Angel Petisme regresa para luchar contra la crisis desde el ‘Ministerio de la Felicidad’

El interludio

Angel Petisme regresa para luchar contra la crisis desde el ‘Ministerio de la Felicidad’

Angel Petisme, poeta, cantante y compositor aragonés

El cantautor aragonés rompe cuatro años de silencio con la publicación conjunta de un nuevo disco y un libro de ‘euforismos’. -«No estoy de acuerdo. Yo no era cantautor en los ochenta. O, bueno, sí. Pero sólo al final de la década».

Eso que acaban de leer es casi lo primero que nos dice después de los saludos de rigor, Angel Petisme, el poeta, cantante y compositor aragonés a quién hemos venido a entrevistar hoy y a quien esperamos cómodamente sentados en una terraza del barrio madrileño de Vallecas.

Y si Petisme lo dice es porque es verdad. Producto de su tiempo, como muchos otros, este artista se enroló en los movimientos artísticos y sociales que, derivados directamente de la revolución ‘punk’, cambiaron sustancialmente la música popular española en aquella época. La segunda ‘década prodigiosa’ del pop español, tras los alegres sesenta.

Un fulgor intenso que, sin embargo, duró quizá demasiado poco. O, mejor dicho, fue asimilado muy pronto por un entramado social y político que necesitaba una remodelación urgente. Había prisa por dejar atrás la oscuridad de los años de hierro del franquismo. Sobre todo desde el punto de vista de lo estético. Por eso, aquella esperanzadora ‘nueva ola’ inicial terminó como terminó. Llamándose ‘movida’ y completamente domesticada.

Espain

Muchos de los protagonistas iniciales se enriquecieron y ahí siguen, dilapidando su legado. Otros tantos se quedaron en el camino. Y algunos, como Angel Petisme, cambiaron de tercio y se reconvirtieron mucho antes de que se produjera la desbandada.

Lo que volvió a llevarle hacia los márgenes. A esos territorios, ajenos al éxito masivo, que suelen ocupar los artistas de ‘culto’. Tipos con prestigio y reconocimiento entre la profesión, que, sin embargo, siempre tienen que luchar, y mucho, para llegar a fin de mes. Como casi todos los ciudadanos, por otra parte.

-«Entonces, usted fue rockero…», le pregunto

-«Bueno, en los ochenta, después de tanta ‘grisalla’ y censura, lo que tocaba era despertar a la libertad, a la vida, al placer y a la democracia. Yo acaba de salir de un internado de los escolapios y recuerdo que descubrí el ‘punk’, a los Clash, a los Sex Pistols. Fui punk, ‘mod’, ‘new romantic’… Toqué con mi grupo de entonces, Qué es el optimismo, en la víspera del cierre del Rockola», dice.

-¿Cuándo cambió la guitarra eléctrica por la acústica?

-«Mucho después, en 1987. Luis Mendo de Suburbano y Luis Eduardo Aute me convencieron para que me lo montara en solitario puesto que yo era el autor de músicas y letras de mi grupo. De todas formas, siempre me he considerado más un poeta cantante que un cantautor con la imagen clásica y previsible que todos tenemos de esta figura».

La ‘tercera vía’

Y, ¿No siente Petisme que eso puede haberle perjudicado? A veces, cuando un artista no puede ser etiquetado fácilmente, al público y a los medios de comunicación les cuesta conectar con él. Es La ‘maldición de la tercera vía’, según la gráfica descripción del fenómeno que ha realizado el veterano crítico musical Diego A. Manrique. Artesanos del pop adulto de calidad, con letras cuidadas y músicas exquisitas. Un mal que afecta a artistas tan indispensables como Vainica Doble; Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán o, ¿el propio Angel Petisme?

-«Me ha pillado usted en un día lúcido y no sabe cómo me jode reconocerlo. Creo que hay un exceso de oferta y somos demasiados artistas “adultos” para la paupérrima demanda y escaso público con esos gustos refinados. En general, la tropa se mueve por impulsos mediáticos y de modas. Esto mola, esto no, esto es ‘indie’, esto es ‘mainstream’…Todas las tribus con los mismos prejuicios y sin ninguna curiosidad ni hambre por la diferencia. Y brillan por su ausencia los exploradores, los librepensadores. Yo he descubierto que mi público son los niños que tienen menos tontería que muchos jóvenes ancianos y son la mejor inversión de futuro. Así que voy a abandonar la canción ‘adulta’, jajaja», reflexiona.

-¿Hasta qué punto le puede sacar ahora partido a la experiencia de haber tocado durante años en pequeños locales? ¿Estamos volviendo al pasado?

-“Los bares y salas pequeñas, el cara a cara con el público, al que tienes a medio metro, me han hecho ser mejor comunicador y tener mucha capacidad de improvisar y divertirme en cada concierto. No creo que volvamos al pasado, lo que sucede es que el futuro es un hermano gemelo del pasado. Es feo, tacaño, pendenciero y muy inculto. Así que en tiempos de mordaza y dictadura del dinero lo que toca es volver a las catacumbas con tus hermanos y cómplices para sentirnos fuertes y unidos y preparar ideas bomba”.

De modo que Petisme es, al fin y al cabo un tipo optimista, que no desfallece, y aunque es cierto que lleva unos cuántos años en esto sigue vivo y bien. De hecho, si hemos venido hasta aquí, armados con nuestra grabadora y nuestro cuestionario es, precisamente, por eso. Porque el cantautor aragonés acaba de publicar ‘El Ministerio de la Felicidad’, un disco nuevo. Completamente nuevo. Con doce canciones flamantes y sin el recurso de presentar unos cuántos viejos éxitos con el ropaje de arreglos modernizados y remezclas digitales, tan habitual en otros artistas de su misma generación.

Cuatro años de silencio

No sólo eso. Junto a su propuesta discográfica, el artista pone también a la venta un libro, ‘Fast Food for Freaks’, compendio de pensamientos, frases, greguerías y proclamas recopiladas a lo largo del tiempo. Con estas dos nuevas producciones, Petisme rompe un silencio de cuatro años en los que no había publicado ninguna canción nueva. ¿Mucho tiempo? Quizá no tanto como parece, según están las cosas.

-«Sí. Cuatro año de silencio hubieran sido muchos con el ritmo que llevaba la industria musical antes, cuando los contratos con las discográficas te obligaban a hacer un álbum cada doce meses o así. Ahora es distinto. Un músico se puede permitir el lujo de ir a su ritmo. No hay presiones. Lo bueno, y lo malo de la crisis es que la gente no tiene un apetito voraz de consumir y se lo piensa mucho antes de comprar. Han cambiado mucho los hábitos de consumo. No hay dios que pueda permitirse ir al cine una vez a la semana, pagar la entrada de un concierto y comprarse un libro, por ejemplo. Ya no hablo de comprarse un disco, que esos se cuentan con los dedos de algunas manos», explica.

-¿Cree, entonces, que el cine, el teatro, la música y la literatura aún son necesarias?

-«La vida es demasiado breve y no se deben desperdiciar los días, conviene reír y pasarlo bien. Y si encima nos dejan dedicarnos a los que nos gusta, que es el arte, y regalar belleza o compartirla con los demás… La belleza, a fin de cuentas, no está ni en los museos, ni en los discos. Está en la vida. Y algunas personas, no todas, podemos ser secuestradoras de belleza. Se nos ha dado ese don porque nos lo hemos trabajado. Yo creo que las personas sin belleza, sin sueños, sin poesía, sin risa, se convierten en personajes sin relieve. En blanco y negro».

-¿Está la cultura en una situación tan terminal cómo dicen los del gremio o se exagera?

-“En estos momentos, con el hachazo del IVA cultural, el desmantelamiento de espacios, cines y teatros convertidos en boutiques, los recortes, la supresión de ayudas y estímulos a la creación (¡ojo, que no hablo de subvenciones!), la falta de una ley de mecenazgo se ha descabezado una gran parte del tejido cultural que generaba riqueza en este país. Pero, además, el Gobierno quiere poner límite y restricciones al ‘crowfunding’. Toda la baraja se ha venido abajo pero, no obstante, la cultura resiste y es generosa porque sin ella no podemos ni salir a la calle y respirar. En los momentos de crisis y caos es cuando mejores obras de arte surgen y más se necesitan”, asegura.

-¿Cómo se ha notado ese nuevo contexto en el ‘Ministerio de la Felicidad’?

-«Este ha sido quizá mi disco más madurado. Es verdad que ha llovido mucho y nos han dado muchas hostias entre 2010 y 2014, pero yo no quería quedarme sólo en hacer realismo sucio o en dar mi interpretación de la realidad. En lo personal, me han pasado cosas que quizá sean mucho más importantes. Por ejemplo, la paternidad. Y eso se nota mucho en el disco. Hay tres canciones dedicadas a mi hija. Ha sido una experiencia muy enriquecedora y me ha quitado todas las telarañas».

-¿En qué sentido lo dice?

-«Ser padre te obliga a cuidarte un poco más. Cómo digo al final de una canción del disco que se llama ‘Mensaje al Futuro’, “si cuidas de la vida, la vida cuidara de ti”. Es una especie de ‘Palabras para Julia’ de Goytisolo, escrita para mi hija, desde un punto de vista un poco melancólico porque yo no voy a estar con ella en una parte de su futuro. Pero siempre con esperanza y con el deseo de transmitirle fuerza».

Poesía e Ironía

Pero en ‘El Ministerio de la Felicidad’ no sólo hay cosas nuevas. Los viejos seguidores del artista aragonés también se van a encontrar con algunas de sus características clásicas con esa «ironía mezclada con poesía» que, según admite, podría considerarse la marca de la casa.

-«Yo no concibo el arte en plan solemne y tal. Lo veo con chispa, con divertimento. Yo soy hijo de Buñuel, de Goya y de Labordeta. Los tres paisanos míos. Y como los tengo ahí de espejo, sé que no hay que tomarse nada demasiado en serio. Sólo conviene hacerlo, cuando hay que mandar a alguien a la mierda, claro, porque si hay que dar un puñetazo se da…».

-¿Cómo se le ha ocurrido, de repente, investirse con los poderes de un ministro encargado de algo tan complicado como la felicidad?

-Creo que la sociedad en la que estamos viviendo y la que nos puede deparar el futuro es demasiado triste y solemne. Y también muy hipócrita. Entonces, hay que seguir peleando contra eso. Y, en este sentido, el Ministerio de la Felicidad, y este cargo de ministro que me ha tocado consiste en ir repartiendo alegría. Y no sólo yo. En mi opinión, todos deberíamos ser embajadores de la felicidad.

-Explíqueme como se hace eso…

-La felicidad es algo que nos viene muy grande. Sobre todo, cuando nos planteamos que «tenemos que ser felices». Pero no hay un camino maravilloso que te lleve allí. Hay quien te intenta decir lo contrario. La política con la ideología o la religión que puede conducirte al cielo. Yo creo en la felicidad con minúsculas. Y creo que no es algo que haya que buscar. Si lo haces caes en una trampa y terminas tomando ansiolíticos o en brazos de cualquier gilipollas. La felicidad hay que darla. Cuanta más felicidad repartas a tu alrededor, más te será devuelta.

-Entonces, ¿cómo definiría usted la felicidad?

-La felicidad es una plusvalía. Una inversión de futuro. Como el amor. Y si tú se la das a tus seres queridos, ellos después te van a hacer feliz a ti. Y ese es, un poco, el secreto. Y así son los pellizquitos de felicidad e historia que hay en este disco.

-Y, ¿de qué forma vive un ministro de la Felicidad?

-Este es un cargo sin cartera y yo voy en burra. Y, además, mi nómina no llega ni a los 600 euros que son el salario mínimo. No llega porque soy autónomo. El ministro es un autónomo.

Euforismos

Nos toca hablar un poco de ‘Fast Food for Freaks’, el libro que, como decíamos antes, Petisme ha presentado conjuntamente con su nuevo disco. Un conjunto de piezas escritas en castellano que se agrupan bajo un título inglés. El artista explica que lo eligió por su musicalidad. Y por esas tres efes que complican su dicción y convierten la pronunciación de la palabra en un problema para quien intenta decirla tras haberse bebido unos cuantos vinos. Si lo hace, es muy probable que ‘moje’ a su interlocutor.

Petisme también nos cuenta que el título elegido para este peculiar libro, significa algo así como ‘Comida basura para monstruos’ o para ‘frikis’. Para gente rara. Y que, en realidad, no nació con una vocación de alta cultura. Simplemente, surgió como un complemento del disco, como un regalo adicional.

-«Son cosas que yo iba apuntando en libretas. Yo soy muy desmemoriado y siempre anoto lo que se me ocurre, cuando es ingenioso, en cualquier papel que tengo a mano. Y había recopilado ya un buen puñado de ideas que estaban pensadas para convertirse en canciones o poemas en el futuro. Pero que se quedaron en una o dos frases. Así que esto no es alta filosofía. Son apuntes. Sentencías. O ‘euforismos’ que es como les llama un amigo mío navarro, que no quiere considerarlos aforimos», explica.

¿Cómo fue la colaboración con Enrique Villareal, ‘El Drogas’, exbajista de Barricada y ‘Kutxi’ Romero de Marea?

-“Conocí a Enrique Villareal, ‘El Drogas’ en un estudio de Radio 3. El salía de grabar y yo entraba. Me esperó para saludarme y me confesó que le había pasado poemas míos a ‘Kutxi’ Romero y que le encantaban. A mí me gustó y me sorprendió esa faceta de ‘letraheridos’ de dos rockeros urbanos como ellos. Así que cuando íbamos a grabar para este disco la canción ‘Además Nos Votaréis’, pensé que podía ser divertido invitarles a participar, porque era un tema cañero que les pegaba. Me dijeron que sí, sin escuchar la maqueta. Y me subí a Pamplona a grabar con ellos”.

¿Y su trabajo con Cecilia Giménez, la particular restauradora del ‘Ecce Homo’ de Borja?

-“Con Cecilia Giménez sucedió que unos amigos periodistas le hablaron de mí contándole que le había dedicado una canción a ella y al ‘Ecce Homo’. Me pasaron su teléfono, hicimos buenas migas y la invité a participar en el videoclip. Teníamos otro guión anterior pero, al aparecer Cecilia, la cosa se personalizó en ella y en mí. Yo hago de ‘Ecce Homo’ madurito, jajaja”.

Venta en librerías

Los nuevos tiempos imponen también la necesidad de encontrar maneras de hacer llegar los productos culturales a un público, acostumbrado al todo gratis de Internet. Sistemas y redes de distribución cercanas que permitan a los consumidores potenciales encontrar el disco o el libro que quieren comprar y que, en la mayoría, de los casos, no va a estar disponible en los grandes centros comerciales.

-«Las tiendas de discos han desaparecido. Hombre, quedan algunas, seguro. Muy especializadas, muy meritorias y que resisten. Pero en los grandes supermercados culturales ya no necesitan a los artistas como yo que somos más minoritarios. Casi francotiradores. Lo suyo ahora es vendernos tecnología e informática. Todos esos aparatos que necesitamos tanto porque se han vuelto imprescindibles en nuestra vida cotidiana», reflexiona.

En ese contexto, los dos últimos trabajos de Petisme de los que estamos hablando en esta entrevista inaugurarán también un flamante canal de ventas que es, a la vez, un tipo de comercio que ya existía y que, últimamente, también tiene problemas para subsistir: las librerías de toda la vida. Unos lugares entrañables en los que también se pueden vender discos.

Además, nuestro entrevistado también esta seguro de que para un cliente especializado, como es aquel que aún compra discos o libros, el trato amable y cercano de un librero que sabe lo que ‘vende’ siempre será más agradable que el que le puede proporcionar el dependiente de una gran superficie. Así que todo son ventajas.

-«Yo he publicado 23 libros y, de alguna forma, este circuito, es el mío natural. Así que hable con los responsables de Desakordes Ediciones que también tienen una librería aquí en Vallecas que se llama `La Esquina del Zorro’. Además, han publicado el libro de poemas del ‘Drogas’, son unos editores que están conciliando un poco la poesía con el rock and roll y contaban ya con 45 librerías en toda España. Ahora conmigo hemos ampliado a 85 he incluido puntos de venta en Canarias y Baleares», cuenta.

¿Cuál es su opinión sobre las redes sociales? ¿Sirven para difundir la cultura o son un instrumento del poder para narcotizar al personal?

-“Por un lado observo que Internet es ya casi el último refugio de la libertad de expresión y el lugar donde los periodistas independientes escriben desde sus blogs y crean sus redes. Pero eso, cada vez tendrá más mecanismos de control y censura. Por otra parte, pienso que al poder le interesa tenernos entretenidos, perdiendo el tiempo, flirteando, exhibiendo nuestro yo virtual maravilloso y guapo, mientras ellos hacen de las suyas. Somos más dóciles y ‘deprimibles’ en la soledad de las pantallas. La revolución se hace en la calle y juntos”.

Y, ¿habrá llegado la hora de volver a hacerla? A pesar de las dificultades y de la pérdida de derechos sociales que han traído los recortes impuestos por los dos últimos gobiernos, la población parece dormida. Por lo menos, un amplio sector, esa mayoría silenciosa, a la que se refiere constantemente el actual presidente Mariano Rajoy, cuando minimiza las manifestaciones contra su política. Una falta de respuesta que ha dado lugar a algunas reflexiones pesimistas. Cómo la que realiza Petisme en ‘Y Además nos Votareís’.

-“Creo que el ser humano es profundamente miedoso e inseguro y necesita su hoguerita en la noche, su cueva, su hogaza de pan y su botella de vino en la despensa para mañana. Nos dan miedo los cambios aunque sepamos que son para mejor. Nos da miedo y pereza. Hasta enamorarnos nos da vértigo. La historia de España nos la han contado los vencedores y la han vestido con fantasmas de pesadas sábanas y bolas en los pies. Este es el país que gritó “Vivan las caenas” y quizás lo seguimos haciendo a cambio de un mundial de fútbol u otra cosa», argumenta.

Amenazas

Sin embargo, la situación empieza a ser más grave de lo que incluso los más pesimistas habrían sido capaces de pensar y sin una reacción contundente será difícil que el país escape de ese futuro negro contra el que lucha ahora Petisme desde su Ministerio de la Felicidad. Hay muchos signos amenazantes en el aire.

-«Ya no somos los mejores en casi nada. Al menos no en pensamiento, en investigación y en talento, porque los mejores, los más inteligentes, los menos pusilánimes, se nos han marchado al extranjero a buscarse las habichuelas. Quizás nos han robado ya el instinto de supervivencia que llamamos rebeldía y ese último arrebato que llamamos venganza. Quizás la depresión no es solo económica sino social”.

Un momento duro, sin duda. Pero que no ha impedido a Petisme volver a dar la batalla con las armas que siempre le han caracterizado: la música y la poesía. Lo que sin duda es una buena noticia para el aguerrido grupo de seguidores que ha conseguido acumular a lo largo de su carrera. Un trayecto complicado, pero coherente, que pocas veces se ha visto acompañado por el éxito masivo.

A cambio, es obvio, que ha acumulado otro tipo de recompensas: el prestigio que le conceden las buenas críticas y el cariño de unos seguidores incondicionales que tampoco ahora van a faltar a la cita. Al fin y al cabo ¿cómo atreverse a dejar plantado nada menos que al nuevo ministro de la Felicidad?

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