonoras que mejor responden a los retos que plantea el momento de la historia en que vivimos, donde la crisis y la dureza de las políticas neoliberales han despertado las conciencias dormidas de muchos.

«Estamos en un tiempo de combate -explica Gabi-. Un momento en que la gente «de abajo» se ve obligada a luchar por sus derechos sociales, a movilizarse, por ejemplo, para conseguir que no saquen a una familia de una casa, con violencia policial, porque no puede pagarla. O por otro montón de cosas que estamos viviendo. Y se necesita también una banda sonora que acompañe a la lucha, para que quede una memoria sensorial de lo que sucede. Porque la memoria es algo mucho más complejo que lo puramente escrito. También tiene un componente sensorial».

Por eso, estas canciones de combate, estos retratos urgentes de la injusticia y de la necesidad de enfrentarse a ella, que, a la vez, abren también las puertas de la esperanza a esa parte de la población que cada vez tiene menos opciones, encuentran eco ahora en este terreno que, lamentablemente, parece haber sido abonado para que se entienda y cale el mensaje que transmiten.

-«Yo creo que las canciones de combate siempre han estado ahí -reflexiona Salvador-. Por eso afloran en los momentos de necesidad. Como ahora. Un tiempo de cambio, de lucha, en el que la gente ha salido a las calles porque está cansada de que le metan la mano en el bolsillo. Y, de repente, se encuentra más identificada con lo que nosotros cantamos, con el repertorio que elegimos. Así que lo único que hemos hecho, a lo mejor, es avivar un poquito la llama».

Y ¿tal vez también despertar la solidaridad intergeneracional en una población que parecía a punto de perderla para siempre? En los conciertos de Rojo Cancionero, como en muchas manifestaciones y protestas de estos días, se puede percibir como un público de todas las edades se siente unido por los hilos invisibles de una tradición común a la que, hasta ahora, quizá los más jóvenes eran completamente ajenos. Porque buena parte del trabajo de Salvador y Gabi consiste en recuperar del olvido algunos grandes temas de otras décadas. Sin olvidarse claro de crear composiciones nuevas que refresquen y revitalicen ese mismo cancionero que interpretan.

-«Hay gente -asegura Salvador- que no conocía ninguna de las canciones del cancionero popular que interpretamos nosotros. Hace poco un amigo nos decía: lo bueno que tiene Rojo Cancionero’ es que puedo venir a los conciertos con mi viejo. Mi padre se emociona y yo me lo paso bien: Nos une la fuerza y la energía de esas canciones reivindicativas».

O, como explica Gabi, quizá se trate más bien de que «las canciones de Rojo Cancionero conectan el mundo emocional de las generaciones que nos precedieron con las generaciones que estamos creciendo a día de hoy». Al fin y al cabo «todos luchamos ahora en las mismas calles por nuestros derechos, por los de nuestras hijas y nuestros hijos y los de nuestros mayores».

Rafael Amor

La actuación a la que asistiremos hoy, unas horas más tarde, es una demostración empírica de todo esto. Nos encontramos con un público multigeneracional, pero unido en la exigencia de dignidad y la defensa de las conquistas sociales que tanto costó conseguir y la crisis ha puesto en juego. Y esa divergencia en las edades de los protagonistas sumada a la coincidencia de los objetivos comunes, también se da sobre el escenario.

Y no sólo por la presencia de Manuel Gerena, cuyos ‘Cantes del Pueblo para el Pueblo’, editados por el sello francés ‘Le Chant Du Monde’, fueron un disco indispensable para la progresía antifranquista de la década de los setenta del pasado siglo. Sucede que hoy, los Rojo Cancionero, han invitado a Rafael Amor para que actúe con ellos.

Es el padre de Salvador, un veterano cantautor que forma parte de la leyenda. Sobre las tablas, Don Rafael sigue en forma, habilidoso con la guitarra y estremecedor con la voz. Y cuando canta ‘No me llames extranjero’ el público, completamente conmovido, se convierte en un coro improvisado que canta la canción del principio al final. Los Rojo Cancionero, Salvador y Gabi, le miran enternecidos y orgullosos.

También agradecidos. De hecho, si Salvador y Gabi están hoy juntos y embarcados en este proyecto es porque un buen día decidieron montar un espectáculo para rendir homenaje a sus respectivos padres. A Rafael Amor, claro, y a Pepe Ortega, el progenitor de Gabi, un conocido poeta cuya obra estuvo siempre marcada por las reivindicaciones sociales.

-«Esto comenzó siendo un pequeño homenaje a nuestros padres -rememora Salvador-. Rafael y Pepe llegaron a conocerse y, en algún momento hasta compartieron la batalla contra la injusticia. Estuvieron en movilizaciones en el sur de Madrid, en las que se reclamaban desde colegios públicos a nuevas líneas de autobuses. Se cruzaron en esa lucha. Además que los padres de Gabi, acogieron a muchos argentinos que se vieron obligados a salir del país en los años de la dictadura militar».

Proyectos

Salvador y Gabi ya habían coincido en muchas ocasiones. Y habían trabajado juntos en otros proyectos artísticos centrados en el teatro infantil, las obras para niños, los ‘cuentacuentos’, los monólogos cómicos y hasta la musicalización de eventos. Así que quizá sólo era cuestión de tiempo que confluyeran en un proyecto como este que, según explica Gabi, «Nació casi como una necesidad fisiológica de quedarnos a gusto y hacer un espectáculo que nos llenase, que surgiera desde lo que llevamos en el alma y en el corazón».

Con ese impulso inicial, Salvador y Gabi prepararon un espectáculo que se fue enriqueciendo con las aportaciones de sus ‘otros padres’, con el recuerdo de otras canciones y otros poemas que también forman parte del acervo cultural acumulado. Y, por supuesto, de la necesidad de volver a cantar o a recitar estos temas que habían sido completamente silenciados por los medios y que, al no programarse jamás en las radios y en las televisiones, prácticamente habían dejado de existir.

-«Nos dimos cuenta -prosigue Salvador- de que las nuevas generaciones, ni siquiera conocen el trabajo de Armando Tejada Gómez. Ni de Chicho Sánchez Ferlosio, ni de otros muchos grandes poetas y compositores que son para unos referentes importante, los creadores de ese cancionero popular que reivindicamos. Así que ese ejercicio de memoria fue el punto de partida de Rojo Cancionero. Desde entonces, llevamos cinco años trabajando y hemos grabado ya cuatro discos. Hemos pasado por muchos escenarios, hemos coincidido con muchos artistas y yo sigo sorprendido por el buen recibimiento que nos dispensa el público. Parece que hacía falta que alguien hiciera lo que estamos haciendo nosotros».

¿Cuatro discos en cinco años? Esas cifras parecen corresponderse con otros tiempos. Con los años previos a la explosión de la red y la piratería, cuando los artistas grababan un álbum por temporada y luego presentaban esas nuevas canciones en sus actuaciones en directo. Ahora, sin embargo, la industria parece haber tomado otros derroteros.

Pero, curiosamente, para Rojo Cancionero los discos son fundamentales porque les ayudan a conseguir un alto porcentaje de los ingresos que perciben a cambio de su trabajo. Aunque sólo los vendan en lugares muy determinados, lejos de las grandes cadenas de distribución, o a través de su página web o en sus conciertos. Por supuesto, este ‘milagro’ tiene también su explicación.

-«Nosotros hemos procurado siempre autoproducirnos y la gente sabe que cuando nos compra un disco está haciendo una aportación directa. No hay intermediarios, no hay discográficas, no hay ‘management’, no hay nada de eso. Hay dos trabajadores con sus familias detrás que, a veces viven y, a veces sobreviven, con su trabajo, comprometido en la cultura, fuera de los circuitos oficiales.

‘Todo gratis’

Sin embargo, incluso los Rojo Cancionero que, en general, actúan ante personas concienciadas y militantes de la causa de la cultura popular, a veces tienen que emplearse a fondo en la tarea de educar al público. Y se ven obligados a explicar que el arte es su medio de vida y que el trabajo que realizan es tan merecedor de una retribución como cualquier otro. Todo por culpa de la cultura del ‘todo gratis’ que se ha instalado en el ambiente, gracias, entre otros motivos, a la piratería e Internet.

Rojo, un disco de Rojo Cancionero

-«Hay quien tiene la idea -continua Gabi- de que nosotros tenemos que estar siempre a disposición de quien nos llame. Y sin cobrar. No parecen ser conscientes de que los músicos tenemos que pagar nuestras facturas, lo mismo que los demás. Y hay que buscar el equilibrio. Por eso, siempre nos hemos ofrecido con una flexibilidad enorme. Pero, también hemos pedido un cierto compromiso a los colectivos que nos llaman para que tengan en cuenta que somos trabajadores y como tales tenemos también que cubrir nuestras necesidades vitales».

Aún así, el espectáculo en directo que ofrece Rojo Cancionero ha sido diseñado, desde el principio para que su contratación resulte asequible. O como ellos explican con «un formato anticrisis». Pero que también tiene sus raíces en la historia y la tradición. De alguna forma Salvador y Gabi se identifican con el ‘mester de juglaría’, con esas figuras que han ejercido a lo largo de las épocas como cronistas culturales del tiempo que les ha tocado vivir. Y se presentan sin más aditamento que una guitarra y dos voces.

Pero, la austeridad en la instrumentación no les ha impedido elaborar una propuesta musical y poética consistente, como puede comprobar cualquiera que tenga la posibilidad de verles en directo o de escuchar los cuatro discos que han grabado hasta ahora. En orden cronológico, ‘Banderas Rotas’, el ya mencionado ‘Rojo Directo’, ‘Somos Pueblo’ y ‘Respira Profundo’.

Un discurso musical y estético que hunde sus raíces en el folklore latinoamericano, una de las principales referencias de Salvador, ‘el músico del dúo’, pero que no incorpora muchos más ritmos, desde el ‘reggae’y la ‘bossa nova’ al ‘rap’ o al ‘ska’ y toma elementos de todos los estilos que reinan hoy por hoy en el universo sonoro de la música combativa y callejera, al que, al fin y al cabo, también pertenecen.

-«Yo no reniego del folklore latinoamericano que está en mi raíz y que llevo casi en la sangre. -confirma Salvador- Pero sí que me he dejado llevar un poco por Gabi, por las cosas que a él le gustan y, bueno, tocamos todos los palos. Esa es nuestra intención. Supongo que, a veces lo conseguimos y a veces no. Nuestra intención es esa, tocar diferentes estilos y abrir el abanico».

Personalidades

Así que la música del dúo se beneficia también de la confluencia de dos personalidades artísticas muy diferentes que, además, han seguido una trayectoria muy distinta. Si Salvador es el responsable de la parte ‘sonora’, a Gabi le corresponde lidiar con los aspectos más teatrales del espectáculo. El resultado de la mezcla es, según afirman, «un lugar común en el que ambos han aportado lo mejor de si mismos».

-«Yo soy una persona que vengo del teatro más que de la música. -afirma Gabi- Vengo del texto, de la escritura de guión, de la dramaturgia, de la poesía. Dicho esto con toda la humildad del mundo. Salvador, desde luego, es puro ritmo. Cualquiera que venga a los conciertos lo sabe. Y, además, tiene una calidad para mi increíble como vocalista. Y yo soy un canalla, más de barrio que un tobogán oxidado, que lleva toda la vida, ganándose la vida, como un proletario del arte, un albañil del espectáculo. Y eso se aprecia en lo que hacemos».

Pero, ¿cuál es la opinión que tienen los Rojo Cancionero sobre el momento que vive el sector cultural de nuestro país? ¿Son optimistas o pesimistas? ¿Creen, como muchos de sus colegas, que los artistas y el arte son víctimas casi de un plan sistemático de acoso y derribo orquestado desde el poder? Para contestar a estas preguntas, Gabi y Salvador, parecen optar por el término medio. Admiten que el panorama está muy negro y lleno de nubarrones, pero encuentran más de un motivo para la esperanza.

-«Yo creo que en la cultura, como en todo lo demás, ahora estamos en un momento de transición -reflexiona Gabi-. Un momento de muerte de lo viejo y nacimiento de lo nuevo. El sector cultural se enfrenta a un desastre sin precedentes, con la subida del IVA que ha provocado perdidas millonarias de espectadores. Por ejemplo, en una ciudad como Madrid con cinco millones de habitantes y supuestamente cosmopolita, hay una oferta cultural penosa. Sin embargo, también pensamos que la gente ha empezado ya a desarrollar fórmulas para solucionar el problema. Movimientos populares que están permitiendo que aflore el talento de un montón de gente que hace cosas impresionantes. Rap, teatro, espectáculos para los críos y la gente mayor. Y, lamentablemente, nada de eso tiene salida por el circuito oficial que sigue completamente cerrado para cualquier expresión crítica».

Nosotros hemos terminado con la entrevista. Nos queda disfrutar con el espectáculo, ver el concierto. Mientras esperamos, la explanada se va llenando poco a poco de público. Muchos acuden vestidos con las camisetas de colores que identifican a las mareas que han protagonizado la lucha ciudadana contra los recortes en Madrid. Blancas por la sanidad, verdes por la educación o rojas por la cultura. También hay unas cuantas banderas republicanas y un par de enseñas moradas con el logotipo de ‘Podemos’ estampado.

Salvador y Gabi saludan a algunos, firman discos, reparten abrazos y sonrisas cómplices antes de subirse al escenario. Una vez allí, Rojo Cancionero demostrará de nuevo que, por mucho que a algunos medios de comunicación intenten seguir ignorándolo, hoy por hoy no hay ningún estilo musical tan vigente como el que este dúo practica, como esa denostada ‘canción protesta’ que suministra himnos de esperanza y resistencia a la sociedad en los tiempos difíciles.

Porque, como ellos mismos nos han explicado durante nuestra conversación «puede que una canción no sea capaz de provocar una revolución, pero no hay ninguna revolución sin canciones». Y eso es completamente cierto. Sin lugar a dudas.

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