Lapido inunda de ‘canciones redondas’ el escenario del Teatro Lara

El Interludio

Lapido inunda de ‘canciones redondas’ el escenario del Teatro Lara

José Ignacio Lapido, músico

El ‘rockero’ aporta su sabiduría y su extraordinaria clase al ciclo de conciertos de Son Estrella de Galicia Ahí está de nuevo. José Ignacio Lapido regresa sudoroso al escenario del Teatro Lara de Madrid. Va a ser el tercer ‘bis’ de una noche mágica. Se le ve feliz y, quizá, satisfecho por los insistentes aplausos que le han obligado a pisar otra vez las tablas para cantar, por lo menos, una canción más. Entonces se acerca al micrófono, con un rostro entre sonriente y sorprendido, y da las gracias a la audiencia.

-¡Pero que formalito que es!- exclama alguien entre el público.

Quien habla es Miguel Ríos, el legendario ‘rockero’, recientemente retirado. Ha venido a ver el concierto y se lo ha pasado bien. Ha disfrutado tanto como cualquiera de los fans. Lo mismo que yo. Ríos, que ha interpretado en sus discos y en el escenario varias canciones del protagonista de la actuación de hoy, ha bailado en el asiento, ha grabado canciones con su teléfono móvil, ha dado palmas y ha coreado los estribillos.

Y este hombre ‘sabe’ valorar muy bien lo que escucha. Sobre todo cuando se trata de artistas relacionados con el género que el ha cultivado tanto y tan bien. Así que su entrega a la causa es una prueba más de que, sin duda, los afortunados pobladores del patio de butacas de este coliseo madrileño, hemos asistido hoy a un gran concierto. Sin más adjetivos.

No éramos pocos. La sala estaba llena, como suele suceder en las actuaciones que periódicamente patrocina Son Estrella de Galicia, una de esas marcas que, afortunadamente, apuestan por la continuidad de la música en directo. Y eso que el día no era fácil. Además, de Lapido, tocaban las ‘Savages’, la gran revelación postpunk del año pasado. Y también estaba programado otro evento importante, con participantes de primera fila, que formaba parte de los actos de homenaje a Enrique Morente que tienen lugar estos días en la capital de España.

Pero Lapido, también de Granada como era Morente, como es Ríos y como tantas otras figuras fundamentales de la música española de las últimas décadas, cuenta siempre con ‘su gente’. Y esa gente, ese público que le sigue, en muchos casos desde hace más de 30 años, no suele faltar a la cita. Por eso el teatro está hoy lleno. Aunque, desgraciadamente, como en otros muchos casos, este compositor a quien el rock español debe algunas de sus páginas más brillantes, no es tan conocido como debiera.

-¿Lapido, dices? El caso es que me suena…

Quien dice esto no es un aficionado cualquiera. Todo lo contrario. Es uno de esos entusiastas que aún acuden a conciertos en directo y compran ‘cedés’ a pie de escenario. Uno de esos activistas que quieren poner su granito de arena para que la música no deje de sonar ni quede en manos de los organizadores de los ‘reality shows’ de televisión, sus ‘coaches’ y sus concursantes clónicos. Pero no sabe bien quién es Lapido…

-Tocaba en ‘091’

-Claro. El de ‘091’…

Ahora sí. Aquella banda, mítica para algunos, dio mucha guerra en la década de los ochenta del pasado siglo y, aunque no consiguió subir a la cima de las listas de éxitos, sí se convirtió en una especie de grupo de culto entre los ‘gourmets’ del mejor pop que se facturaba en aquellos tiempos de vino y rosas. A Lapido le quedan algunos buenos recuerdos de esos años, junto a algún que otro momento difuso, según dice.

«Recuerdo sobre todo lo principal. Que yo era mucho más joven que ahora y estaba aprendiendo el oficio. Para mí fue una década de maduración personal y tuve la fortuna de que coincidiera con una época de gran efervescencia musical en España», rememora.

Granada

Su banda, además, reanudó la tradición ‘rockera’ de Granada que parecía haberse interrumpido en los setenta tras el éxito nacional de Los Angeles y el ya mencionado Miguel Ríos en la década anterior. Tras 091 la llama volvió a prender y aparecieron otros grandes grupos como Niños Mutantes, Lagartija Nick, Los Planetas, o más recientemente Lori Meyers.

Lapido dice estar contento de que en una ciudad pequeña como la suya, surjan artistas relevantes que consigan repercusión en todo el país, casi generación tras generación. Pero no está de acuerdo con las teorías, digamos ‘esotéricas’ con las que algunos ‘analistas’ callejeros han intentado explicar el prodigio. Hasta han llegado a decir que ‘hay algo en el agua’.

Y tampoco cree que él o su antiguo grupo, 091, hayan jugado un papel fundamental en esa historia de éxitos. Sí admite que quizá hayan contribuido a que pueda hablarse de la existencia de una ‘escuela granadina’, gracias a la cuál, las bandas nuevas tienen un espejo en el que mirarse y una meta que alcanzar. El, sin embargo, aporta otros motivos.

«En Granada siempre ha habido mucho paro, desde hace siglos, y también mucha juventud que no encuentra salidas. Y una opción a considerar es la de colgarse una guitarra e intentar aprender unos cuantos acordes», argumenta.

Es obvio que tiene una opinión formada sobre el entorno en el que vive. Que ha reflexionado más de una vez sobre estos asuntos. Y ese proceso ha provocado que a lo largo del tiempo, los contenidos sociales se hayan ido filtrando en los textos de sus canciones. Unas piezas casi literarias que también han ganado enjundia y profundidad. Quizá porque la tarea de escribir no le es del todo ajena, además de componer, grabar canciones y actuar, Lapido ejerce de columnista desde hace una década en el diario ‘Hoy’ de Granada.

En ese espacio suele abordar temas relacionados con la política, con la actualidad más rabiosa. Y no tiene ningún reparo en poner los nombres y los apellidos de los protagonistas de los hechos que trata. Algo que no haría nunca al componer un tema. «En una canción, puedes opinar también sobre la realidad social que te rodea, denunciarla incluso, pero, tienes que hacerlo de una forma un poco más poética que en una columna», asegura.

Canciones

Las canciones y las columnas son dos disciplinas completamente distintas, según explica, porque los artículos periodísticos tienen que estar mucho más pegados a la actualidad semanal y a los acontecimientos inmediatos. Sin embargo, admite que puede haber puntos de contacto, en su caso, porque al ser obra del mismo autor van a reflejar siempre su forma particular de enfrentarse al mundo.

Pero, volvamos a las letras, que son para Lapido «el alma de las canciones», un trabajo que cada vez intenta hacer mejor, pero que no surgió en él de manera vocacional. Fue más bien el resultado de la profesionalización y la experiencia. De descubrir que los textos suponen un 50% del material de trabajo de un compositor e intérprete como él. Por eso es necesario dedicarles tiempo y esfuerzo.

«Me planteé que si era capaz de estar una semana estudiando un ‘riff’ de guitarra o un arreglo con el grupo, tenía que hacer algo parecido con las letras. Darles importancia, conseguir que dijeran algo», explica.

Así que lo primero no fue la literatura. Ni mucho menos. Como otros tantos artistas de su generación, las anteriores y las siguientes, el compositor granadino llegó a la música porque le gustaba tocar la guitarra y quería parecerse a los Beatles, los Rolling Stones, o los Who. Y ya puestos a soñar, igualarles y -¿por qué no?-superarles.

Y eso intentó hacer mientras estuvo en 091, y quizá siga intentándolo ahora, 30 años después, que es el tiempo que ha transcurrido desde 1984, cuando grabó ‘Cementerio de Automóviles’, su primer disco. Un tiempo en el que no ha parado de evolucionar, ni de aprender de sus errores, ni de seguir a la busca y captura de su personalidad propia. De ese estilo único que todos los artistas verdaderos intentan conseguir y que sólo está al alcance de un pequeño grupo de elegidos.

Lo que Lapido sí tiene completamente claro a estas alturas son las coordenadas en las que se mueve. Unas señas de identidad que están perfectamente reflejadas en ‘Formas de Matar el Tiempo’, su séptimo disco en solitario, que el granadino publicó en mayo del pasado de 2013 en su propio sello discográfico y que define como «otra vuelta de tuerca» en su forma de hacer rock and roll.

Una fórmula, según nos confiesa, basada en la mezcla de los «palos clásicos» del género. «Hay cosas con más raíces folk, otras un poco más pop y otras un poco más eléctricas», afirma. Tres variables que conforman su estilo.

Aunque, para el compositor granadino, a estas alturas de su carrera, aún hay algo más importante: el simple hecho de ser capaz de terminar una nueva colección de canciones, después de haber compuesto ya tantas. Sobre todo si, además, consigue que se integren perfectamente en su repertorio de directo, entre esos clásicos como ‘En el Angulo Muerto’, ‘El más allá’ o ‘Cuando el ángel decida volver’ que no suelen faltar en sus conciertos.

Algo que ya pasa, por ejemplo, con ‘Cuando por fin’, o con‘Muy lejos de aquí’, dos de los temas más celebrados de su última cosecha. «Para mi, en estos momentos, hacer un nuevo disco, componer diez canciones y empaquetarlas supone un verdadero reto. Y cada vez que lo consigo, respiro aliviado», bromea.

Reflexión

Lapido nos hace estas reflexiones unas horas antes del concierto, poco después de terminar la prueba de sonido, cuando comparte un refrigerio con los músicos que le acompañarán hoy. Todos han participado en la grabación del último álbum del ‘jefe’ y la complicidad entre ellos es claramente perceptible. Y, como podremos comprobar luego, hoy por hoy, tras varios años de trabajo conjunto, la banda suena como un bloque compacto e integrado, potente y rico en matices.

Lo cierto es que en el ‘bolo’ de la noche, las canciones del compositor granadino suenan majestuosas y elegantes. Y ese resultado tiene mucho que ver con el trabajo de Popi González, en la batería y la percusión, Raúl Bernal, al piano y al órgano, y Victor Sánchez en las guitarras. Unos instrumentistas de primera categoría que, además, saben hacer coros. Los tres flanquean a su jefe de filas y, curiosamente, en algunos momentos tanto su apariencia sobre las tablas como algunos detalles de los arreglos evocan a los Doors. Una banda que solía tocar sin bajo eléctrico.

Aunque este formato de hoy, en el que la guitarra acústica gana protagonismo, no es el habitual en las actuaciones de Lapido que suelen ser más eléctricas y cuentan también con la participación del bajista Paco Solana. Los cuatro son de Granada, como el líder. Y el considera una suerte haberles encontrado porque, según explica, además de tener mucho talento son «buenas personas» y esa combinación no se produce con frecuencia. Pero los tiempos son duros para la cultura y hay que acoplarse para poder sobrevivir con presupuestos y ‘cachés’ a la baja.

De hecho, el ambiente actual es tan poco propicio para las manifestaciones artísticas que, en opinión de Lapido, el maltrato no es casual. Hay premeditación y alevosía en la forma en que el poder ataca de forma continua al gremio. No sólo a los músicos, también a las profesionales de las artes escénicas e, incluso a los científicos que se están viendo obligados a marcharse fuera de España. Un plan suicida que lleva a cabo un Gobierno irresponsable, según cree el compositor granadino.

«Estamos viendo como se toman medidas, prácticamente una tras otra, que van siempre en contra de la Cultura y de la Ciencia. Y yo creo que un país que desprecia su Cultura y su Ciencia tiene muy pocas posibilidades de salir adelante», afirma.

Quizá mañana, cuando hayan cesado los aplausos y se apague el eco del impresionante triunfo que acaba de obtener sobre el escenario del Teatro Lara de Madrid a Lapido no le quede más remedio que volver a ponerse manos a la obra y lidiar con esa situación hostil de la que nos hablaba. Pero ahora, no. Ahora le toca despedirse con una canción más y luego saludar junto a sus músicos desde la parte delantera del escenario a un público que les ovaciona puesto en pie.

Ya lo he dicho. El concierto ha sido impresionante. Una explosión de vitalidad y un festín para los sentidos. Y la audiencia abandona el teatro, con cara de felicidad y, acaso, un poco más optimista de lo que era antes de entrar en él. El buen ambiente es contagioso siempre.

Tanto que esta noche, una de las pocas asistentes que no habían escuchado antes al granadino se lamenta de haber tardado tanto en descubrir su música. Claro que quizá la responsabilidad no sea sólo suya. Hay otros factores a considerar en este asunto. Como, por ejemplo, la incompresible indiferencia de muchos medios de comunicación hacia el trabajo de los creadores españoles.

-Y Lapido, ¿por qué no sale nunca en la tele?, me dice.

La verdad es que, hace ya mucho tiempo que yo también me hago esa misma pregunta. Y, por ahora, sigo sin conocer la respuesta…Por cierto, si hay alguien por ahí que pueda contestarla, no estaría de más que lo hiciera. Mientras tanto, como dice el refrán, quizá no nos quede más remedio que pensar mal para acertar.

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