¿Pasará o no pasará?

Transiciones

¿Pasará o no pasará?

Lo dicho funciona dentro de un círculo vicioso en el cual lo económico; su expresión social, en términos de bienestar social y la posibilidad de disturbios generalizados se realimentan. A. Lewis, Nobel de Economía, decía que bajas pronunciadas del bienestar provocan motines. A cuál plazo, no lo dijo. Venezuela entra en su cuarto año de recesión, que incluso se profundizó el año pasado y no hay perspectivas de reversión. La “cosa” va a seguir mala –muy mala-, para decirlo en lenguaje popular. Sin ánimo de alarma, es una grave amenaza que tenemos encima.
 
Lo dicho funciona dentro de un círculo vicioso en el cual lo económico; su expresión social, en términos de bienestar social y la posibilidad de disturbios generalizados se realimentan. Bajan el PIB y el ingreso real (el que vale: el expresado en capacidad de compra de bienes) y las angustias y molestias suben. Hasta que explotan, afectan condiciones y recursos, baja más el PIB y se repite todo lo demás.
 
Es una realidad frente a la cual se dispone de diversos manejos; algunos de ellos, completamente fuera de lo económico. Pero, lo económico está en la base del problema… ¡y de la solución! Mientras menos se atienda, más se necesitará los otros medios. La propaganda, las “narrativas” manipuladas, la represión policial y militar y un gobierno de mano dura e insensible aparecen frente al problema.
 
Pero, la base sigue allí. La economía –entiéndase bien- es el músculo de los países y si ella no hay fuerza para la normalidad de la vida nacional. Y no exagero. Ni sufro de sesgos economicistas. Lo económico debe ser atendido. Y no con propaganda, ni excusas, como el ridículo pretexto de la “guerra económica”. O con “caimanes en boca de caño”, más amigos de los negocios fáciles que de producir. En eso, venezolanos, no podemos caernos a cobas. Que siga Schémel con su “narrativa” rentable y nosotros exijamos las decisiones y acciones, en lo económico, que sean, no solo la solución a tantos años de declive, sino la prevención de mayor daño social y la posibilidad de estados de conmoción.
 
El actual derrotero nos lleva a peores índices económicos y sociales (ya somos campeones mundiales en varios vergonzosos) y al riesgo de mayor conflicto y represión. Toca ir a la base, al origen. El modelo económico destructivo debe ser cambiado a uno que –me pongo en los zapatos de los capitostes del régimen- permita garantizar el largo plazo político.
 
Desde el punto de vista económico la única huída hacia adelante es una transición al mercado como la asumida por Deng Xiaoping, a partir de las terribles circunstancias de la “revolución cultural” china. Y lo remarco: un líder comunista, como efecto de un terrible proceso histórico, pudo llevar un país pobre a la actual situación de país posindustrial y posiblemente, la primera potencia mundial, en apenas 35 años. Y sigue siendo comunista. Por cierto, el mismo tiempo que tardó la Venezuela pospuntofijo y chavista en pasar de la “pole position” para el ingreso al primer mundo a un lugar vergonzoso en los índices económicos, sociales e institucionales.
 
Es un tema de liderazgo. Cuál liderazgo, no sé. E implica una ruptura. Como me refiero a una ruptura económica, no implica una ruptura política. China, como dicho, lo hizo. Que Venezuela lo haga, tampoco sé. Lo que si sé es que la otra opción –la de seguir como hasta ahora- no es nacionalmente aceptable. Conviene a Cuba y los otros factores externos hoy involucrados en la vida nacional. Conviene a los extremismos en juego, también. Pero, no a la nación. Y contiene los riesgos mencionados. Para todos, dicho sea. Que no crean los actuales factores de poder que tienen una protección especial.
 
Lo que afirmo en este artículo no es una elucubración o manipulación. Es el resultado de un ejercicio de escenarios. Lo he venido alertando por meses. Ni tirios, ni troyanos, se dan por enterados. Después no digan que no lo previne.
 
Santiago José Guevara García
[email protected] / @SJGuevaraG1

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