Jens Lekman da lecciones de pop exquisito en ‘Life Will See You Now’

El tocadiscos

Jens Lekman da lecciones de pop exquisito en ‘Life Will See You Now’

Jens Lekman

El artista sueco publica un disco refrescante, luminoso y lleno de canciones memorables que diseccionan la vida cotidiana. Hay que admitirlo. Los artistas suecos están especialmente capacitados para facturar un pop exquisito con recorrido comercial y melodías inolvidables. Luego la procesión va por barrios y todo es cuestión de gustos. Los hay incontestables, como Abba, discutibles, como Roxette, trascendentes o intrascendentes. Pero siempre se trata de artistas que saben de qué va esto.
 
Como Jenks Lekman, desde luego. Un músico y compositor, veterano ya que acaba de regresar al escenario tras un tiempo en el que se mantuvo retirado, pero muy activo, en proyectos curiosos, e interminables, que quizá le sirvieron para mantenerse en forma y no perder el hábito de componer.
 
Sea como sea, cuando aún no hemos completado ni siquiera el primer trimestre del año, Lekman ha vuelto a transitar por los caminos, más o menos convencionales y a publicar este ‘Life Will See You Now’, una colección de 10 canciones que nos proporcionan 41 minutos de música vitaminada y fresquita como un zumo de naranja recién exprimido. De esas que, de vez en cuando, cualquier aficionado suele echar a faltar.
 

 
La trampa, si es que la hay, quizá este en las letras. Como siempre más desesperanzadas y oscuras de lo que uno esperaría si sólo tuviera en cuenta las melodías que les sirven de lanzadera. Esta vez, según parece, las dudas existenciales estarían relacionadas con ese momento tópico y típico que uno, supuestamente, atraviesa tras haber pasado tres décadas sobre el planeta tierra. Sí, ese estado de idiotez existencial que algunos han dado en llamar la crisis de los treinta.
 
Aunque para reflejarla, Lekman ha querido situar el foco un poco lejos de si mismo y convertirse en espectador y cronista de la vida que le rodea. Quizá para descubrir que, al fin y al cabo, casi todo el mundo pasa por los mismo. O para encontrar en los desarreglos del tejado ajeno una explicación de las goteras que se han instalado en el propio. Cualquiera sabe.
 
Toda opción es lícita si el resultado final tiene la intensidad y calidad melódica que Lekman ha conseguido en ‘Evening Prayer’, mi canción favorita del álbum por el momento, en la que el artista se beneficia del buen hacer de LouLou Lamotte, una prodigiosa cantante, también sueca, cuyas habilidades vocales le conceden un plus a este tema de perfectas hechuras pop.
 

 
Habrá, sin embargo, quien a la hora de seleccionar su dueto preferido, de los dos que podemos encontrar en este álbum, opte por la también deliciosa ‘Hotwire The Ferris Wheel’, en la que Lekman se presenta acompañado por la sin par Tracey Thorn y ambos plantean una convivencia vocal entre ‘chico y chica’, que puede recordarnos a los añorados Everything but the Girl, como parece haberle sucedido a algún locutor nostálgico de la radio pública. Y eso que la voz del sueco no se parece demasiado a la de Ben Watt.
 
La gozada se completa gracias al uso, que no al abuso, de una paleta rítmica variada en la que caben unas cuantas aproximaciones personales a ritmos conocidos, y efectivos, que pueden aportar en algún momento una cierta tensión bailable al conjunto. Aquí hay un poquito de casi todo lo que suele servir para que la clase media agite las caderas, en esas pistas de baile alejadas de los reductos de la vanguardia.
 
Una pizquita de disco, algo de calypso, su puntito de samba y sus gotitas de bossa nova, que añaden un puntito alcohólico al refresco. Y cuidado porque pega. Ya saben como son esos malditos combinados de trago largo que se deslizan fresquitos por la garganta y entran desbocados, unos detrás de otros.
 
Hay que mencionar, por supuesto, a la mano derecha de Lekman en este disco. Ese productor solvente y veterano que se llama Ewan Pearson y que tras haber trabajado con artistas como M83, The Chemical Brothers y Goldfrapp, entre otros, conoce mejor que bien el paño.
 
Y, de acuerdo, este Lekman no le aguantaría quince asaltos al Edwyn Collins de los tiempos gloriosos, con o sin sus Orange Juice, pero lo mismo ya solo perdía el combate por puntos, porque ha aprendido mucho, controla bien la guardia y, de vez en cuando, alumbra algún directo, de esos que le pillan a uno silbando y le acaban encogiendo el corazón. Un disco bonito y fresco con el aroma del mejor pop intemporal. Apuesten por él y hagan felices a sus oídos.

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